Principio del fin

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¿Hace cuantos años exactamente que conocía al mocoso? ni si quiera lo podía recordar, y es que para Emilio, Joaquín siempre ha sido parte de su vida.

Sinceramente, él no podía imaginar un mundo en el que el menor no estuviera con él, un mundo en que no lo pudiera ver, no lo pudiera molestar o acariciar. Un mundo sin un Joaquin en su vida... él no sabría que tan jodida podría haber sido, por eso, a pesar de todo, siempre ha estado agradecido de que ese chico este junto a él. 

Ahora se encuentra sentado en aquel café donde le pidió a Joaquin salir con él hace ya 3 años, el tiempo en realidad es algo tan efímero. Es por eso que ahora no quiere atrasarlo más siendo un cobarde, aguantándose por vergüenza o por temor al rechazo, y ya que la noche anterior Ally le había amenazado con subir internet todas las fotos vergonzosas que poseía de un Emilio completamente borracho, no le quedaban muchas opciones por que vamos, el orgullo de Emilio Osorio vale más que nada. 

Después de 10 minutos de una exasperante espera vio a su cachetón entrar por las puertas del local junto con el sonido de unas campanillas. No importa las veces que lo viera ni lo bien que recordara cada detalle de su lindo rostro, para Emilio, era magnifico cada día. 

Luego de divagar por unos segundos más se dio cuenta que Joaquín ya se encontraba sentado frente a él mirándolo de una forma curiosa que incluía una simpática sonrisa, de esas que solo Joaquín podía hacer.  

Emilio se aclaro la garganta dejando escapar un leve gruñido. 

-Hola hyung, ¿qué ocurre? ¿por qué llamaste tan repentinamente? 

-Ah... em, bueno, yo quería hablar contigo- Emilio rasco su nuca con un poco de nerviosismo, realmente no sabia como pedírselo sin ser despectivo o ponerse a tartamudear, a veces odiaba al chico por ponerlo así de jodido. 

-¿Y de qué querías hablar hyung?- preguntó un Joaquin curioso luego de pedirle a la amable garzona que se acerco un sabroso Caramel macchiato que vendían allí. 

-¿Qué tal van tus clases?-

"maldita sea, eso no es maldita boca", se dijo Emilio. 

-Todo bien hyung, solo me queda este semestre así que me están llenando de trabajos, pero no es nada que no pueda manejar- contó un sonriente Joaquín.

El mayor siempre se preguntó, incluso en este momento lo hacía, el si a Joaquín no se le cansaban las mejillas de tanto reír, o si podía ver mientras lo hacía. 

-Me alegro mocoso- Emilio se digno sonreír un poco para no demostrar lo jodido que se encontraba en este momento. Ambos se quedaron un rato en silencio mientras el menor disfrutaba de su café y miraba el alrededor, por alguna razón, Emilio siempre notó que Joaquin era una persona muy fijona, observaba todo a su alrededor detenidamente, su mirada siempre curiosa tratando de encontrar algo nuevo, y es en esos momentos en los que Emilio sabía que no podía haber caído más por ese chico. 

-Joaquín- dijo serio. 

-Dime hyung- el menor alejo la taza de su boca lentamente mientras la colocaba en el pequeño plato. Había notado a Emilio extraño desde la llamada en la mañana, su voz temblaba mientras le pedía que se encontraran en el café que estaba a unas cuantas cuadras de su casa. En realidad él también se encontraba nervioso, temía sobre lo que su amado hyung le fuera a decir. Por su mente rondaba la posibilidad de que le pidiera terminar, y eso lo destrozaba de a poquito, pero no le quería demostrar a Emilio su patético estado. Así que Joaquin esa mañana opto por ir de forma calmada y positiva, si pensaba mucho en ello probablemente desistiría de ir y dejaría a un Emilio plantado en la cafetería. 

¡Hey Niño! ⁂𝑬𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒄𝒐⁂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora