6. it's hard to get around the wind.

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Era jueves por la tarde en verano. La enorme residencia Kujo estaba en absoluto silencio como era de costumbre, ningún gran sonido lograba hacerse presente en tan usual ambiente y sólo el tranquilo rechinar de las ramas a causa del suave viento podía escucharse a lo lejos. Un par de gotas caían sobre el estanque que yacía en medio del lugar, las rocas descansaban tranquilas debajo de los últimos rayos de sol del día y un par de aves revoloteaban a través de todo el jardín emitiendo suaves sonidos de vez en cuando. El aire era cálido, las nubes escoltaban al sol para poder desaparecer y dejar que la luna hiciera su aparición mientras el mundo seguía su curso.

Jotaro no había visto a Kakyoin desde que regresaron a Japón, habían pasado dos semanas sin ningún tipo de contacto y las vacaciones de verano agilizaron el proceso que ambos siguieron para poder evitarse. Los dos chicos se encontraban confundidos, sin saber qué decir y sin saber cómo lidiar con la situación en la que estaban envueltos. La última noche en Singapur fue tan mágica como todo lo que había acontecido entre ellos desde aquél majestuoso inicio del verano en un parque de una pequeña ciudad de Japón. Sin embargo, la magia de los últimos momentos vividos era justo lo que no los dejaba dormir tranquilos.

El pelinegro se encontraba tendido en su cama, sin dejar de escuchar el vinil que su abuelo le había regalado y sin poder dejar de sentir en su boca el sabor de las cerezas y la nicotina combinadas. Ahora más que nunca estaba seguro de que lo que sentía por su mejor amigo iba más allá de simple cariño, admiración o respeto. Al cerrar los ojos, sólo podía ver a Noriaki juguetear con el mechón rojo que caía sobre su rostro, y, si lograba concentrarse lo suficiente, podía sentir sus manos sujetar su sonrojado rostro. Todo estaba de cabeza: por un lado, Jotaro estaba contento por poder sentir algo así, por poder compartir un sentimiento tan precioso con una persona de la calidad de Kakyoin. Por otra parte, el miedo parecía estar lejos de querer dejarlo disfrutar de un acontecimiento de esa talla; por la mente de Jotaro pasaban millones de situaciones en las que, usualmente, sus padres se oponían por completo a sus sentimientos por el pelirrojo y eso le rompía el corazón.

Estaba tan inmerso en sus propios pensamientos, que cuando alguien llamó a la puerta de su habitación pegó un brinco. Se levantó, tratando de lucir lo menos muerto posible, y abrió la puerta encontrándose con su abuelo del otro lado del umbral. Joseph analizaba al adolescente de arriba a abajo: sabía que algo andaba mal en cuanto vio los enormes círculos que adornaban los ojos de su nieto. Pidió permiso para pasar, y después de vacilar un rato, Jotaro se lo concedió. 

— ¿Puedo ayudarte en algo? — Preguntó el chico a su abuelo, con una voz cargada de hostilidad. 

— No lo sé, ¿puedes? — Respondió el viejo Joseph, con picardía en la voz y con ganas de hacer hablar a su nieto. 

— No estoy de humor, viejo. Así que, o dime qué quieres, o lárgate de una maldita vez.

— No es necesario que actúes de esa manera, Jotaro. — Dijo el hombre tomando asiento en la cama del chico. — Vine a buscarte porque tu madre y tu abuela están preparando la cena, y pensé que sería divertido cocinar los cuatro, ¿qué te parece? 

— Sí... yo paso. Es lo más estúpido que he oído. ¿Algo más? 

Joseph se quedó en silencio un rato, realmente era difícil mantener una conversación con su nieto. Observó toda la longitud de la habitación del muchacho y sintió un aire de nostalgia golpearlo al recordarse a esa edad. Jotaro lucía fuera de órbita, sus ojos miraban puntos fijos pero no parecían percibir algo en absoluto. Joseph soltó un suspiro enorme, le pidió un cigarrillo al chico a pesar de tener años sin fumar, esperanzado a que eso pudiera ayudarlo a estrechar lazos con su único nieto. 

— ¿Puedo preguntar qué te pasa? — Masculló el hombre mientras sentía el tabaco atacar sus pulmones. 

— Acabas de hacerlo. 

good old-fashioned lover boy || jotakak - HIATUS -Where stories live. Discover now