- ¡José! Tiempo sin verlo.
- ¡Tocayo mío! Que gusto encontrarlo por aquí.
Ambos se abrazan en plena calle.
- ¿Cuánto tiempo sin verlo?
- Hombre, pues creo que ya varios meses, ¿Cómo está la familia?
- Pues verá que bien, hace unos días la familia se reunió por el cumpleaños de un familiar muy querido, está un poco delicado de salud, pero más que nada la edad misma.
- Vaya noticia la que me vengo a encontrar. – Dijo con un gesto un poco despreocupado.
- ¿Qué me dice usted? ¿Cómo va todo por allá?
- Gracias al cielo todo bien, mas bien antes de que nos coja un resfriado le invito un café para comentarle.
- Por supuesto que sí.
Ambos entraron al café que quedaba a unos metros mientras saludaban a algunos conocidos que estaban ya sentados en las mesas que daban a la acera.
- ¿Le molesta si...? – Dijo José sacando un paquete de cigarrillos que llevaba en el bolsillo de su saco.
- Para nada tocayo mío, es más, ahora me he vuelto fumador de pipa clásica.
- ¡Hombre! ¿Y con tabaco de dónde? ¿Cómo así se animó?
- Pues un familiar lejano viajó a España últimamente y me trajo de regalo una pipa, y pues me la trajo sin tabaco el muy despistado.
- Pues felizmente volvió de España antes de que se pierda del cuarto al baño.
Ambos soltaron una pequeña carcajada.
- Fíjese que hemos coincidido de pura casualidad después de tiempo.
- Las maravillas de la vida.
- Ese saco que lleva se ve muy elegante déjeme decirle.
- Pues no se podría esperar menos del gran maestro sastre de Puerto Rico, unas manos con medidas exactas.
- ¡No me diga que lo mando a confeccionar al maestro!
- Pues hombre, para celebrar mis 40 años ya me puedo dar un gusto hecho a medida.
- Pues mis felicitaciones por su onomástico mi estimado tocayo, quien pensaría que en algún lugar de nuestro país a 2 mujeres madres se les ocurriría ponernos el mismo nombre.
- ¡Y vaya nombre!
- Pues vaya coincidencia de coincidencias.
- ¡El mundo está loco! ¡Re-loco!
- A menudo pienso lo mismo, disculpe si es que se me escape su seudónimo característico, es que...
- No hay ningún problema, y es que aquí se me conoce mas por ese pequeño nombre.
- ¡Vale Pepito!
- No es por nada que le puse ese nombre a mis 2 primeras tiendas de dulces.
- ¡Pues felicidades por eso también Pepe! Me imagino que en tu casa también debes ser llamado "Pepito", ¿Verdad?
- Es que es de cariño, mi esposa lo utiliza casi diario, a excepción de cuando se molesta, ¡Suele llamarme hasta por nombre y apellido!
- ¡Entonces a usted le pasa lo mismo que a mí!
- ¡Pero por supuesto!
- ¿Y cómo iba por casa?
- Hombre vengo un poco preocupado con un tema.
- ¿Qué ha pasado?
- Usted conoce a mi abuela...
- ¡No me diga que se volvió a escapar!
- ¡Pues si hombre, que ya estoy cansado de la misma situación!, ¡Ni la ama de llaves se da cuenta!
- ¡Este mundo está loco! ¡Re-loco!
- Y ni que lo diga, ¿Por casualidad no la ha visto?
- Lamento decirle que no lo he visto mi estimado.
- Caray que enrollo.
- ¡Y ni que lo diga!
- Justo ahora me dirijo a ver en la estación policial.
- Esperemos que se encuentre por allí.
- Mas bien, si no está le haré saber para que me pueda ayudar a encontrarla.
- Cuente conmigo para cualquier cosa.
- Bueno, temo que debo despedirme.
- Todo tiene su final, ha sido un momento maravilloso el volver a encontrarlo después de tiempo.
- Igualmente para mi ha sido un placer encontrarlo por el camino.
- Cualquier noticia me la hace llegar para poder ayudarle.
- Le avisaré lo antes posible.
Ambos se levantaron y pagaron la cuenta.
- Sabe, creo que un dia de estos deberíamos organizar una reunión de nuestras familias, ya sabe, un almuerzo podría ser lo ideal para estas ocasiones, tal vez al aire libre.
- Me parece una excelente idea, ¡Procuremos que sea pronto!
- ¡Que así sea!
- Adiós Don Pepito.
- Adiós Don José.
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Mi Refugio (Relatos Cortos)
شِعرNada me recuerda a todo, y eso me arrebata el sueño... Preferimos pensar que nuestro accidente nunca ocurrió.