Perdon

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— Emilio...

—Señora Bondoni — Eli se hizo a un lado invitando al chico a pasar. Estaba un tanto sorprendida de verle ya que había pasado bastante tiempo desde que no se presentaba en la casa. No sabía con exactitud que había ocurrido con él y su pequeño, pero este último seguía comportándose extraño y melancólico. Se dijo a si misma que reprendería a el menor de los Paorio cuando lo viera, pero le fue imposible hacerlo ahora al ver la expresión de este. Veía la culpa y la tristeza de Emilio reflejada en sus ojos, así que sólo le dedico una mirada comprensiva y lo invito a pasar.

Emilio entro muy educadamente, estaba algo nervioso, su corazón latía rápidamente y sus manos comenzaron a sudar. Sentía la mirada de la madre de Joaquin en su espalda y el miedo se apodero de su cuerpo y mente, temiendo que esta ultima ahora no lo quisiera cerca de su hijo, y eso era lo que mas temía el pálido.

Después de muchos días pensando en que hacer y sufriendo internamente por no ver a su mocoso favorito, se decidió en ir al hogar de este. Se disculparía de buena forma, e incluso estaba dispuesto a arrodillarse ante él para que le perdonara. Ally le ayudo a arreglarse y elegir las mejores palabras para el menor. No quería estropearlo, no más de lo que ya había hecho.

—¿Quieres algo para tomar Emilio? — La pregunta lo tomo desprevenido, causando que pegara un pequeño salto ante la, para nada, alterada voz de la mujer a su espalda. Se dio la vuelta y observo como esta última tomaba el pasillo que la llevaba a la cocina. Emilio ha estado tantas veces en esa casa que se siente como la suya, pero por alguna razón ahora es como un completo desconocido ante esta, siente que algo ha cambiado desde la última vez.

"Joaquin"

"Joaquin y sus gritos cuando iba a visitarlo"

—No gracias, yo am... señora Bondoni — Se acerco cauteloso a la cocina y vio a la madre de Joaquin sentada tomando un poco de café. Esta le miro indicándole que podía continuar.

—¿Se encuentra Joaquín en casa?

—Sí, está en su habitación ¿necesitas hablar con él?

—Si... yo, mh... ¿puedo subir?

—Ve

—Gracias — se dio media vuelta y trato de ir lo mas normalmente hasta las escaleras, las ganas de correr hasta la habitación del menor eran fuertes. Pero escuchó como la mujer le hablaba antes de que saliera por completo de la cocina.

—Emilio, Si escucho a Joaquin llorar ten por seguro que te echare a patadas de aquí si es requerido — Osorio asintió temeroso y se dirigió rápidamente a la habitación de Joaquin. Ya en frente de esta trago saliva nervioso y luego toco la puerta. Se escucho un leve "pasa mamá" desde el otro lado. Esperaba que Joaquín no tuviera nada en las manos para que le pudiera tirar al momento de cruzar la puerta.

La puerta se abrió lentamente hasta que Emilio pudo entrar por completo a la habitación. Joaquin estaba de espaldas a esta, al parecer se encontraba viendo algo en la computadora, ya que se veía bastante concentrado en esta.

—¿Qué ocurre mamá? Creí haberte dicho que no quería cenar— Dijo el castaño aún de espaldas.

—¿Por qué no quieres comer Joaquin?¿De nuevo te estás saltando las comidas? - El cuerpo del menor se tenso de inmediato al reconocer esa áspera voz. Emilio frunció el ceño al descubrir lo que estaba haciendo el menor.

—Emilio...— Se puso de pie rápidamente observando incrédulo al mayor. Este último se acerco cuidadosamente al chico y le regalo una suave y arrepentida sonrisa.

—Joaquin yo...— sus manos se alzaron inconscientemente para tomar el rostro del menor, pero este no tenía las mismas intenciones y se corrió.

—¿Que haces acá hyung? — Una leve punzada en el pecho hizo que sus ojos picaran un poco. Ese "Hyung" había sido muy diferente a las otras veces; la dulce voz del menor se había transformado en una grave y rencorosa, lo podía notar, pero aún así no se rendiría, quería a su Joaquin de vuelta.

—Joaquin por favor, solo escucha lo que tengo que decir

-—Escuche lo suficiente la otra noche hyung, no necesitas decir más. Te pido que te vayas de mi casa por favor — El castaño tomo su celular y se recostó en la cama, ignorando por completo la, aún, presencia del mayor.

—Joaquin...

—...

—Joaquin

El menor seguía igual, y de hecho, ahora traía puesto los auriculares por si no fuera poco. Emilio ya se estaba irritando de la infantil rabieta de este, así que se acerco lo tomo de un brazo y de un tirón le saco los audífonos causando que el celular cayera al suelo.

—¡Emilio!

¡Escuchame maldita sea! —gritó el pelinegro. Joaquin bajó su cabeza sumiso ante el fuerte y grave tono —Joder, lo lamento ¿si? Fui un completo idiota, un estúpido, un hijo de puta, como me quieras decir, pero ¡mierda! ¡Estaba ebrio! No estaba en todas mis casillas Joaquin¿En serio me crees tan hijo de puta como para tratarte así? — Emilio fue soltando de a poco el agarre en el brazo del menor al notar que lo estaba tomando con mucha fuerza — En serio lo siento Joaco — El castaño le miro con miedo, los ojitos de su Hyung se veían llorosos y sus ojeras se marcaban más que antes. Su piel se volvió más pálida y se le notaba más delgado ¿Acaso él había causado que su preciado hyung se descuidara tanto?

—Hyung...— Joaquin acerco una de sus manitas al rostro del mayor, acariciando con suavidad su mejilla mientras Emilio se acurrucaba en el efímero toque.

—Joaquin.... te quiero demasiado como para herirte— Sus ojos se encontraron conectándose al instante, podían ver claramente el reflejo del otro en las pupilas ajenas. Emilio poso su mano sobre la del menor y la quito con cuidado de su mejilla, para luego entrelazar sus dedos y contemplarlos por un momento.

—Tú pensabas eso de mi hyung...

—Tú lo has dicho, yo lo pensaba, pero era porque no te entendía Joaco. No entendía por que hacías todas esas cosas, tú eras hermoso en mis ojos, ¿por qué tu no te veías de esa forma? ¿por qué no te amabas como yo lo hacía? Tu belleza es completamente inefable, no necesitas la aceptación de todos ni dejarte influenciar por las estupideces que dicen otros sobre ti. Tus mejillas regordetas, tus ojitos brillantes que se transforman en lindas lunas cuando sonríes, tus dedos pequeños y gorditos que van perfectos con los míos, tu piel suave y un poco acanelada, tus lindos lunares , todas esas cosas que pueden ser imperfectas para ti, son perfectas para mi y para muchos otros bebé. Aaah... yo probablemente me avergüence de todo esto que estoy diciendo en la mañana, pero si necesito decírtelo para que entres en razón, lo haré mil veces más pequeño— Y esta vez fue Emilio quien acaricio con delicadeza la linda mejilla de su dongsaeng.

Extrañaba los lindos ojitos del menor y su piel tan suave. Todo de él le pedía a gritos arreglar las cosas con el pequeño, y es que Emilio sin Joaquin, no era nada... por que Joaquín lo era todo.

Y eso complementaba al otro

—Emilio hyung....— Los ojitos de Joaquin se llenaron de lagrimas, que de a poco fueron cayendo y recorriendo su rostro. Estaba tan feliz y triste a la vez, su estomago cosquilleaba y su pecho dolía. Sentía el nudo en su garganta el cual solo desaparecería si su boca pudiera articular las palabras que tiene atrapadas desde hace tiempo

—Te amo Joaco.

Dongsaeng es una palabra coreana que describe una relación familiar o de amistad. Se utiliza para referirse al hermano menor de uno o un amigo cercano que es más joven que uno.

¡Hey Niño! ⁂𝑬𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒄𝒐⁂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora