✤ Elizabeth ✤
30 de diciembre de 1719
El sonido del viento en un lugar silencioso es abrumador, pero de alguna extraña forma relajante. El cielo con sus hermosos colores anunciaba que estaba a punto de llover.
ー ¡ELA, ELA! ーEscuché a los lejos el grito de mi madreー ¡ENTRE YA, SE MOJARÁ!
ー ¡YA VOY MADRE! ーLe respondí. No quería entrar, es era la verdad, quería quedarme allí acostada, poder sentir las pequeñas gotas llenas de nostalgia de las nubes oscuras, quería sentir que limpiaban mis deseos y anhelos de cosas que jamás podría tener.
ーELIZABETH, ENTRE YA, ¡PESCARA UN RESFRIADO! ーMadre como siempre, restrictiva. Me levante del césped ya un poco húmedo por las primeras gotas de la tormenta que parecía amenazar con derrumbar nuestro techo de paja durante la noche. Corrí para no mojarme demasiado, ya estaba oscureciendo, entré por la puerta de la cocina encontrándome con mi amada madre, Alis. Preparaba alguna bebida caliente para la llegada de mi padre y hermano mayor.
ー Mire no más como quedó toda su ropa, toda mojada Ela, le dije que entrara para que no se mojara, pero no. Ela siempre con su terquedad. ーSoltó nada más me vio, rodé los ojos mientras me daba la espalda, si me viera haciéndolo me reprendería, diría que ese no es un comportamiento digno de una señorita en edad casadera.
ー Madre, no se preocupe, dejare mi vestido cerca de las brasas para que este seco para mañana, me iré a poner la ropa para dormir, ¡Por nada del mundo pienso faltar a mi primer día de trabajo solo por no tener otro vestido! ー Subí las escaleras mientras anhelaba tener solo unas pocas monedas de más, mientras deseaba que a mi pertenecieran cosas que ni en esta u otra vida podría tener.
Subí la reducida escalera de madera que mi padre y hermano habían construido tres años atrás. Camine al cuarto que compartía con mis hermanas, estaba vació, recordé que llegarían de su visita a la abuela hasta el viernes de la siguiente semana, así que podría descansar sin escuchar los ronquidos de Lilith mi hermana de siete años o las palabras entre sueños de Loizha de dieciséis.
Me retiré rápidamente el vestido, el faldón y el corsé, el cual ya estaba bastante gastado, lo tenía desde los catorce, ni siquiera había sido nuevo, me lo habían regalado ya usado, al parecer de una señorita de sociedad que creció muy rápido. Me puse el camisón y me abrigué con un retazo de lo que parecía ser un tapete de lana, lo habíamos tomado de camino a casa se veía un poco gastado, mamá nos hizo cargarlo con la excusa de que no podríamos pagar algo que parecía ser tan caro. Ella lo cortó en cuatro partes y nos hizo a cada una un chal para los días fríos, justo como parecía que sería esta noche.
Yo quería proveer a mi casa, sin dote y sin conocidos que me pudieran desposar lo más real que podía hacer era conseguir un trabajo, tal vez ayudar a conseguir un poco de dote para mis hermanas, ya vería que haría después. Quería que todos fueran felices.
Salí de la habitación con dirección al primer piso para secar mis prendas cerca a la chimenea que se encontraba en la cocina. Mojadas se sentían más pesadas, a veces desearía poder vestir pantalones, parecían ser ligeros y probablemente se secarían rápido, no como este pesado y viejo vestido que comenzaba a oler a perro mojado.
Al acercarme más a la cocina escuché más voces, seguramente habría llegado mi padre y hermano, pensé. Entre con toda la confianza del mundo pensando que los que estarían sentados en ese pedazo de madera que funcionaba como mesa y que yo misma había ayudado a construir serían ellos.
ー¡Padre, hermano! ¿Cómo fue su día, les asignaron mucho trabajo? ーPregunté sin voltear a mirar la mesa ni un segundo, confiada de que allí solo estaba mi familia.
ESTÁS LEYENDO
Secretos del aire
ChickLitElizabeth es una joven curiosa, con pensamientos poco convencionales para su época, siempre sintiéndose ajena y diferente a las demás señoritas de su edad. Su curiosidad la llevará a descubrir secretos que no debían ser descubiertos. En una casa en...