C U A T R O.

502 9 0
                                    

Matthew pov.

Lo sabía, sabía que Madison iba a aceptar. Estoy seguro de que eso es lo que quiere decirme, si no fuera así no se hubiera tomado la molestia de hablarme de nuevo para disculparse.

Aunque al principio confieso que me molestó que se me acercara y sobre todo en un lugar donde todos pudieran vernos juntos, se me paso cuando comenzó a darme explicaciones pues se veía arrepentida de haber escapado. Por eso le voy a dar una segunda oportunidad a ella, solo esta vez.

Durante todas las clases me olvido de ella y me concentro en los ejercicios, solo hasta que faltan cinco minutos para acabar la jornada es cuando empiezo a impacientarme por salir.
Cuando suena la campana salgo casi trotando rumbo a mi auto y al llegar y ver que aun no esta ahí -algo obvio pues estaba en un salón más alejado del estacionamiento que yo- decido entrar a mi carro y esperarla dentro para no llamar tanto la atención.

Pasado unos minuto la veo acercarse junto a su amiga Alicia, la cual supongo se dirige a su auto, y otro tipo que viene tratando de pegarse a Madison pero ella se aleja y se ve incómoda. Odio que algunos hombres no saben cuando parar con una chica, o cuando claramente su presencia las incomoda, son unos idiotas. Cuando Madison y su amiga se despiden el chico sigue caminando junto a Madison, hasta que ella se detiene de pronto llamando la atención del imbécil y haciendo que la mire. Desde aquí solo puedo ver la mueca de fastidio que tiene Madison y como parece decirle unas cuantas cosas que lo molestan por que entonces el la toma del brazo, haciendo que ella haga un gesto de dolor.

Yo sin notarlo ya tenía la mano puesta en la manija de la puerta, con el cuerpo volteado como si fuera a salir del carro, que es justo lo que hago cuando veo que no la suelta y a ella parece dolerle cada vez mas. Ya casi no hay nadie y los pocos que están parecen estar en sus propios mundos, así que no me preocupo tanto por armar una escena y me dirijo con paso firme hacia ellos.

Estando mas cerca puedo escuchar mejor lo que dicen.

—Omar, por favor ya suéltame. Te he dicho muchas veces que no me gustas y que no saldré contigo. Por favor, me lastimas Omar -dice Madison mientras sigue forcejeando para alejarse de el-.

—A mi nadie me rechaza, me escuchas, yo he hecho de todo para que aceptes salir conmigo y au... -no lo dejo terminar de hablar por que lo interrumpo-.

—Y si has hecho de todo y ella sigue rechazandote no veo por qué seguir molestándola. Suéltala -digo cuando llego a su lado. El chico, que ahora identifica como Omar, sorprendido voltea a verme y quizá por la impresión de ser descubierto suelta a Madison como si el contacto le quemara. Al instante ella se aleja de el y se pone junto a mí pero unos dos pasos por detrás-.

—Debes de saber que cuando alguien te rechaza más de tres veces debes dejar de intentar. Tampoco seas un idiota -continuo diciendo- y otra cosa, jamás, escúchame bien, nunca te vuelvas a acercar a Madison, por que si lo haces te las verás conmigo y créeme que no quieres eso.

El imbécil solo se queda ahí parado con el ceño fruncido y sin decir nada. Le da una mirada a Madison y otra a mi antes de darse la vuelta para irse mientras murmura lo que creo son insultos.

—Camina al auto -le digo a Madison mientras doy una mirada a nuestro al rededor viendo si nadie noto el pequeño pleito-.

Cuando veo que nadie nos prestó atención comienzo a caminar atrás de Madison, que ya se encuentra un poco por delante. Aprovecho el momento para mirar un poco su trasero. Ah mira, que bonito.

Al llegar yo tomo asiento tras el volante y Madison en el del copiloto. Cuando termina de acomodarse se queda muy quieta y aun no se pone el cinturón, así que me estiro por sobre ella, siento como su cuerpo se tensa pero aún así le coloco el cinturón de seguridad. Al alejarme miro su cara y tiene los ojos cerrados y una pequeña sonrisa.

Dura así solo otros segundo por que al parecer se da cuenta de que la estoy viendo fijamente ya que abre los ojos y enseguida se sonroja, borrando su sonrisa.

—Mmm, quiero agradecerte por ayudarme allá -dice de pronto-.

—Esta bien, desde aquí podía ver que te estaba lastimado. Déjame ver tu brazo.

Ella duda un instante pero luego se separa del asiento para quitarse su chaqueta de mezclilla. Al quitársela estira su brazo en mi dirección y es ahí cuando veo que le dejo marca. Frunzo el ceño, las únicas marcas en su cuerpo se las haré yo.

—Habrá que cuidar eso, te dejó marca -digo alejándome y solo asiente, mirando ahora ella-.

Enciendo el motor y pongo marcha a mi casa, debemos ir por que ahí esta el contrato con los límites que yo le propongo a ella para ser mi sumisa.

En el primer alto que nos encontramos la miro de reojo y puedo ver que esta un poco nerviosa, y trata de calmarse analizando mi auto.

—Mi casa queda un poco lejos pero en auto es más rápido, así que solo serán unos veinte minutos más ¿bien?

Ella da un pequeño brinco y luego voltea a verme sorprendida antes de hablar.

—Dijiste tu... ¿Tu casa? ¿Vamos a ir a tu casa?

—Si, eso haremos.

Y ahora parece más nerviosa lo cual me causa gracia, pero yo sigo con un gesto serio. Cuando el semáforo cambia a verde, acelero volviendo a concentrarme en el camino.

Soy su sumisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora