Grell Sutcliff, una shinigami de larga cabellera color carmesí, con un peculiar gusto por el color rojo, caminaba con su excéntrico andar por las instalaciones de la cede, pensando.
La dama de ojos color esmeralda se había enamorado hace mucho tiempo de su superior, William T. Spears, un hombre serio de cabello oscuro que parecía siempre querer apartarla sin importar cuánto intentara mostrar su afecto. Todo el mundo lo sabía, por supuesto, a excepción de ese hombre que siempre mantenía una expresión neutral sin importar qué...
Grell creía saber perfectamente la razón de esto y es que William no la tomaba en serio... justo como muchos hombres a lo largo de toda su existencia ¿Era tan complicado verla como la mujer que era?.
Comprendía que para algunas personas podría parecer algo... complejo el poder amarla, especialmente con todos los prejuicios que existían hacia las personas como ella, por lo que llegó a anhelar tanto el recibir amor que comenzó a comportarse cada vez más invasiva a cualquiera que le prestara la mínima cantidad de atención... necesitaba ese aprecio, sentirse importante para alguien más... Sin embargo, la única persona que ella amaba en realidad era ese shinigami estricto y enojon...
También creía que otra razón por la que William no parecía tan convencido por la idea era justamente este comportamiento con otros hombres, pensando que probablemente se trataba de alguien más en la lista de la pelirroja. Y todo esto no era una suposición tan errada ya que su superior mantenía aquella idea firmemente arraigada a su mente a pesar de que Grell lo amaba de verdad.
Necesitaba una prueba contundente de su más puro amor, mas no había ninguna idea específica que cruzara por su mente.
Miró a lo lejos a una bonita pareja, viendo el tierno gesto de la persona más baja al tener que ponerse de puntillas para poder alcanzar los labios de su pareja.
Había intentado aquello demasiadas veces, quería demasiado poder sentir su boca contra la suya... un beso, no necesariamente caliente, podía ser algo suave, algo que le hiciera sentir querida y amada, un beso de amor verdadero como esos de los cuentos de hadas.
No perdía nada con intentarlo una vez más, ya ni siquiera lleva la cuenta de cuántas veces había repetido esa acción sin un resultado exitoso, pero quien sabe, quizá hoy sería el día.
Se dirigió rápidamente a la oficina de su amado, abriendo la puerta de golpe, encontrando a su personita especial de pie, mirando unos papeles sobre su escritorio.
–Sutcliff, no es un buen momento– hablaba molesto con un aura negativa a su alrededor, aunque la contraria no llegó a percibir aquello como algo más que su mal humor mañanino antes de su primer café para despertarse por completo.
–Will, tengo que decirte algo importante– habló como si fuera la primera vez que confesaría sus sentimientos y se adentró aún más en su despacho, mientras el contrario apretaba los papeles en sus manos lleno de ira.
–Le dije que no estoy de humor– ella lo ignoró y tomó su cuello entre sus brazos.
–Wiruu~ necesito que te acerques solo un poco~– decía, intentando llegar a sus labios, pero lo que lo recibió no fue el choque de aquellos contra los suyos, si no la mano del alto hombre tomando su rostro con fuerza y empujándola contra la pared.
–¿Otra vez con sus tontos jueguitos Sutcliff? ¡Ya me tiene harto!– Grell levantó la mirada, observando a un Wiliam totalmente furioso, algo que la sorprendió enormemente.
Un escalofrío recorrió todo su ser, no era la mirada que solía tener cuando estaba molesto, esta vez era algo totalmente diferente, lleno de ira. Nunca le había gritado de tal forma, tan impulsivo, frustrado... realmente debió de haberle hecho caso cuando le advirtió que no era precisamente un buen momento, esta vez sí lo había jodido.
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Yo te amo || grelliam [pausada]
Romance"yo te amo ¿tu me amas?" Esas fueron las palabras con las que el shinigami color rojo declaró una vez más su sentimientos a aquel hombre de negro, pero en esta ocasión ocurre algo distinto... algo que lo hace cambiar... William arrepentido, trata de...