sushi

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—Su orden de maki está lista. Aquí tiene.—pronunció el chico pálido tras el mostrador, entregando una bolsa de papel marrón, que contenía una deliciosa dotación de rollos empanizados, maki y soya.—Vuelva pronto, por favor.—una blanca dentadura se asomó a modo de sonrisa para el cliente.

Así como vino se esfumó en cuanto divisó cerrarse la puerta de aquel restaurante japonés donde ahora trabajaba. La expresión de severidad volvió a su rostro, miró la hora en el reloj de su muñeca derecha y gruñó con fastidio.

Hoy es su aniversario con BeomGyu y aún no tiene la menor idea qué regalarle, siempre ha sido un poco bruto para estas cosa, no puede creerse que ahora tenga un novio; un precioso y sexy novio. Ya hace un año de aquel encuentro lascivo en el departamento del castañito, ¿quién diría que después de aquello se volverían pareja? Hasta se habían mudado al mismo departamento.

SooBin resopló, recargado en la barra a la espera de otro cliente u orden de las mesas esparcidas por el establecimiento. Ya daban las ocho de la noche, solo treinta minutos más y podría ir a buscar a BeomGyu para poder celebrar. ¡Pero estaba en pánico! ¿Qué demonios iba a obsequiarle? En el establecimiento abundaban las parejas de enamorados y eso lo presionaba más.

Iba a azotar el rostro en la barra cuando las puertas del restaurante se abrieron y por ellas ingresó un castaño precioso, de labios color cereza, cintura curvilinea y con los ojos más hermosos del universo.

Las pestañas de BeomGyu aletearon como alas de colibrí al divisar a su novio detrás de la barra de pedidos.
Las comisuras de SooBin se estaban levantando, dispuesta a formar una sonrisa, a pesar de preguntarse que ¿qué demonios hacía su pareja ahí?

—Lee, lleva esto al almacén ahora.—la voz del gerente interrumpió cualquier pensamiento que se estaba formando en la mente del pelinegro.

Gruñó molesto por la jodida interrupción pero desobedecer no era una opción, considerando que sólo llevaba un mes trabajando ahí. Tomó la caja entre sus manos y le dio una fugaz mirada a BeomGyu, quien se había sentado en la sección de la barra.

Caminó a regañadientes detrás de la zona de la cocina. Encendió la luz de la pequeña bodega donde guardaban especias, vajillas y demás productos, busco el estante correspondiente en alto para colocar la caja en su lugar.
Estaba concentrado en su trabajo, de verdad quería salir de ahí de inmediato, tomar a su novio y largarse a cenar con él.

No obstante, todo se sumergió en absoluta oscuridad, la luz fue apagada y el sonido de la puerta siendo cerrada lo alertó.

—Pero... ¿Qué mierda?—murmuró con la voz grave, quejándose de sí alguno de sus compañeros estaba gastandole una broma. Se dio la vuelta a tientas—¿Quién-...—las palabras quedaron en el aire, siendo obstruidas por deliciosos labios sabor sandía.

El aroma tan familiar a vainilla inundó las fosas nasales de SooBin, mientras delgados brazos se le enrollaban en el cuello y lo oprimían contra el estante.

BeomGyu.

—Disculpe.—habló con la voz más angelical que le había oído desde que iniciaron su relación—¿podría ayudarme con algo? Necesito que se baje el pantalón ahora mismo, por favor.—jadeó esto último.

La respiración del empleado se aceleró, apretando la serpenteante cintura del castaño.

—Beomie...—susurró SooBin sin ser capaz de separar los labios de la boquita feroz de su precioso ángel.

—Shh, amor.—colocó su índice sobre los labios temblorosos del mayor—Feliz aniversario.—musitó con una enorme sonrisa en el rostro, que incluso SooBin supo que brilló a pesar de la oscuridad.

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2020 ⏰

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