Forastero En Casa.

316 29 1
                                    

Apenas vió el gran cartel en la orilla del camino sus pasos se detuvieron.

Lo había hecho, había vuelto.

Su cuerpo sudoroso sólo le pedía llegar a la comodidad de lo que un día fue su hogar y tal vez, en el fondo, nunca dejó de serlo.

Miro fijamente la frase debajo del nombre de su pueblo, el que defendió ferozmente "Donde todos son bienvenidos".

Una ola cálida de sentimientos le inundó y dio los últimos pasos para estar oficialmente en el lugar.

Avanzó el par de metros que le faltaban para llegar a la civilización y los murmullos a su alrededor no tardaron en aparecer.
Iba totalmente cubierto así que dudaba que se le reconociera.

El calor que tenía desde hace horas y la espera de una bienvenida más amable le hicieron descubrirse el rostro con experiencia.

Un par de exclamaciones seguidas de un silencio inundaron el lugar, espero lo peor.

Cerró los ojos por un momento y en lugar de los reclamos que sentía ya en el aire, un montón de aplausos le congelaron.
Incluso podía decir que escuchó a una que otra persona llorar mientras el pueblo celebraba el regreso de uno de sus héroes, sus ojos comenzaron a escocer.

Saludar a cada uno de los habitantes le llevo más tiempo del que esperaba, pero, ya sentado en una banca con la brisa del lugar y alimentos cortesía de los contrarios le hicieron fácil pasar ahí horas, aparte, sentía que se lo merecían.

Ya entrada la tarde y seguramente con la noticia extendida hasta sus antiguos compañeros le pide antes de retirarse al cartero del lugar que entregue un par de cartas a los contrarios, acordando verlos a casi todos en unos dos días, alegando que dormiría como tronco el primero de ellos.
Bien podría haber hecho eso, pero el primer día estaba reservado para algo más especial, para alguien.

Raúl siempre se consideró alguien libre.

No importaba la situación, el lugar o las personas, nunca terminaba de sentirse totalmente comprometido a algo.
Sabía que podía tomar sus cosas y largarse siempre que quisiera.

En retrospectiva, esa fue una de las razones que lo hizo huir del lugar en medio de la noche, sin decir nada a nadie, sin dejar un rastro.

Su miedo.

Irracional y tonto, pero al fin y al cabo era algo que lo había definido por mucho tiempo.

Eso cambió con Luzu.

Antes de darse cuenta se había enamorado.

Y cuando la realidad de sus sentimientos le impactó como un puñetazo en el rostro, escapó.

Asustado de la magnitud de sus emociones y lo que podría llegar a pasar si se dejaba llevar por éstas.

Y por esa misma magnitud, fue que no pudo pasar más tiempo lejos del castaño.

Había descuidado lo que construyó con el contrario e incluso podía haberlo roto, era consciente de que sus acciones tendrían repercusiones, así que cuanto antes, tomó sus pertenencias y volvió a su hogar.

Al único sitio donde se había doblado de la risa con sus comentarios aún con los ojos cargados de sueño por alguna misión.

Donde podía cantar, gritar y bailar con libertad en las mañanas felices que despertaba a su lado y decidía sorprenderle con un desayuno en la cama.

Con quien los silencios compartidos le daban paz y eran sólo interrumpidos por besos fugaces y sonrisas confidentes.

Con él.

Había fastidiado lo que tenían pero estaba más que dispuesto a arreglarlo.

Así que de entre las varias cartas que pidió fueran entregadas había una sola con un texto especial, con un acuerdo entre ambos como los de antes.

Tomó sus cosas con rapidez y se despidió de los pocos habitantes que aún permanecían a su alrededor, dispuesto a llegar antes de que cayera la noche, corrió con soltura en dirección a su vivienda.

Un par de peligros esquivados después, llegó a su casa.

Permanecia exactamente igual que como la había dejado.

No se molesta en revisar el correo, en cambio, se apresura a revisar que las mascotas dejadas atrás y cuidadas por su amigo Adam estuvieran bien.

Una presión en su pecho que no notó hasta que al ver a Frederick en su recámara desapareció.

El ave estaba en perfectas condiciones a simple vista y cuando reparó en su presencia dio pequeños pasos en su dirección, hasta poder descansar la cabeza en su pierna.

Esa fue la primera  vez que lloró desde que llegó a su hogar.

Le debía un buen agradecimiento al bibliotecario por cuidar de sus mascotas aún desde antes de irse, mientras llevaba al ave en brazos hasta los pies de su cama, anotó mentalmente invitarle a cenar después de arreglar las cosas con Borja.

Se dejó caer rendido después de tantas emociones y camino recorrido.
Lo primero que escucho al despertar fue el incesante picoteo en el suelo de su mascota, exigiendo alimentos.

Salió de su cama más despierto y entusiasmado de lo normal, camino directamente a la entrada de casa y reviso el correo en busca de alguna carta con la letra del castaño.

Trato de mantener un buen ánimo cuando no encontró rastro de dicha respuesta, a pesar de sentir como algo se desinflaba dentro de él, volvió en sus pasos y se dedicó por un rato a ponerse presentable para su encuentro con el contrario.

Alimento a Frederick antes de emprender el camino a la casa del chico que amaba con actitud renovada después de una ducha, no podía exigirle nada a Luzu.

Él era quien se había alejado de lo que tenían y si le hubieran hecho eso en una relación, mínimo un puñetazo se llevaban.

Así que una vez se puso en los zapatos de Borja, comprendió.

Había vuelto por la promesa y nada lo detendría para cumplirla.

























Esto se tenía que publicar hace mucho así que pretendan que falta una semana para Navidad y no un par de horas 🅰🅰🅰

Un beso.♡

Susurros Antes De Navidad                                    ꧁Luzuplay꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora