Utopía [Neji y tú] 2.

Capítulo 1

"Tienes un don. Sólo tienes que usarlo. Míralo, mira la belleza de este mundo, su espejismo. Mira la sombra que te persigue, mira la mentira disfrazada de calidez con esos ojos extraños tuyos. Míralo bien, que al final, es lo que destruirá".

La luz del firmamento se colaba tenuemente con sus rayos apagados por las pequeñas aberturas de sus pestañas. Sus ojos carmesí con aquellos símbolos de dolor plasmados alrededor de su pupila contemplaban el movimiento lento de las esponjosas nubes teñidas de gris. Aumentando su melancolía y desesperando su triste final.

—¿Aún sigues lamentandote?—la voz de su compañero resonó en todo su ser —Si venía contigo el resultado hubiera sido el mismo—intentó explicarle la situación que él de cabello negro se negaba a aceptar—. Itachi--

—No tienes que repetirmelo, me quedó claro—lo interrumpió.

—Entonces demuéstralo—reclamó con notable ira en su voz el piel de tiburón—. Tarde o temprano llegará el enfrentamiento y no podrás evitarlo—estaba preocupado, pero sabía que a pesar de todo, esa situación estaba perdida.

—Lo sé—el poseedor del Sharingan asintió y siguió con su melancolía.

Aunque le costará aceptarlo, aunque deseara que solo fuera una pesadilla, esta vez Kisame tenía razón. Él ya no era Itachi de Konoha, no era un AMBU. Esta vez él era un miembro más de Akatsuki y tenía que desempeñar su papel como había jurado al aceptar la capa y el anillo.

Aunque no  aceptara ese final, aunque su deseo no era ser un enemigo, él no podía hacer nada. Porque no era nadie, ni siquiera un aliado.

"Sasuke".

El nombre de su pequeño hermano lo consoló.

Cerró sus párpados con fuerza.

La primera gota de la fría lluvia impactó en su rostro rompiéndose y dividiéndose en unas más pequeñas. Sus pestañas se despegaron y acariciaron la leve brisa de la humedad del bosque, la forma de sus símbolos se unificaron y un centellante color rojo resplandeció con impotencia.

"Se acabó el tiempo, Sasuke".

Una simple advertencia, pero al mismo tiempo, una simple despedida.

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Guarida de Orochimaru–12:14 p.m.

La frialdad del suelo calaba la gran parte de sus pies. El lúgubre lugar invadido por la oscuridad, despertaba sensaciones de alerta en todo su interior. La antorcha emitía un tenue luz que no iluminaba ni la mitad del camino por el cual viajaban.

Las yemas de sus dedos acariciaban con delicadeza los grabados de la pared que hacian curvas y líneas extrañas sin unión alguna, sin intención. Sin sentido.

La capa que ocultaba su identidad estaba pesada y brillaba dentro de todo aquella negrura.

Estaban en riesgo.

Si la intención era pasar desapercibidos, no lo estaban logrando.

—Es ostentoso—susurró para que el pequeño delante de ella no escuchara sus delirios mentales.

Tenía miedo. Inseguridad de un posible ataque por parte de aquella víbora que tenía dibujado en cada facción la palabra mal. Estaba segura de que no podría hacer nada sí su supuesto se volvía verdad. Su condición inestable empeoraba con los días. Los demonios que la custodiaban se debilitaban por su insistencia de resistirse a su naturaleza, pero eso igual se debía a la negativa que ellos tenían de la salida correcta.