Capitulo uno: |Mírate, eres perfecta|

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¿Cómo empezar? Mi nombre es ____ Bennett y bueno soy de Canadá. Pero ahora no estamos para hablar de mí, sino del bullying que me hacen y me generan día a día. 
Todo esto comenzó cuando mi papá murió, yo tenía apenas diez años, él era el “sostén” de la casa, pero cuando murió todo cambió, nos quedamos en la ruina, lo único que nos quedó fue la casa y el auto, mi madre consiguió trabajo hace un año como empleada en una casa alejada de la ciudad, solo la veía a la mañana temprano.
El tema del bullying comenzó cuando todos se comenzaron a reír por que no tenía papá, y no tenía para comer. Mi colegio no era privado pero era al que asistían todos los chicos ricos de la ciudad, por no ser rica, es una de las razones por las que me molestan.
-¡____ despierta! –Mi madre golpeó la puerta-
-Ya… -susurré.
Me removí en mi cama y tomé mi celular para ver la hora. Siete menos cuarto de la mañana. ¡Santa mierda! ¡Llegaré tarde! Me levanté de un salto y corrí al baño, me lavé los dientes y me peiné, corrí nuevamente a mi habitación y me puse unos jeans gastados, viejos, una remera azul con una campera celeste que era de mi madre. ¿De calzado? No tenía mucho, unas zapatillas comunes. Bajé las escaleras corriendo y me senté en la mesa a desayunar lo más rápido posible.
-Te vas a atorar. –Rió mi madre-
Negué con la cabeza rápidamente.
-¿Por qué no me llamaste antes? –Susurré mirando mi taza-
-Lo siento cariño, me dormí.
-Está bien. –Me levanté- Adiós, llegaré tarde. –Besé su mejilla y corrí hacia la puerta-
¡Mierda! Llegaré tarde, el colegio me queda a unas seis cuadras, caminé a paso muy apresurado para llegar lo antes posible, al llegar a la esquina del colegio vi que no había nada, si. Había llegado tarde, corrí por los pasillos de este y llegué a mi casillero, dejé mis cuadernos, solo tomé los que iba a necesitar. Cerré la puerta del casillero de un golpe y corrí a mi salón.
Por doquier volaban papeles, eso significaba que el profesor de historia aún no había llegado, me acerqué lentamente a la puerta, vi como la mitad del salón volteó a verme, me escabullí entre los asientos hasta que llegué al mío. 
-¿Y qué te pusiste? –Rió Jade-
-Déjenla, ella no se defiende. –Ésta vez rió Chaz-
-Es obvio, es estúpida, mírala, no se sabe ni vestir. –“Comentó” Jade-
Bajé la mirada y suspiré, no conteste, nunca lo hacía. 
-Se corta las muñecas la estúpida esa. –logré escuchar de alguien, no reconocí la voz.-
Y esa fue la gota que derramó el vaso. Todos voltearon a verme, tomé rápidamente los puños de mi campera y los apreté en mi mano. ¡MIERDA! ¿Y ahora? Una parte de mi cuerpo decía que corriera y saliera de ahí, y la otra que me quedara.
Por la puerta entró Ryan Butler y Christian Beadles los “reyes” del colegio y los principales de mi bullying, fueron ellos quienes empezaron con mi pesadilla que nunca acabará.
Christian pasó por mi lado y pateó mi pierna haciendo que me sobresaltara, lo miré con el seño fruncido y volví mi vista al frente, él rió y se sentó atrás mío. 
Después de unos minutos el profesor entró y comenzó a dar la clase, el timbre del receso tocó, tomé mis cosas y corrí hacia mi casillero, tiré mis cosas allí y corrí al baño, en el me encerré, siempre hacía eso, en cada receso me escondía en el baño, odiaba los recesos. Sentí como el timbre tocó, saqué mi cabeza por la puerta y miré hacia ambos lados, corrí hacia el salón y llegué justo a tiempo.
Dos, tres, cuatro recesos, hasta que llegó la hora del almuerzo, siempre comía sola en una mesa alejada de todos, era mejor así para mí. Entré al comedor y fijé mi mirada en Christian y Ryan, ellos estaban hablando con un chico desconocido para mí y a la vez riéndose, el chico me miro de pies a cabeza y rió para luego rodar los ojos y comenzar a comer. 
Me senté en una mesa, la más alejada de ellos posible. Ellos seguían mirándome y riendo, me paré y dejé mi bandeja de comida en una de las mesas de al lado y comencé a correr, llegué al baño, me arrodillé y comencé a vomitar, se sentía bien. Metía mis dedos en mi boca y volvía a vomitar. Tiré de la cadena y me miré en el espejo, tenía unas ojeras enormes y lágrimas en mis mejillas, enjuagué mi boca y salí de ahí.

Thank You For Change My LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora