14. Vacaciones

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Vacaciones, benditas vacaciones

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Vacaciones, benditas vacaciones.

Probablemente si no fuera por ellas, estaría acongojado detrás de un estúpido casillero, encerrado en un baño o con la cabeza metida entre un libro y no precisamente para leer.

Cuatro días de las jodidas vacaciones y tratando de mantener la cabeza ocupada me he leído todos mis libros más de una vez. Es una lástima, porque si no me detengo pronto me aborrecerán, ya casi comienzo a recitar los diálogos y todo. Esto se me sale de control. Tratando de entretenerme en algo más, opté por ver una serie: "Dawson's Creek" fue mi víctima, pero admito dolorosamente que no soy fan. No terminó de engancharme lo suficiente, analizando note que prefiero las películas, un final conciso y cerrado es mi estilo favorito.

— ¡Donis!—escuché que gritaron de la planta baja.

Me levanté de la cama en la que anteriormente estaba tumbado boca arriba buscando alguna idea de que hacer. Bajé las escaleras corriendo, cuando llegué abajo me encontré con Luce, Dulce y mamá vestidas como si fueran a meterse al congelador o algo así.

La observé confundido antes de decir cualquier cosa.

— ¿Qué demonios?—murmuré.

— ¡Cuida esa boca!—me regañó mamá—. ¿Te nos unes?

— Lo siento—me disculpé—. ¿Dónde se supone qué van?

— Vamos a pasear.

— ¿Con este frío?

Arrugué las cejas.

Dulce y Luce asintieron.

La idea no me agradaba demasiado, pero quedarme en casa solo iba aumentar mi ansiedad, por lo que les hice una seña de que me dieran unos segundos y corrí escaleras arriba. Ya en mi cuarto tomé una chaqueta negra, unas zapatillas y volví hasta donde estaban mis hermanas y madre.

• • •

— ¿Qué quieren comer?—preguntó mi madre cuando nos sentamos en una de las mesas del restaurante ubicada en el patio de comida.

Este era un lugar muy lindo, algo pequeño, ya que solo había un par de mesas rodeando una barra donde se realizan los pedidos.

— Quiero una hamburguesa—comentó Dulce.

— Creo que quiero lo mismo—dijo Luce de igual manera.

— ¿Tú, Donis?—preguntó mi madre al ver que yo aún no decía nada.

— Lo mismo, pero sin el tomate.

— Bien, iré a ordenar, espérenme aquí—avisó mi madre.

Me levanté junto con mi madre con la intención de ir al lugar que me tuvo delirando desde que llegamos: El baño. El frío hace que mi vejiga haga acto de presencia más seguido o esa era la justificación que mi abuela me daba cuando era más pequeño.

— Voy al baño—avisé, al ver la expresión ceñuda de mi madre.

Ésta asintió y cada uno se fue por su lado.

Encontrar el jodido baño fue un suplicio, parecía no estar por ninguna parte, pero luego lo descubrí un tanto retraído, justo en una esquina.

Ya de vuelta a la mesa observé atento el lugar, y casi me arrepentí de no dejar migajas de pan para marcar el camino, porque todo el espacio parecía igual, además, había un montón de gente paseando, la cual entorpecía la vista. Cuando al fin logré visualizar la mesa, me detuve de golpe al notar que Anna Smith estaba junto a la mesa manteniendo una animada conversación con mi madre. Es evidente que mi detenimiento no fue por ella, sino por su acompañante.

Hans.

Retrocedí en mi lugar, caminé a paso rápido hasta dar con un basurero no muy alejado del lugar, por lo que me escondí detrás del, y varias miradas extrañadas me llegaron de parte de la gente que circulaba por el patio de comida.

¡Métanse en sus vidas, malditos juzgadores!

Luego del fascinante beso que compartimos Hans y yo, nos separamos cuando nos quedamos sin aliento. Fue ahí cuando la realidad nos volvió a golpear, nos dimos una rápida mirada y cada uno se fue por su lado. En ese momento estaba tan aturdido por lo ocurrido que solo atine a correr de ahí y salí de la casa. Llamé de inmediato a Hanna para avisarle que me iría, ya que no quería estropear su noche, por lo que no la arrastraría conmigo si no quería. La rubia sin escuchar mis protestas respecto a que no era necesario que me acompañara, se subió a un taxi juntó a mí, y terminamos en una plaza columpiándonos mientras le contaba lo ocurrido. Ella no paraba de repetir te lo dije una y otra vez. No voy a negar el hecho de que estuve en una burbuja hasta el siguiente día, donde la realidad volvió a nublar cualquier signo de felicidad.

Pasó lo que más temía, salió corriendo.

Mil preguntas han rondado en mi cabeza, quiero las respuestas, pero me da miedo escuchar algo que me decepcione, por lo que no he tenido ni un solo contacto con el ruloso desde esa noche, y pensándolo bien, si al él le interesara hablar conmigo, ya me habría buscado.

Sentí una sombra frente a mí y mi corazón se detuvo unos segundos, pero en cuanto elevé la vista, me encontré con el rostro divertido de Luce.

Me relajé en mi lugar poniéndome rápidamente de pie.

Visualicé la mesa sintiendo como la tranquilidad volvía ser parte de mi cuerpo, mucho más cuando noté que la madre de Hans y el ruloso ya no estaban ahí.

— No preguntaré nada, por ahora, pero ya lo haré, Gatito sonriente—dijo cuando comenzamos a caminar.

Pasé uno de mis brazos por sus hombros y la atraje a mi cuerpo.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?—pregunté.

— No lo sabía, te vi escapar y te estaba buscando—comentó.

— Ya te contaré todo, cuando esté listo—dije sinceramente.

Ya no valía la pena seguir diciendo que no pasaba nada, cuando ya era más que obvio que si ocurría algo.

— ¿Lo prometes?—preguntó levantando la vista.

— Lo prometo, Luce—respondí.

Seguimos camino a la mesa donde nos esperaban unas deliciosas hamburguesas extra queso.

— ¿Dónde te habías metido?—preguntó mi madre.

— Estaba perdido, lo siento—mentí y le di una mirada a Luce, quien dio una mordida a su comida para disimular la sonrisa de burla.

— Nos encontramos con Anna y Hans, bueno, ellos vinieron hacia acá a saludar—comentó mi madre como si no lo supiera.

Desenvolví la hamburguesa tratando de lucir despreocupado, pero no lo estaba en lo más mínimo.

— Oh, qué lástima, no los vi.

— Me contaron que se irán de vacaciones a unas cabañas fuera de la ciudad a pasar lo que queda de vacaciones, ya sabes, navidad y año nuevo, suena genial ¿No creen?—sonrió, para luego agregar—: Deberíamos salir más seguido los cuatro—comentó mi madre haciéndonos sonreír.

Asentí y las gemelas me imitaron.

Por más que intentara negarlo si me había decepcionado que la familia Smith este año hubiesen optado pasar las fiestas fuera de la ciudad, debido a que generalmente organizaban una cena por navidad, y a veces en celebración del año nuevo, pero también creo que podría ser buena idea despejar la mente sin que mi corazón se alterara con la sola idea de tener que ver a Hans tan pronto, ya que no estoy seguro de que podría suceder. Además, es una buena instancia para reconectar con mi familia, disfrutar del tiempo juntos, quizás un maratón de películas nos vendría bien. Realmente deseo que todo siga genial el año siguiente. 

La Leyenda De Las Rosas© [El Poder De Las Rosas#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora