Por cien años más

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Cuando la vi pude reconocer al instante que no era casualidad encontrarnos, era algo predestinado, era algo que estaba escrito que tenía que ser y no dudé ni un segundo para atraparla.

Siempre parecía irradiar luz, esperanza, bondad, pero yo siempre era todo lo contrario, nunca supe transmitir un sentimiento de tranquilidad, las personas se alejaban de mi porque evocaba esta presencia oscura, amarga, asocial que simplemente me apartaba de todo el mundo.

Tu no viste eso.

—¿Puedo ponerte un sobrenombre? —preguntaste con una sonrisa que inevitablemente me hizo sonrojar, a su lado siempre descubría una reacción nueva, algo que solo ella causaba.

—¿U-un apodo?

—¡Sí! Algo como... —Lo pensaste arduamente hasta que en un par de minutos lo gritaste sobresaltándome— ¡Kirito! ¿No te parece original? Tiene parte de tu apellido y nombre, me parece fantástico.

—Si a ti te gusta por mi está bien.

Estaba muy feliz por su invento, a todo momento del día me llamaba por ese apodo, tanto así, que los pocos amigos que tenía empezaron a hacerlo también. No me molestaba, porque cada vez que lo pronunciaba iba acompañado de su gran sonrisa y amaba eso, aunque no se lo decía.

La amaba tanto que se apropió hasta de mi propia identidad, pero eso solo fue lo más insignificante que tomó de mí.

Después de nuestro año de relación insistió tanto por conocer a mi familia y que yo conociera a la suya, no me importaba presentarla, ellos ya sabían de ella, inevitablemente fui muy transparente y al llegar a casa un fin de semana con algunas compras y algo relajado, lo primero que me dijo mi madre fue algo como "¿Quién es ella?"

No era un mal hijo, pero detestaba tener que viajar para verlos, así que, solo iba en ocasiones especiales y nunca era tan detallista como para llevar algún presente, pero como Asuna iba a salir con sus padres, me convenció de que debía hacer lo mismo ese fin de semana y ella mismo se encargó de las compras que llevé, me conocía tan bien como para saber que lo olvidaría.

Y en otro fin de semana cualquiera llegué con ella, fue divertido porque a pesar de que fue su idea, estaba muy nerviosa.

—Debiste avisar que vendríamos, puede que no se encuentren o tal vez no hay suficiente espacio, puede que alguien más este de visita —me recrimina, sonaba algo enojada, pero eso solo me hacía sonreír.

—No tengo por qué avisar, es mi casa, recuerda —Le doy un pequeño golpecito en su frente y sonrío más al verla avergonzada, con ella, sonreír era parte de mi rutina.

—Pero tenías que advertirles de mi llegada... No quiero incomodar.

—Ellos me conocen, no pasara nada —entrelazo nuestras manos y la animo a seguir el camino a mi casa.

La amaron ¿Cómo no? Ella era del tipo de persona que deja a todos encantados, las personas pedían unos minutos sola para poder seguir hablando con ella y no romper el hechizo en el que te envuelve sus ojos.

Ese día le entregue la cosa más preciada en mi vida. Mi familia son esas personas que siempre estuvieron conmigo desde el principio y hasta el final, pero no vacilé en entregarle la confianza familiar que valoraba, porque sabía que ahora ella formaba parte de ellos.

Ella era mi familia.

En una ocasión, Asuna decidió quedarse en mi casa, preparó la cena, vimos películas y en algún punto nos quedamos dormidos, pero desperté a medianoche por alguna razón, pero no me molestó porque pude apreciar lo más hermoso en mi vida.

Ella se encontraba apoyada en mi pecho, abrazándome con un brazo mientras que la luna la iluminaba desde el cielo, nunca había estado tan feliz por olvidar cerrar la cortina. Siempre pensé que Asuna y la luna tenían una estrecha cercanía, ver como su pálida piel se iluminaba y brillaba por la luz lunar, como parecía ser tan irreal a pesar de estar sintiéndola hizo que quisiera gastar cada segundo de mi vida admirando su belleza.

Me di cuenta que ella era mi luna, no importaba si mi oscuridad la rodeaba, ella no hacía más que resaltar y guiarme de nuevo a ella, entre mi oscuridad ella era mi luz más brillante.

Esa noche no dormí y le entregué mi visión para que solo ella lo ocupara, le di mi sentido de dirección para que me lleve a donde ella quisiera que estuviera porque si ella lo deseaba, yo siempre iba a estar a su lado siguiendo el mismo camino.

¿Y mi corazón? ¿Mi amor? ¿Cuándo se los di?

—Kirito. —me llamó, pero solo respondí con un sonido sin quitar la vista de la laptop— ¿Me amas?

Eso si me hizo voltear a verla, se veía débil, desprotegida, con miedo.

—¿Por qué preguntas eso? —Me acerqué hasta llegar al marco en el que estaba parada y le di un brazo por su cintura, ella se apoyó en mí y permanecimos en silencio hasta que respondió.

—¿Puedes decirlo? —Estabas al borde de las lágrimas y lo sentí, sentí esa desesperación que te rodeaba, que mi corazón se empezó a acelerar.

—Yuuki Asuna, te amo como nunca he amado a nadie porque eres la única a la que daría mis lágrimas, mi amor, mi vida —estabas llorando, pero sentía que te estaba ayudando al mismo tiempo que te lastimaba y eso me asustaba—. Te amo tanto como para dar cien años de sufrimiento por ti, solo para verte sonreír. —sujeté tus mejillas y limpié las lágrimas que continuaban cayendo—. ¿Entendiste?

No supe que pasó con ella ese día, no lo entendía, pero continúe consolándola. Ella cambió ese día.

Tiempo después lo supe, contigo en el hospital y entendí tantas cosas. Para mí siempre fuiste la mujer más fuerte que conocí, pero ante todos eras como una muñeca de porcelana a punto de romperse, entendí el por qué y quise odiarte por mostrarte siempre tan fuerte ante mí.

Entendí los viajes a ver a tus padres, entendí esa preocupación que tenían siempre por ti.

Fuiste tan bondadosa, amable, agradable que tu corazón era de cristal, siempre a punto de quebrarse, pero encontraste la manera de mantenerlo intacto, aunque no te diste cuenta que este empezaba a mostrar una pequeña ruptura.

Y fue cuando decidí darte mi corazón.

Y si hubiera podido entregarte más lo hubiera hecho, porque siempre íbamos a acabar juntos, en cualquier parte del universo que estuviéramos nos encontraríamos, no importaba la forma en la que permaneciéramos juntos, mientras lo estuviéramos.

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Gracias por leer, espero que les haya gustado.
La portada me quedó horrible, así que lo siento, pero voy a intentar mejorarla y tal vez cambiar la de las otras historias.

Voy a estar subiendo más pero lo haré lentamente así que si les gustaría leer algo en específico pueden decírmelo aquí.

Espero su apoyo en los próximos proyectos que estaré subiendo.

Eso es todo
¡Hasta prontito!

Cien Años Por Ti (Kiriasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora