Capítulo 03 | Confusiones dolorosas |

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Me levanto sobresaltada, por la alarma de mi celular

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Me levanto sobresaltada, por la alarma de mi celular. El libro se quedó abierto en mi pecho, luego de leerlo y quedarme dormida. Tomo mi almohada y colocándola en mi cabeza, suelto un grito hacia ella. Comenzar un nuevo día, siempre me ha costado.

Admirando mi aspecto en el espejo, veo la falda tubo negra con la blusa que hace contraste, de color morada. Doy una vuelta en mis tacones, mirando mi trasero.

─No se ve mal─ observo, dándome una sonrisa.

Termino de colocarme un poco de labial de sandía en mis labios, para tomar las llaves del Neon, recordándome que lo tengo que llevar al mecánico, porque ahora dispongo de ese cheque en blanco. Saboreo mi labio inferior, al pensar en Alejandro.

─En serio, tienes que salir de mi cabeza.─ Digo, cruzando la puerta del departamento.

Cuando entro a clínica luego del que trafico me dejara atareada. Caigo en cuenta de que es día de cobranza. Y las personas suelen estar ocupadas u atareadas. Decido irme directo al laboratorio sin molestar a Anna, que se veía alterada. Me deslizo la bata blanca por mis brazos y me ocupo en mi asiento esperando el arduo trabajo que me espera. Sin pasar dos minutos el Señor Porkerface, alias mi jefe, entra al laboratorio y me exige unas biopsias que me mandó a organizar.

─Señorita Capuleto, necesito los análisis, ¿podría proporcionármelos?─Pregunta impaciente. Dejando su mirada, dándome un escaneo.

─Claro, espere un momento.─ Me levanto a revisar el archivero y siento su mirada en mi trasero ¡Pervertido!, que disfrute la vista, porque, nunca tendrá más que eso.

─Aquí tiene, señor Rodríguez─ le entrego una carpeta y una sonrisa falsa se acompaña de la acción.

─Está bien, por ahora limítese solo a trabajar─ acota. ¡¿Qué?! ¿Qué cree que he estado haciendo?, ¿Rascándome el trasero acaso?... ¡Hijo de...!

─Está bien, señor─ me limito a decirle, antes de lanzarle un puñetazo en la cara a ese Porkerface. Ya ni sé cuánto aguantaré en esta clínica, llevo ya un tiempo. Pero me seguiré amoldando... no podré conseguir trabajo tan fácilmente.

Después de pasar una hora organizando todos los análisis, la recepcionista entra al laboratorio. Llamando mi atención.

─Hola, Katherina, el señor Salvatore la solicita en su oficina─ informa, sorprendiéndome.

─Está bien, gracias.─ Digo, viendo cómo ella sale.

Me levanto, alisando mi falda, dejo la bata en un perchero, para cruzar el marco de la puerta ¿Por qué me llamaría? Me pregunto. ¿Acaso quiere despedirme, o quizás, volverme más loca?

Subo al ascensor, y me dirijo a su oficina. Sin esperar permiso de su asistente, de voz chillona, voy directo hacia su puerta, dándole unos golpeteos a la puerta.

© TÓCAME [Sentidos # 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora