ARCO I: Garras y Susurros: El sol se apaga y las estrellas caen.

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...

El agua caía y el cielo pintado de colores deprimentes lloró.

— ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? Ya tenemos lo que necesitamos —dijo mientras pateaba una lata aplastada, el aburrimiento y la incertidumbre lo carcomía por dentro.

El sonido de dicha lata hizo eco en aquel desolado lugar llamando la atención de los presentes. Cubiertos bajo el techo de un edificio abandonado a salvo de las gotas de lluvia.

— A menos que quieras pescar un resfriado, ok.

Su respuesta llena de sarcasmo sacó risas de diversión a los demás jóvenes, risas que daban un ambiente cálido a contraste del escenario frente a ellos.

— ¡Deja de burlarte de mi, esto no es gracioso! —el adolescente se quejó entre risas.

— Ya, ya. Pareces un chiquillo —los pucheros del otro le causaban una risa inimaginable

Cualquier miedo era opacado ante las bromas y comentarios burlescos entre ellos, y el sol que era cubierto por las nubes oscuras, asomó los últimos rayos de luz por la ciudad, anunciando la llegada de una tormenta.


...


El agua caía y el cielo pintado de colores deprimentes lloró clamando por ayuda.

Las gotas de agua se llevaban cualquier rastro de presencia. El edificio que se usaba como refugio estaba completamente destruido, escombros por doquier y pinchos que sobresalían del suelo adornaban con capricho abarcando todo el lugar.

— ¡Llévatelo de aquí! —agonizando por uno de los tantos pinchos, tuvo la mala suerte de ser atravesado por uno en el abdomen, gritó con miedo, rogándole al otro que escaparan.

Herido y con dolor en el corazón lo dejó atrás.

Tomó de la mano al chico restante huyendo del lugar. El mayor corrió con velocidad arrastrando al otro por defecto.

— No podré aguantar más, no con el tobillo lastimado.

La mueca de dolor era invisible para el menor, quien ignorante a las palabras dichas solo asentía.

Considerando que ya estaban lejos de su punto de partida, el castaño mayor se detuvo para agarrar de los hombros haciendo reaccionar levemente al chico más bajo.

— Ah, Ichirouta es mejor que yo en esto, escucha, no fue tu culpa, nadie tuvo la culpa, solo…tuvimos mala suerte —con la voz llena de pesar lo miró a los ojos. Sus manos manchadas de sangre que poco a poco se desvanecía por la lluvia ahuecaron el rostro del menor —. Por favor, solo quiero que entiendas eso, ¿Okay?

El silencio que siguió después pareció eterno, hasta que fue roto por un “okay” del joven.

— ¿Okay?

— Si…okay.

— Vale…necesito que estés despierto y corras antes de que nos alcancen.

— ¿Y tú?

— Iré detrás de ti.

— Okay…

La adrenalina y el temor abundaba en el cuerpo de los dos. La lluvia los bañaba por completo, tal vez pescarían un resfriado hoy.

Continuaron su carrera contra el destino, sus pasos llenos de desesperación chapoteaban en los charcos de agua provocados por el llorar del cielo.

Gruñidos y gritos espeluznantes hacían eco en el desolado lugar, anunciando la llegada de quienes huían. Angustiados apresuraron el paso, más no fue suficiente…los edificios altos y los ojos que brillaban dentro de ellos, fue un punto de quiebre a su esperanza de salir vivos de ahí.

Garras rasguñando las paredes con violencia y el retumbar del suelo los hizo perder el equilibrio causando su inminente separación; las inestables estructuras empezaron a caer junto a las criaturas del vacío, quienes ya listas para el festín, se lanzaron en busca de las presas.

— ¡Sigo aquí hijas de puta, jodidamente vivo! —con esperanza de que se fijarán solo en él, gritó hasta que su garganta se desgarrara
.
Obtuvo lo que quería, los pares de ojos tenían sus miradas fijas solo para él haciendo caso omiso al otro. Relamió sus labios en un intento de aliviar sus nervios .

“Corre”

Esperando que entendiera lo que sus facciones trataban de decir, oró a dios en su cabeza.

“No…”

La cara del pánico y horror del castaño menor silenció cualquier palabra que intentara salir de sus labios.

El tiempo pareció detenerse o tal vez fluía en cámara lenta, quizás el destino se apiadó de ambos.

El de ojos chocolate trató de hacer algo, correr hacia el otro, un vil intento de llegar al oji-verde y gritarle “¡Mentiroso!”, se vino todo abajo antes de siquiera dar tres pasos y las palabras que anhelaban por salir murieron en su garganta cuando el viento se lo llevó.



El agua caía y el cielo pintado de colores deprimentes lloró, llevándose consigo los horrores y anhelos nunca dichos.

Y entonces, despertó.





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⏰ Última actualización: Aug 07 ⏰

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