Colocó un par de monedas dentro de la máquina expendedora de la tienda. Su mirada de cachorro pobre y desempleado siempre funcionaba con ella y por eso la morena había accedido a prestarle dinero, otra vez. De alguna forma, siempre lograba que le regalara las golosinas más caras. Y en medio de esa ligera tienda de ciudad, Anthony se aferró con ambos brazos a su pequeña mascota rosada y esperó con una grata sonrisa que las espirales de la maquina terminaran de dar vueltas para arrojar el paquete de galletas.
Vaggie suspiró agotada, se giró para dar algunos pasos hacia adelante y buscar con la mirada a su otro amigo entre las estanterías de la tienda. No lo vio fácilmente, se resignó rápido y sacó su celular de su bolsillo para revisar algunas de sus redes. La música del negocio parecía ser pop del año dos mil, algo anticuado para la época que estaban transitando. La morena levantó un poco su celular para intentar capturar a Anthony en una historia de Instagram. El rubio se arrodilló para tomar el paquete de la maquina expendedora y cuando se puso de pie, la abrió con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Esto se ve bien, Vaggs. A mí bebé le gusta.
Algunas galletas de queso fueron tragadas a una gran velocidad por el pequeño cerdo de nombre Fat Nuggets. Apenas era un cerdo en edad adolescente y su hambre era voraz como si triplicara su tamaño. Anthony decidió colocar al pequeño animal en el suelo, dejó algunas galletas a su lado para que comiera tranquilamente y luego alzó su dedo ante la cámara de Vaggie. Un marcado “Fuck you” era lo único que podía regalarle luego de una impresentable foto, no sin antes llevarse un cigarro armado a los labios.
El rubio era indiscriminadamente coqueto dentro de los pasillos de la universidad, sin mencionar juergas y fiestas de fin de semana. Pero para ir a comprar y salir solo un par de horas, ni siquiera ponía empeño en arreglarse. Unos jeans negros y una camiseta demasiado holgada vestían su joven y delgado cuerpo de veintidós años. No quería pensar en lo revuelto de su cabello o en su poco maquillaje. De hecho, era buena idea arrebatarle el celular a Vagatha y arrojarlo muy lejos. No podía permitir que todos sus compañeros vean esa apariencia desastrosa, tenia una reputación que cuidar.
Pero Vaggie dejó de sonreir con burla, porque desde su celular vio a algunos hombres mayores al final del pasillo. Pudo observar todo desde el lente del celular. Si, los reconoció. Y fue en el momento en el que Anthony buscaba su encendedor entre los bolsillos de sus jeans sin importarle lo más minimo estar dentro de una tienda. Para él daba igual, el cajero lo conocía. Más bien, se había revolcado con el cajero más de una vez. Vaggie bajó su teléfono, señaló con algo de discreción hacia adelante y trató de advertir con nerviosismo a su amigo.
—Oye, creo que ese es el profesor de historia. Si te ven fumando hierba de nuevo...
—Como si a Anthony le importara.
El tercer miembro del grupo apareció por detrás de la chica. Ella casi salta del susto, a veces confundía esa voz grave con la de un profesor o figura de autoridad. Volteó hacia Husk, quien vestía casualmente al igual que ellos dos. Los fines de semana fuera de la universidad parecían ser un mundo más simple para ellos. Se reunían cerca de la tienda para comprar comida chatarra y beber un tiempo, diversión fácil. Ella miró el rostro de Husk desde abajo, tratando de reiterar el pensamiento de que aunque pareciera mayor, Husk tenía la misma edad que ellos dos.
—Ya te dije que me llames Angel, imbécil.
Anthony le dirigió una mirada antipática al de cabello negro. Y mientras Nuggets devoraba las galletas en el suelo, Husk se cruzó de brazos y le dedicó una de sus típicas sonrisas amenazantes, que en realidad no reflejaban ninguna emoción relacionada con la gracia del momento.
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Halloweenie ⋆ RadioDust ⋆
FanfictionEn el primer día de Halloween, mi enemigo y yo tuvimos un duelo a la luz de la luna. ¡Carne entre mis dientes! En el segundo día de Halloween, encontré un barril con ácido. Deletreé mi nombre con huesos de dedos. En el tercer día de Halloween, le pr...