Cuento: Hielo y Fuego

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Érase una vez en un pueblito al norte de Jotunheim, nació un niño al cual llamaron Kalt, era un niño con la piel pálida en comparación con los otros habitantes del pueblo la cual era azul, sus ojos de un azul intenso resaltaban su pálida piel y su cabello blanco ceniza lo hacían aún más extraño y también estaba el hecho de que no era un gigante.

Pasó el tiempo y aquel niño se volvió hombre, uno frío y distante debido a todo lo que sufrió en su niñez y adolescencia.

Debido al rechazo que sufrió de pequeño, Kalt decidió vivir en las montañas Frost, un lugar tan frío que era imposible que algo habitara.

... ..

Al este de Muspelheim, en una aldea, nació una niña, ella no era como los demás, era de piel levemente rojiza, de ojos rojos como el fuego de ese lugar y su cabello negro como el carbón hacían que resaltará mucho, pero había algo que la hacía resaltar aún más y era el hecho de que no era un gigante como todos los demás, a esta niña se le llamó Hita.

Debido a que no era una gigante, Surt, el rey de los gigantes de fuego, decidió exiliarla hacia el bosque Helvítis pero antes de eso para no ser injusto con ella, la entrenó personalmente hasta que cumplió los 18 años.

... ..

Un día Kalt, cansado de vivir en las montañas decidió explorar los 9 mundos y así comenzó su aventura.

El primero que visitó fue Asgard, el mundo de los dioses, era un lugar muy concurrido por otras especies, había de todo, bebidas de todo tipo, alimentos y una variedad increíble de lugares.

El segundo fue Midgar, el mundo de los humanos, era realmente hermoso y los humano no lo miraban de mala manera como lo hicieron en su pueblo, al contrario, lo trataron de manera muy amable.

El tercero fue Helheim, el reino de la muerte, aquí este lugar era muy oscuro, el sol nunca brillaba, era muy peligroso y solitario, aquí ni los dioses podría salir una vez que entraban, pero por una extraña razón él pudo salir de allí .

El cuarto fue Niflheim, hogar de la niebla, aquí había una niebla perpetua que dificultaba su visión también era hogar de los muertos.

El quinto fue Muspelheim, hogar de los gigantes de fuego, aquí las cosas cambiaron y mucho.

... ..

Narra Kalt.

Cuando llegue a Muspelheim, tuve que tener mucho cuidado debido a que este lugar era territorio de los gigantes de fuego, me desplace muy rápido hacia el bosque porque si me quedaba en la capital, sería más probable que me maten.

Cuando llegué al bosque Helvítis era muy oscuro ya así que decidí buscar un lugar para descansar, camine por un rato hasta que encontré algo parecido a un campamento, así que me puse en alerta.

''se supone que en este bosque no debería haber nadie'' -pensé extrañado pero sin bajar la guardia.

De repente se escucha un crujido.

-Crack.-

Me gire de forma pausada para ver de dónde provenía el sonido y lo que me encontré me dejo impresionado. Delante de mí había una chica de no más de 20 años, su estatura era casi parecida a la mía, sus ojos de un rojo intenso me analizaban y estaban atentos a cualquier movimiento de mi parte, su cabello negro como el carbón estaba recogido en una cola muy desalineada, su piel de un tono rojizo se me hizo extraña pero lo que más me impresionó fue el hecho de que estaba aquí.

Narra Hita.

Desde que nací fui diferente a los demás, por ello fui exiliada pero ante de eso, fui entrenada por el mismo Surt, el rey de los gigantes de fuego, el prácticamente me crió por eso no conocí a mis padres.

El me enseño a pelear, a cazar ya sobrevivir, no fue fácil pero me sirvió mucho, cuando cumplí los 18 años comenzó mi exilio en el bosque Helvítis, un lugar tan peligroso que ni los gigantes se atrevían a entrar, el único que ha podido entrar ha sido el rey.

En este lugar habitan demonios de fuegos muy fuertes, lo positivo de todo esto es que nadie me podrá tratar mal.

... ..

Han pasado 2 años desde mi exilio, me he vuelto más fuerte, los demonios de fuegos ya no me atacan tanto como antes pues me tienen miedo, la verdad es divertido ver como antes era yo la que huía de ellos.

Estaba hiendo a mi hogar (si es que se le puede llamar así) luego de una caza exitosa, cuando a la distancia veo una silueta, inmediatamente me puse en alerta.

'' se supone, que aquí no debe de venir nadie y menos extranjero'' - pensé preocupada, ya que no era normal ver extranjeros en Muspelheim y menos en este bosque. Así que me acerque de forma sigilosa pero no me fije que había un hueso debajo de mí y lo pise.

'' demonios, tengo que limpiar este lugar''

Aquella silueta se dio vuelta lentamente, hay me pude dar cuenta que era un hombre, era realmente extraño, su piel era pálida, sus ojos eran de un azul intenso como las llamas que provocaba Surt cuando se enojaba y su cabello cenizo la hacían ver más extraño aún. Creo que dure demasiado tiempo analizándolo, para cuando me di cuenta yo estaba en el suelo y él estaba encima de mí aprisionando mis manos.

-¿Quién eres? - me pregunto de forma amenazante.

- Eso debería de preguntarlo yo, ¿no crees? - le pregunte de forma irónica ya que era él quien estaba en mi territorio. Solo pude ver como sonrió de forma burlesca-¿de qué te ríes, idiota? - pregunte enfadada while me intentaba zafar.

'' es muy fuerte, joder'' -pensé con molestia.

-No lo volveré a repetir, ¿Quién eres? -Dijo con una voz tan seria, que por primera vez en estos 2 años que llevo aquí, sentí pánico, de repente siento como la temperatura empieza a bajar de forma drástica.

''eso no es normal, se supone que este es el lugar más caluroso de los 9 mundos''-pensé asombrada y entrando en pánico, de repente mi mente hizo click, solo había una raza capaz de hacer esto y eran los gigantes de hielo, asombrada lo mire y pude admirar una ligera sonrisa de burla hacia mí.

-¡¡ERES UN JOTUN !! - exclamé asombrada y extrañada debido a que los jotun son de piel azulada y de ojos rojos.

-No grites mujer que no soy sordo y si lo soy, ahora quiero saber, ¿Qué eres tú? - me pregunto con intriga entonces sonreí con burla, encogí mis piernas hasta que pude poner mis pies descalzos en su estómago, lo empuje con fuerza hacia delante provocando que callera, pero no de espalda como esperaba sino de cuclillas dándome la espalda, quede igual que él y su espalda rozaba la mía y aun con mi sonrisa respondí.

-Un cadáver no tiene que saber -luego de eso pude escuchar una sonora carcajada de su parte.

- Ya veremos quien termina siendo el cadáver. 

Entre Cuentos y PoesíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora