Capítulo 2

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- Aun no puedo creer que me hayas convencido en venir de nuevo aquí.

- Yo también te quiero hermanita. – me dijo mientras corría adentro del lugar.

Aquí estábamos de nuevo, en la academia de baile de doña rosa. No me malinterpreten me encanta bailar es uno de mis pequeños secretos, lo que no me gusta es que cada vez que venimos, es que me hace recordar viejos tiempos, en la mayoría buenos.

- ¿Y cómo han estado querida?

- Bien, rosa. ¿Y ustedes?

- Hemos tenido mejores tiempos querida.

- ¿Necesitan algo?

- No, querida. No te preocupes. – menciono restándole importancia. - mejor baila con nosotros, como solías hacerlo de pequeña.

- Oh rosa, no creo que tenga tiempo. Solo venimos por que los extrañamos.

Ándale, no seas terca. Aunque sea un baile. – me miro cálida, como solía hacerlo cada vez que venía de niña. – ándale, por los viejos tiempos.

No necesito más para que cediera, y aquí estoy, preparándome para bailar enfrente de muchas personas. Bueno no tan exagerado, solo unas cuantas personas que me conocen desde que estaba en el vientre de mi madre.

Se empezó a escuchar la música y supe que era mi entrada, cerré mis ojos y sentía como con la música me empezaba a moverme. En las únicas ocasiones en las que bailaba, era solo para complacer a mi pequeña hermana y, bueno, cuando conocí a cierto chico con ojos color verde. Era un grandioso chico, le di todo de mí y sé que el también me lo dio todo, lastimosamente lo tuve que dejar, en ese tiempo mi padre nos llegó con la noticia de que se iba, ya que la chava con la que se estaba viendo estaba embarazada, después me entere de la enfermedad de mi madre. Y tuve que dejar a ese chico, después deje de bailar, solo lo hacía en situaciones como esta.

Para cuando los volví a abrir, la canción había acabado y con ello mi baile, todos estaban serios, pero de un momento a otro empezaron los aplausos, rosa estaba a nada de llorar y mi pequeña hermana, vino corriendo a abrazarme.

- Estuviste fantástica, Emms.

- Gracias, pequeña.

- Aun no entiendo, porque no aceptaste esa beca en esa universidad prestigiosa Emma. – menciono rosa, cuando decidió acercarse a nosotras.

- Por las circunstancias rosa.

- Cierto. – dijo haciendo un pequeño puchero.

Para cuando termine de cambiarme y de decirle a estela que se preparara para irnos a la casa cuando rosa se acercó a mí. Se le veía triste.

- ¿Qué sucede rosa?

- Solo estoy un poco enojada con la vida cariño.

- ¿Porque, rosa? ¿Sucedió algo?

- No querida, tranquila. Es solo que hubieras sido una grandiosa bailarina, pero la vida se empeñó a negarte eso.

- Ay rosa, sabes que no es así.

- Sabes que si mi niña, si tu pendejo padre no hubiera hecho lo que hiso, tu madre no se hubiera enfermado y tu estarías bailando por todo el mundo.

- Rosa, el que Sergio se metiera con esa mujer, no provoco la enfermedad de mi madre.

- Bueno no, pero ahora no estarías con tantas cargas y responsabilidades.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora