1. Los lunes no es el mejor día para todos

0 0 0
                                    

David
Caminaba por las calles del Buen Samaritano, alrededor el ambiente se sentía pesado y los alumnos con sus caras largas anunciaban que el lunes no es el mejor día para todos. Con la mirada baja y centrada en mis zapatos de vestir marrón me acerco a mi casillero en busca del libro de Historia. El comienzo de mis semanas comenzaba con algún personaje histórico y me agotaba para las siguientes clases. Suspiro y al cerrar el casillero me doy cuenta de una sola cosa: allí estaba ella. Margarita Di Stefano.
Venia caminando con su cabellera larga marrón, vestía el típico uniforme del instituto pero se le veía como si fuese una modelo de Victoria Secret, lucia perfecta. El brillo de mis ojos no duró mucho al ver quien tenía al lado, a su novio Brian Collado, el capitán del equipo de fútbol y su pareja desde hace 8 meses.
Siempre han sido Brian y Margaret, sin puntos ni espacios, la pareja perfecta del Buen Samaritano. Los dos tenían personas detrás de ellos pero siempre seguían juntos.
La vez que me enamoré de Margaret fue cuando la vi en la cancha de fútbol llorando, iba paseando el instituto en mi hora libre cuando me le acerqué, me senté en la misma banca que estaba ella y se asustó. Cuando levantó su cabeza para mirarme, sus ojos se cristalizaron y de inmediatamente la abracé.
A Margaret la conozco desde niños, por eso abrazarla no me asusta, ella vive a justamente dos cada de la mía y nuestras madres fueron juntas a la universidad. Siempre he sido el chico que está enamorado de Margaret y ella me ve como un hermano más. Después de estar abrazados, musité despacio:
-Puedes contarme con confianza, Margaret..- mientras veía en sus ojos confusión y decepción. Me dolía verla así.
-No quisieras que le odiaras, que nadie lo hiciera-suspiró- pero solo fue una pelea con Brian y estamos bien. O lo estaremos, no te preocupes.- Dijo mientras forzaba un sonrisa.
-No puedes permitirle que te trate mal, que nadie lo haga, nadie debe permitir un mal trato- Digo suavemente para que no sienta que estoy alterado. Cuando si lo estoy. Ella se levanta despacio, acomoda su falda y con su cabello hace una coleta alta, se ve tan linda. Y exclama:
-Ojalá todos los chicos fuese como tú, David- Comienza su camino hacia los salones y el timbre suena. Todos los alumnos salen y yo la pierdo de vista. Y luego comenzó a llover.
Un grito me hace salir de mis recuerdos y en cuestión de segundos veo a Bárbara Urbina. Ella es mi mejor amiga desde que entré al instituto. Es una chica un poco baja y robusta pero es tan dulce como una galleta. Y dentro de todos estos alumnos arrogantes y egocéntricos, es mi mejor compañía.

-¿Adivina quién vio todo un maratón de las películas Marvel y no estudió para historia?-me dice mientras busca a donde estoy mirando y se da cuenta- No, no fue ella. Déjala de mirar. Fui yo, tonto- Y empieza a caminar unos pasos lejos de mí cuando vuelvo a mi postura y la sigo.
Ella continúa hablando: siempre te he dicho que dejes de estar taaan pendiente de ella, siempre está con Brian y tú, bueno, tú eres tú.- Se detiene en la puerta del salón y antes de entrarse termina diciéndome- admirar de lejos no es amor.
Yo resopló y entro detrás de ella al salón, me siento en las sillas del medio y pongo mi libro en la mesa. Bárbara siempre me dice que me olvide de Margaret pero ella no sabe nada de amor y menos del que yo siento.

⌛️

Después de Historia, vino Biología y luego Artes hasta que sonó el timbre que más espero: el almuerzo. Aunque no sentía que encajaba con las personas de aquí, un descanso siempre será algo que me guste, mientras guardo mis cosas en el casillero haciendo tiempo de que Bárbara llegue e ir a comer juntos veo que del salón de Química sale Brian tomado de la mano de Margaret, ella me da una sonrisa de saludo y yo se la devuelvo. En el instituto no solíamos cruzar muchas palabras, debido a que ella siempre está con el equipo de fútbol y los más populares mientras que yo tenía poco amigos y era casi nulo al lado de ellos.
Caminaron hacia el cafetín y yo detrás de ellos, visualicé a Bárbara en la puerta y apresuré para no dejarla sola. Cuando los jugadores de fútbol pasaron enfrente ella bajó la mirada, Brian no era el único imbecil y sus amigos en algunas   ocasiones se han burlado de ella. Escuché que uno de ellos dijo:
-Cuidado muchachos, lo raro también se pega- mientras los demás lo acompañaban con risa. No duró mucho la burla cuando Margaret interrumpió exclamando
-Lo que sí se puede pegar es la estupidez que tienes en la cabeza, Guillermo- Él iba a refutar pero Brian le dio una mirada asesina.
Margaret miró comprensiva a Bárbara pero ella apartó la mirada de inmediato, era obvio que no le agradaba, hasta aseguraba qué Margaret era igual e ellos. Pero yo le afirmaba que no, Margaret no era como nadie, ella era única.
Al llegar a su lado, la abracé y empezamos a caminar hacia la mesa donde estaban nuestros otros amigos. Luis, Eduardo y Daniel. Esos chicos eran bastante graciosos y simpáticos, los conocí en mi vecindario y siempre hemos sido cercanos. Lo malo es que van un año mayor que nosotros.
-¡Hey chicos, aquí! - dice Eduardo mientras come su puré de papas- ¿qué tal este lunes aburrido? Quizás llueva más tarde pero no lo sé.; mientras Bárbara y yo nos uníamos a ellos, sentí una mirada sobre mí y al voltear a la mesa de al lado había unas cuatro chicas, que al contactar nuestros ojos ella se ruborizaron.

Volví mi mirada a mis amigos y todos me observaban con picardía. A pesar de ser un poco nulo al lado de los futbolistas del instituto, si tenía cierta fama, no estaba del todo cómodo pero tampoco me desagradaba la idea. La fama no surgió por mi belleza promedio, por los recitales de canto que daba en los actos escolares o por mis buenas notas. Todo nació por ser el hermano de William Gutiérrez. El mejor futbolista que ha tenido el Buen Samaritano.
A diferencia de él, aunque sepa jugar fútbol no me agrada, mi pasión es la música por eso no soy tan conocido como lo fue él. Por mi bien, él está en la universidad y no sabe qué no seguí con su trono de popularidad. Y no me arrepentía.
-Dejen de mirarme como unos tontos o también creeré que son mis admiradores. -dije mientras musitaba una sonrisa. Bárbara sacó de su bolso un almuerzo que se veía bastante delicioso, yo la imité y también saqué a la luz mi taza color turquesa en donde mamá envolvía mi almuerzo todos los días.
Los chicos empezaron a discutir sobre las películas Marvel, que ya al parecer todos habían hecho maratón y yo si había estudiado, mientras yo comía silenciosamente mi almuerzo. No soy de hablar mucho, solo cuando tengo inspiración, pero este lunes si se sentía pesado. Una voz llamó la atención de todos en el cafetín.
-Se les comunica a todo el alumnado del Buen Samaritano que las actividades del resto del día quedan suspendidas-se escucharon celebraciones al fondo- debido a que a las 7 de la noche tenemos la misa de la familia. Los esperamos a todos con sus respectivos representantes. Recuerden que es obligatorio.
Hubo unos segundos de silencio y luego todas las voces al unísono de conversaciones en cada mesa.
-¡Vamos al centro comercial y vemos alguna película antes de ir a casa!- dice Luis, sus lentes ocupan bastante espacio de su cara lo que sus ojos se hacen más grande- ¿te gustaría Bárbara?
Bárbara lo observa con dudas y Eduardo rápidamente exclama: Es decir, que si a todos les gustaría. Y Daniel suelta una risilla. Supe que algo pasaba pero no quise decir nada.
-Pues sí, yo creo que sería lindo pasar tiene todos juntos ¿no crees David?- Cuando iba a dar mi respuesta unos golpes de sillas nos hace voltear a unas cuantas mesas, Margaret sale apresurada y Brian hace un gesto de voltear los ojos pero se queda allí. Algo también pasaba allí. Quise levantarme e ir ayudarla pero mis amigos contaban conmigo.

Después de ir al centro comercial, no elegir cuál película ver y solo comer helado todos volvimos a casa. Ya eran cerca de las 4 y debíamos prepararnos para la misa de la familia, además, estábamos cansados.
Al llegar a casa estaba todo completamente en silencio, papá hace unos días había viajado por trabajo y mamá seguramente no había llegado del trabajo. Subí lentamente las escaleras para ir a mi habitación, frené en la puerta de William y sentí cuánto lo extraño. Al final era mi único hermano. Puse mis en el suelo de mi habitación y entré a tomarme una ducha.

Después de ducharme, me puse ropa de casa y empecé a hacer mis deberes. No me gusta dejar nada acumulado. Centrado en mis cuadernos escuché el toque de la puerta. Era mamá
-¿Cómo te fue hoy? Llegué un poco tarde hoy porque pasé a ver a tu abuela, te manda saludos y-suspira- el lunes no es mi día
-Los míos tampoco, mamá. Bastante bien y nada nuevo que contar, ¿irás conmigo a la misa de la familia?
-Mmm -pone cara pensativa- ¿tú y yo somos familia?
-Si-dije soltando una risa
-Entonces si-ambos soltamos una carcajada- por cierto, deberías usar aquella camisa azul que te queda muy linda. Yo iré a prepararme.-dice mientras camina hacia su habitación.
Tal como dijo mi madre, utilicé la camisa azul que tanto le gusta que use, esperé que ella estuviese lista, cenamos y fuimos a la misa.

⌛️

El padre explicaba atentamente algún versículo mientras yo con la mirada buscaba a Margaret, a los chicos ya los había visto unas banquetas atrás y los había saludado, no me preocupaban ellos.
Pero a Margaret no la había visto y ella nunca faltaba a una misa. Brian estaba junto a su familia y no se notaba nada alterado desde la última vez que lo vi. Mis pensamiento se vieron interrumpido cuando las puertas de la iglesia se abrieron dando a mostrar a la chica Di Stefano con su cabellera marrón, junto a ella estaba su madre y sus dos hermanitas.
Su familia se sentó en la banqueta que estaba detrás de nosotros, sentía la mirada de Brian siguiendo los pasos de Margaret pero quedé más sorprendido que ella se sentó justo al lado de mí.
Me toma la mano y le da un apretón rápido en forma de saludo, yo la mira con ternura y me doy cuenta que le pasa algo.
-Espero no te incomode sentarme justo a ti- dice susurrando y dándome una pequeña sonrisa de labios cerrados.
Los lunes no son el mejor día para todos pero hoy Margaret decidió sentarse a mi lado y eso ya lo hacía un buen día.
En la iglesia se escuchó el sonido de la lluvia, todos hicieron mirada extrañada pero la mirada que Margaret y yo compartimos fue de complicidad. Y yo sonreí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 11, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ojalá siempre llueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora