Sal

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Habría dado cualquier cosa por salir de ese coche. Llevaban cinco horas en carretera, el sol daba de lleno en la luna delantera y la botella de agua hacía rato se había acabado. Maldita sea, ¿es que no va a aparecer el estúpido mar en el horizonte? Pensaba la chica atrapada en aquel atúd ardiente con ruedas.

-¿Falta?

-Falta- suspiró la madre- pero tranquila, a unos cincuenta quilómetros hay una gasolinera. Pararemos y compraremos algo para beber.

-Si no se derriten las ruedas.

-Clar, por favor, a mi me gusta menos que a ti el calor la mudanza y todo este follón- Suspira de nuevo- Pero hay que hacerlo.

-Mamá, déjalo.

-Vale.

Un silencio incómodo, únicamente interrumpido por el sonido de fondo del motor se extiende por el coche. La joven tiende la mano y enciende la radio. Suena una canción antigua que no conocía, pero su madre se anima y se pone a tararearla. Clar esboza una leve sonrisa al ver la repentina motivación de su madre. Ella la quiere, pero eso de haberla arrancado de la ciudad que la vio nacer, en la que lo tenía todo, sin darle más que tres días para despedirse y sin pedirle su opinión la ha dejado tocada. Hace tiempo, lo pasó muy mal en el colegio. No tenía amigos, y era como un patito feo, pero en el último año todo había cambiado. Su cuerpo maduró, y se volvió la tía más guapa de la ESO. Empezaron a interesarse por ella y tuvo al fin su pandilla.

Frenazo en seco. La joven sale de sus pensamientos y se preocupa por lo que ha pasado.

-¡Mamá!- Su madre clava la vista en la carretera- ¿Mamá?

Clar le toca el brazo y esta le mira.

-Perdón... esque se me ha colado un perro... grande.

-¿Un lobo?

-Sí, puede ser. Dado que estamos en un bosque.

-Mamá, ¿estás bien?

-Si, si... estoy genial.

-Pues arranca que aún queda camino.

-Si. Voy.

Su madre suelta poco a poco el pedal del freno y pisa el del acelerador.

Un par de minutos después, su madre vuelve a ser la de siempre.

Sus ojos se cierran. Tiene mucho sueño. Al final bosteza y se rinde, dejando que el sueño la arrastre hondo.

De repente se ve en la playa fluvial, con sus amigas de siempre.

-Que bien te queda ese bikini. Además, es precioso.

-Tere, me lo compraste tu por mi cumpleaños.

-Ya. Por eso lo digo.

Tere es su mejor amiga. Su pelo negro y sus ojos oscuros le hacen una cara preciosa. ¿Que haría sin ella?

-Venga chicas, qué haceis ahí, si el mar está allí.- Grita Carol desde la orilla.

-Va venga, un bañito- Se levanta Paula.

-¿Por que no?- La sigue Sarah.

-Si vamos- Dice Teresa.

-No Tere yo paso.

Teresa corre junto con las otras tres chicas al agua. Se tiran a la vez al agua helada del río y nadan, gritando y montando escandalo. Esque le dan vergüenza ajena, pero aun así, las quiere.

SaladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora