30 de noviembre, dos semanas antes del día de las rosas
Entré al salón de artes y con ansias mis ojos buscaron a Hanna, por lo que en cuanto la encontré me encaminé hacia ella.
— Hola, Rubia—saludé.
— Hola, Solecito.
«Solecito » es uno de los tantos apodos por los que me llama Hanna, este lo utiliza hace un tiempo, la verdad nunca me he dado el tiempo de preguntarle la razón, lo adopté sin decir nada y ella tampoco se ha molestado en explicármelo, después de todo mi amiga es insufrible con los apodos.
Me senté en asiento libre a su lado y la observé unos segundos antes de suspirar y comenzar a hablar.
— La he cagado y estoy a punto de perder la cabeza—mascullo sin siquiera dar un respiro.
— ¡Maldita sea, Donis!— reprende mirándome con el ceño fruncido—. Respira y explícame de que estás hablando, porque los dotes de adivina aún no los he desarrollado—se burló.
— Lo siento—me disculpé—. Brócoli« »ayer estuvo en casa— conté y fue la señal para que Hanna volviera a fruncir sus cejas—. Haciendo el trabajo para biología—aclaré—, y bueno, las preguntas respecto al incógnito del sueño no se detuvieron—suspiré—. Lo peor no es eso, sino que ahora está haciendo una maldita lista de sospechosos e incluso me preguntó si me gustabas tú—terminé de contar, con una mano me golpeé la frente, mientras que ella formó una mueca de burla.
— Estás guapo, pero soy de un Team distinto— soltó una risotada que me arrebató una sonrisa— ¿Y bien? ¿Qué le dijiste?
— Lo negué—respondí con evidencia recalcada en mi tono de voz.
— ¿Dijo algo a eso? ¿Cómo fue su reacción?— indagó.
A pesar de mostrarse atenta parecía estar absorta en su cabeza, como si encontrara sacando una conclusión.
— Pues no, o sea, no dijo nada directamente, pero había tensión en el ambiente— me encogí de hombros restándole importancia. En cuanto mis ojos volvieron hacia ella, entorné rápidamente mis cejas al notar el destello que pasó por los suyos—. No sé qué está pasando por tu retorcida cabecita, pero detente—advierto a lo que ella sonríe con cinismo.
— ¡Vamos, Solecito!—me dio un empujón amistoso—. Sé que su actitud te causa intriga, quizás podríamos crear un plan o...
La corté rápidamente.
— Nada de planes, Hanna—mantuve mis cejas fruncidas para dale énfasis a mi objeción—. Tú y yo sabemos que eso fracasará y podría dejarme en más evidencia—la apunté con mi dedo índice.
— Le quitas la diversión a la vida—murmuró—. Aún no te he contado nada y ya estás negándote—entornó los ojos, abrí la boca para hablar, pero me vi interrumpido por la rubia quién parecía estar ignorando mi negativa ante su idea—. ¿Qué tal un intercambio de rosas en anónimo?—movió sus cejas de arriba abajo.
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La Leyenda De Las Rosas© [El Poder De Las Rosas#1]
Teen FictionEl día de las rosas está a punto de llegar nuevamente. Esta tradición escolar que vuelve loca a el alumnado e incluso a los más adultos, se encarga de mover todo a su paso con el fin de conectar corazones. Donis y Hans por su parte, amigos desde ni...