✤ Elizabeth ✤
10 de enero de 1720
Ese día desperté sin ganas de iniciar mi trabajo, me preguntaba si así sería toda mi vida, había iniciado a trabajar en la casa del señor Dolickson hacía dos semanas, no había nada extraño, exceptuando el que me había mudado del todo; durante las dos semanas aquí no había recibido ninguna carta o nota por parte de mi familia, cada miércoles y sábado se les entregaban a los criados de la casa lo que sus familiares enviaban para ellos, el señor Dolickson a pesar de parecer un poco tosco y tenebroso no lo era en absoluto era amable y respetuoso, ya no sentía tanto miedo por mis hermanas, sabía que estarían en buenas manos una vez arribaran aquí, un año, eso debía esperar para verlas de nuevo, me preguntaba si me extrañarían o me habrían ya olvidado por todas las comodidades que pareció enviarles el señor Dolickson.
Se me había entrenado durante una semana, sobre el decoro que debía tener con los señores de la casa, aprendí rápido, como todo lo que se me enseñaba, a pesar de ser un trabajo pesado y estar todo el día limpiando la casa, era un trabajo que me agradaba hasta cierto punto, me agradaba organizar cosas y ver el resultado, me hacía sentir completa de un extraño modo, como si me enorgulleciera por haber hecho algo por mí misma ¿Qué puedo decir? Algunas veces me consideraba extraña, sentía que no compartía muchos pensamientos o sueños de las jovencitas de mi edad en esta sociedad, en esta época.
Entre a la cocina para iniciar mis labores del día, los cuales se encontraban marcados en una piedra liza cuya letra se encontraba hecha con las brasas del fuego que sobraban cuando este se apagaba. Mis tareas del día eran arreglar el jardín y ayudar en la preparación de la comida del medio día y de la cena, ya que al parecer mi señor recibiría visitas en la casa.
Me dirigí a la puerta del fondo de la cocina, debía apurarme arrancar la maleza si quería cumplir mi segunda tarea de ayudar a preparar la comida del medio día. El jardín era enorme, ayer ya había limpiado y arreglado la mitad de este, solo me quedaba terminar con la otra mitad y podría completar mis otras tareas.
Volví a la cocina por los implementos que se encontraban en una pequeña habitación que funcionaba como almacén para todas las herramientas que usábamos para la manutención del hogar; el señor Dolickson amaba ver su jardín bien cuidado, agradecía esta tarea, a pesar de ser la más pesada era la que más me permitía estar en contacto con la naturaleza y el exterior en general.
Preparé una canasta con lo que necesitaría para cortar algunas flores, era otra de mis tareas, traer las flores viejas para no maltratar las que recién estaban empezando a crecer, las cambiaba por las que se encontraban en cada jarrón de la casa, es por eso que llevaba una canasta, necesitaba llevar algo para cargar tantas flores.
Caminé hasta una puertilla que daba a un pasillo con varias puertas, estas eran las habitaciones de los criados, la última era la mía, a pesar de que el pasillo era oscuro y estaba apenas iluminado por algunas velas, las habitaciones eran todo lo contrario, cada habitación tenía una ventana que permitía la entrada de luz y no nos hacía sentir tan encerrados como uno pensaría que sería.
Tome el único sombrero que tenía para protegerme del sol. Era la primera semana de verano y el sol era fuerte e irritante. Camine por el pasillo de nuevo, para regresar a la cocina y tomar lo que necesitaría para por fin terminar mi tarea del jardín.
Desde lejos se podía ver la diferencia entre la parte del jardín que estaba arreglado y la parte que no lo estaba, eran cambios sutiles pero notables.
ーYa me falta poco ーSusurré. El sol estaba muy fuerte, pero el sector que iba a embellecer estaba lleno de árboles, así que no me preocupaba. La fila de árboles que delimitaba el terreno de mi señor ya se podía ver a lo lejos, seguramente me quedaban unos pocos minutos de caminata, esta parte del jardín mantenía solitaria y silenciosa exceptuando a los pájaros y el viento silbando.
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Secretos del aire
Chick-LitElizabeth es una joven curiosa, con pensamientos poco convencionales para su época, siempre sintiéndose ajena y diferente a las demás señoritas de su edad. Su curiosidad la llevará a descubrir secretos que no debían ser descubiertos. En una casa en...