- Entonces, le dio un último golpe y con eso gano la bendita pelea, no sabes cómo estaba de intensa. – relataba emocionada miranda la última pelea del mejor amigo de su novio.
- Espera, entonces te volviste a emocionar, porque dos tipos se golpeaban por casi una hora. – le volví a preguntar lo que ya sabía de memoria.
- Claro que si Ema, tienes que acompañarnos una vez por lo menos para que sepas de lo que te hablo. – por quinta vez en esa semana me insisto para que los acompañara a una de las dichosas peleas.
- Sabes que no tengo tiempo para esas cosas, con el empleo, la universidad, con mi mamá y mi pequeña hermana, estoy escasa para hacer cosas como las que tú haces. – le volvía a decir por décimo quinta vez en esa semana. – y ya me tengo que ir porque si no llegare tarde al trabajo, nos vemos. – le dije mientras veía mi reloj.
Tampoco le dejé terminar ya que tenía el tiempo contado, después de esa platica ocasional con miranda, me dispuse a encaminarme a la parada de autobuses, como siempre espero exactamente cinco minutos para que llegue el autobús que me lleva al trabajo.
Después de una jornada del tedioso trabajo de mesera en uno de los restaurantes más finos de la ciudad y de haber soportado a mi gerente con el acoso, regrese a casa para terminar la tarea que tenía pendiente y para saber cómo le había ido a mi madre ese día. Llegue a casa a la misma hora de siempre y como esperaba ver las luces de la sala estaban encendidas, me forcé para sacar una sonrisa que pudiera ocultar el cansancio del día, para cuando estaba más lista me dispuse a entrar a mi casa.
- Ya llegué ma. – le hice saber ya que no la veía por ninguna parte de la casa.
- Hola Ema. – me saludo meredith desde las escaleras.
- Hola meredith y ¿mi mamá?
- Está en su cuarto, no se quiere tomar el medicamento que le toca a esta hora. – menciono un poco cansada.
- Tranquila, deja lo intento yo ¿sí?
- Si quieres intentarlo no hay problema.
Con eso me dirijo escaleras arriba hacia el cuarto de mi madre, como siempre hago trate de verme tranquila y relajada, antes de entrar al cuarto. No toque antes de entrar al cuarto de mi madre, la busque en su cama, pero no estaba en esta, sino que estaba para en la ventana viendo las estrellas.
- Mamá, ya llegué.
Con esto logre que mi madre me volteara a ver, se le formo una pequeña sonrisa cuando me reconoció.
- Qué bueno hija. – me dedico una bonita sonrisa.
- ¿Cómo te la pasaste con meredith hoy?
- Esa mujer nada más quiere que esté tomando pastilla tras pastilla.
- Mamá, recuerda que es para que te mejores.
- Estoy en perfectas condiciones hija.
- Entonces te tomaste todas tus pastillas ¿verdad?
- Claro hija.
Le lance una mirada con los ojos entrecerrados y la boca en un pequeño puchero, ya que en definitiva ella me estaba mintiendo.
- Según meredith no te tomaste las ultimas pastillas te hoy.
- Esa cotilla, no debería de meterse en mis asuntos. – murmuro un poco molesta.
- Mamá lo hace porque te quiere sana al igual que yo.
- Ya te dije que estoy bien, el doctor se equivocó con el resultado de esos análisis y lo sabes.
- Está bien mamá, pero por lo menos tomate las pastillas que te tocan a esta hora ¿sí?
- No lo sé.
- Por favor, ¿por mí?
- Está bien.
Esa noche, como las anteriores no podía dormir debido a los resultados que me había dado el doctor esa semana, me resultaba deprimente el hecho de que mi madre tenía su enfermedad más avanzada y ella estuviera de terca con los medicamentos. Cada vez estaba más estresada con todo, mi carrera, mi trabajo, mi vida. Cada maldita cosa tenía que estar en orden para que todo saliera de acuerdo al plan, o bueno eso era lo que intentaba hacer parecer a las demás personas. No quería entrometidos en mi vida personal, solo estarían de chismosos, queriendo controlar y demandar como si yo les debiera algo, justo como el hombre al que solía decirle padre.
Esa semana se había pasado un poco rápido, ya era viernes y como siempre estela me tenía agobiada con lo de siempre.
- Ya te dije pequeña gorrosa, que no tengo tiempo para llevarte esta semana.
- Pero Emma.... Por favor. - empezó hacerme pucheros.
- Bien. – dije dándome por vencida. – pero para final del año quiero ver en tu boleta puros dieces.
- Siiiii, sabes que siii. - Con eso se fue a su cuarto, para acomodar sus cosas.
Estaba decidida a aprender a decir que no con ella, pero por más que lo intentaba, esa pequeña lograba convencerme de una manera u otra. Con eso en mente nos dirigimos hacia el bendito lugar.
ALEXANDER
- Te lo juro hermano, ella es la indicada para mí.
- Pero no crees, ¿qué es muy pronto como para que le pidas matrimonio? – le pregunte mientras repetía los golpes al saco.
- No, hermano. Hasta eso, ya me tardé mucho. – se le veía tan diferente a como lo conocía, pero si estaba feliz, yo no iba a ser un impedimento de su felicidad. Aparte es buena chava.
- Y pensar que eras un mujeriego de primera.
- Oh cállate, que cuando llego cierta chica estabas igual o incluso peor que yo grandulón. – dijo burlón. – por cierto, enserio no volvió a parecer?
- Créeme que la busque hasta con mi último recurso, pero no. Ya no volví a saber de ella. Como si se hubiera borrado de la tierra.
- Demonios, ¿y si era un fantasma amigo?
- Cállate imbécil, ella era real, aunque parece que fue un sueño todo.
- Te creo, ella me caía bien.
Y con eso último, el idiota de mi mejor amigo me dejo pensando un buen rato. A decir verdad, jamás me había puesto a pensar, en eso del amor, era firme creyente de que el amor no existía, hasta que llego cierta chica con ojos color chocolate. Lastimosamente, como llego se fue, jamás volví a saber de ella. No después de aquella tarde en donde por primera vez en la vida había hecho el amor con alguien, ese fue un día muy agridulce. Intente buscarla, pero no obtuve resultados fue como si hubiera sido un sueño todo lo que vivimos.
Después de terminar el entrenamiento y despedir al idiota que tengo por mejor amigo, me fui caminando a mi departamento ya que no quedaba lejos del gimnasio. A lo lejos pude ver a cierta chica que no sacaba de mi cabeza desde hace tiempo entrando al supermercado, corrí lo más rápido que pude para alcanzarla. Entre y empecé a buscarla, pero, así como la vi, ya no la volví a ver, de nuevo. Como la otra vez que creí verla en el hospital o en el parque con una niña. Es como si solo fueran visiones de mi estúpida cabeza.
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Otra oportunidad
Teen FictionEs posible, necesitar una segunda oportunidad para el amor?