Capitulo 1

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Bailaban encima del escenario desmontable las doce bailarinas, usando el uniforme de color rojo traslucido con el cual se movían perfectamente, cada una jugando con la boa de tul en la forma que se les indico, todas resaltando a su manera, desde la joven de cabello negro como la noche y totalmente liso hasta esa pelirroja pecosa con rizos enormes y con ella una joven rubia de cabello ondulado que como las demás, era parte del espectáculo, todas bailando en un círculo que seguían según las manecillas del reloj, girando alzando horizontalmente su pierna y bajándola para, con los pies descalzos, todas ir al centro alzando los velos en una pirámide, dando un largo paso hacia atrás, jalándolos y soltándolos antes de dar un giro en el aire hacia atrás, donde tuvieron que atraparlo en antes de caer con los dedos de sus pies, arrojándolos tras de ellas y al aterrizar, tomándolo de nuevo con una mano de cada extremo, ganándose el aclamo del público por la difícil maniobra y dándole un infinito alivio a la rubia de nombre Diana, que continuo con su baile, estirando el velo y poniéndose de frente a su amiga de largo cabello negro y lacio

— Te dije que saldría bien —le aseguro confiada la joven llamada Anika, que estiraba su velo transversalmente al de Diana formando una x, causándole una risa de felicidad

— Les dije que podríamos hacer ese paso —agrego con una sonrisa confiada y arrogante, subiendo su rodilla igual que Anika, ambas estirando su pierna y luego cayendo al suelo con las piernas abiertas, girando el velo en un vórtice propio— fue pretencioso, sí, pero tenemos un excelente y capaz grupo de baile capaz de hacerlo realidad

— Diana, palabras~ —le recordó Anika, sacándola de ese estado por la risa a carcajadas que le causo

— Jajaja, cierto, cierto. Mi error —acepto, de repente soltando el velo y antes de que cayera, fue sujetado por Anika y el de Anika por Diana, mientras la música de pandereta y castañas se iba haciendo más suave, con las bailarinas girando, seis yendo hacia atrás y seis hacia adelante, con pasos suaves intercalando sus pies, en una suave caminata, dándose las espaldas y de repente girando, con las bailarinas de la parte trasera estirando sus velos trasversalmente con la flauta sonando e inclinando en la misma cantidad de grados su torso, sonreían mientras las del frente dejaban su mano en su pecho, poniéndose de rodillas y acostando su espalda en la madera, viendo a la audiencia sonriendo y estirando en el suelo el velo hacia ellos, de repente todas haciendo mover en ondas el velo, escuchando los últimos sonidos de la flauta que emulaban una risa y corriendo juntas tras bambalinas, acabando el baile.

Fueron todas juntas riendo con la emoción de una primera presentación de un nuevo baile perfecto, todas se sentían orgullosas tras mucho ensayo y prácticas, pero ninguna estaba más feliz que Diana, sonriendo y uniendo sus manos cerca de su boca, consideraba esta noche como una tan importante como su primer baile en su debut, puesto que de cierta forma este era un segundo debut solo que esta ocasión, lo era como coreógrafa, dándole una nueva profesión que ya quería perfeccionar. Amaba ese lugar, a sus compañeros, a sus compañeras de baile, su jefe, el ambiente, ese circo era su hogar luego de perder el suyo aquel día en que el rey de Sidonia al que jamás llamaría padre, le arrebato a la persona que solo cometió el pecado de estar en el lugar y momento equivocado. Nació con aquella sangre que le debía de dar por lo menos el derecho al trono de Sidonia, un país donde las mujeres podían ascender al trono y curiosamente, la que actualmente se sentaba en este como reina era la que lo heredo por sangre, a diferencia de su marido y padre de Diana, pero ella no era hija de esta reina, sino de una joven de ojos azules como el cielo que no tenía a donde ir e inocentemente acudió a palacio desde la puerta de servicio, aquel día sin dinero, emigrando de un remoto pueblo azotado por una enfermedad que se llevó a su familia y sabiendo bien que una joven sola en un pueblo enfermo no estaba segura, no pudo hacer más que vender lo poco que tenía y armarse de valor para ir a la capital, mucho más segura y saludable donde pretendía buscar un primer y último trabajo para el resto de su vida de ser posible. El palacio era una opción poco creíble para algunos, era después de todo un sitio donde incluso las damas solían venir de algún linaje, pero ella no buscaba necesariamente servir a una princesa, duquesa o marquesa, solo buscaba hospedaje y un trabajo que pudiera hacer por años y eso era algo que pelar papas o lavar ropa podía proporcionarle; así que limpiando sus lágrimas y tragándose su dolor sin olvidar su luto, fue el primer día que llego a esa puerta, llevando una lista mental de sus talentos y servicios que irónicamente, no necesito dar muy pronto ya que cuando fue y descargaban la comida recién llegada, ella solo debió pronunciar las palabras "Buenos días. Mi nombre es Athana y busco trabajo" cuando antes de preguntar por la encargada, fue interrumpida por el hombre al que le hablo, que rápidamente le dijo que llego en buen momento y que fueran a recoger los sacos, dándole una enorme felicidad y corriendo a ayudar. Luego de eso fue un día entero de trabajo hasta que conoció a la jefa de mucamas quien le pidió hablar a solas, pregunto su historia, nombre, le dio un uniforme, cuarto y una advertencia sobre las reglas del palacio, la mayoría típicas y que ella ya esperaba además de asegurarle que necesitaría aprender algunos protocolos que ella prometió aprender y sobre todo, recordar que ella era un fantasma en el palacio, existía pero no debía molestar a los dueños ni aparecer sin que la llamaran o no fuera su lugar. Todas estas eran cosas que Diana sabia por historias de su madre, pero lo siguiente, era algo ambiguo para ella, cosas que Athana considero que no debía decírsele a una niña en manera detallada, pero subestimo un poco a su hija y eso era mucho decir ya que la tenía en una alta estima. Athana llevaba un tiempo trabajando en el palacio, tenía una zona asignada para limpiar y el resto estaban fuera de su jurisdicción, la zona que le tocaba cambio cuando tomo experiencia y paso a ser las que más debían estar limpias y estas eran la que los reyes y príncipes concurrían; pero el problema existente y que ella no sabía era el que no se escondía lo suficiente, ya que pensaba que nadie la buscaba, pero no era así, pues había rumores de lavadero que escuchaba y consideraba exagerados sin saber que eran totalmente ciertos "Escuche que el rey no le es totalmente fiel a la reina", "yo que tiene más de una amante", "ustedes solo escucharon pero yo lave sabanas del cuarto de una invitada con un olor extraño de un cuarto ¡del que el rey salió!", "¿esas que tenían sangre y ese olor a sexo?", "debe tener fantasías extrañas"; es cierto que no eran su problema y no los repetía pero si los escuchaba, no había mucho para entretenerse salvo el trabajo y las historias de nobles y chismes eran como escribir una novela entre todas mientras hacían sus labores que ya les salían mecánicamente; así lo veía Athana, como una novela hasta esa noche donde trabajaba en la cocina, solitaria pues debía terminar los postres para la celebración del primer cumpleaños del príncipe heredero, hijo de la reina y la cara de su padre. Todas estaban atareadas y cansadas así que planearon ir a dormir y continuar mañana, pero Athana prefería acabar ese día y luego tener el que era su día libre por derecho y no quería dejar trabajando por no acabar esa noche. No sospecho nada cuando la puerta se abrió y continúo amasando para las tartas, pero las pisadas eran más pesadas de lo común y eso pudo extrañarla, volteando y de inmediato dejando sus ojos en blanco cuando una mano tapo su boca y le ocurrió lo peor que podría pasarle a una mujer. Diana no sabía los detalles y Athana no quería recordarlos, solo le conto que, al día siguiente, todos los postres estuvieron listos y ella no salió de su cuarto donde nadie escucho sus llantos.

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2020 ⏰

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