Capítulo II

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Por las grandes calles del reino Altair se encontraba un joven de cabellos distintos de color.

Paseaba por su pueblo el cual próximamente gobernaría, claro contra su voluntad pues por más que hablara con sus padres respeto a su puesto en el trono, él se negaba a ceder el trono a otro de sus desendientes que no fuera él, pues según su progenitor el era el más indicado, puesto qué; a su corta edad era muy fuerte aunque no lo aparentaba, era demasiado inteligente y al momento de planear estrategia era el mejor, un perfecto candidato para ser el siguiente gobernante pero Shōto no lo quería, él solo anhelaba vivir una vida tranquilo, sin cargos o alguna responsabilidad, quería que la gente lo dejara de ver con respeto y lo observará con un habitante más.

Estaba tan metido en su pensamiento que no se percató que por fin había llegado a su castillo, suspiro cansado, sus tortura comenzaría. Caminó a paso lento hacía la puerta, dió dos golpes en está y en pocos segundos la sirvienta abrió la puerta.

-Bienvenido a casa príncipe Shōto... El rey Enji me dijo que solita su presencia en el gran salón.

-Gracias Sakura, enseguida iré. -dijo con cortesía, pues no era de sus agradó el tratar mal a las sirvientas.

Caminó a paso lento al gran salón, no quería ir, pero sabías las consecuencias que su padre le daría si no llegaba.
Al llegar al gran salón escuchó ruidos provenientes de este, al parecer sus padre estaba enojado... Ahora que lo pensaba este día había ido a firmar un tratado de paz con Zoth, ya sabía la causa de su molestia.
Sin más abrió la puerta de golpe, lo único que quería era irse ya de ahí.

-Padre, me dijieron que me buscas, ¿Para que me necesitas? -hablo con un tono serio como siempre.

-Shōto, mi querido hijo -dijo el rey mientras se acercaba más al bicolor-. Espero que por fin se haya ido esa idea tuya de desistir al trono, por qué ahora más que nunca te necesito, Shōto.

Un frío recorrió sus espina dorsal, aquél tono que uso su padre le daba un muy mal presentimiento.

-En lo absoluto, mi opinión no ha cambiado, pero aunque me niegue seré obligado, ¿No es así?

-Estás en lo correcto Shōto, tú serás el próximo heredero al trono, lo quieras o no. -contesto de forma fría, al bicolor era su hijo y haría lo que él dice-. Estoy seguro que contigo al mando las tierras se Zoth por fin serán nuestras.

No lo entendía, no comprendía la obsesión que tenía su padre ante aquellas dichosas tierras, él no las quería, no eran de sus interés, ya no quería seguir peleando y matando a gente inocente por aquel absurdo capricho de su padre, ya no quería perder a más personas.

-Te lo he dicho mil veces... Yo no peleare más por aquellas tierras, estoy arto de las guerras.

-¿A caso eres estúpido?, ¿Sabes todo el poder que obtendría nuestro reino con ellas? Yo no crié a un inútil, a un débil, aceptes o no, tu lucharas por aquellas tierras.

-Ya te lo he dicho, ¡Ni tú ni nadie me obligará a contribuir a esta estúpida guerra! -grito el principe, estaba harto, él no sería el culpables de más muertes.

Furioso el bicolor se dirigió a la puerta, la abrió y azotó la puerta con gran fuerza y salió del lugar, ya no soportaba ni un minuto más ahí.

-¡Maldita sea!, ¡Regresa aquí Shōto...! ¡Shōto!

Sin importarle el llamado de su padre el mitad pelirrojo se fue, bajo las grandes escaleras y salio del castillo, tomo a su corcel blanco, se montó en el y partió del el pueblo de Altair.

[...]

Cabalgaba por los grandes bosques de Altair, quería estar solo, necesitaba un momento para él, estar solo y sin que nadie lo molestará, para ello irá a su lugar secreto, un lugar que pocos conocían, pero no se atrevían a ir.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2021 ⏰

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