Oneshots [LawLu - One Piece]

Sonríe

¡Advertencia!

Lamento no haber editado antes, pero por el bien de los que aún no están al día con el manga o el anime, ¡no lean los comentarios! Repito, ¡no los lean! Ya que contienen severos spoilers.

Nuevamente, lamento no haber puesto esta advertencia con anterioridad.

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— ¡Torao! —exclamó cierto pelinegro
de ojos redondos.

— ¿Qué pasa?

— ¡Hola! —. Luffy sonrió ampliamente y fue directo a la cocina.

El día básicamente transcurrió así, Law sentado en la cubierta y Luffy llamándolo cada cierto rato.

— ¡Torao! —gritó Luffy. Law volteó a mirarlo—. ¡Eres mi nakama! —y el menor se fue a otro lugar del barco.

—...

El ojeroso seguía sin afirmar dichas palabras, aunque sí ya había dejado de negarlas. Tenía que admitir que la personalidad de Mugiwara lo estaba contagiando y en más de una ocasión casi se le escapaba una sonrisa. Suspiró, preguntándose qué tornillo se le había zafado a su aliado esta vez y esperando escuchar nuevamente su apodo.

Llegada la noche, la alianza arribó en un pequeño pueblo.

—Compraremos algunas provisiones —dijo Nami—. Sanji-kun, ¿puedes encargarte de eso?

— ¡Por supuesto, Nami-swan! —Respondió con ojos de corazón—. Oi, Marimo, acompáñame.

— ¿Ah? —se quejó Zoro, más accedió ante la pronta insistencia del rubio.

—Robin y yo iremos a comprar algo de ropa —dijo la navegante—. ¿Qué hará el resto?

—Nosotros iremos por materiales para el barco —habló Franky, apuntándose a él, a Usopp y a Chopper.

—Nosotros por un par de cañas, las que tenemos están rotas, yohohohoho —dijo Brook, señalando a Kinemon, Momo y Kanjuro también.

— ¿Y ustedes? —preguntó la mujer mirando a dos pelinegros.

— ¡Torao y yo cuidaremos el barco! —sonrió mientras ponía una mano en su hombro.

—Sí —confirmó Law.

— ¡Muy bien! ¡Todos, dispérsense!

Luego de estas palabras, cada uno fue a hacer lo suyo, mientras Luffy y Law se quedaban en el Sunny.

—Mugiwara-ya.

— ¿Ah?

—Hoy has estado actuando demasiado raro.

— ¿Raro?

—Sí, me llamas cada cierto tiempo y dices cualquier cosa —dijo arqueando una ceja.

—Uuhm... ¿has visto tu cara?

—... ¿Qué?

—Que si has visto tu cara —aseguró con las manos cruzadas detrás de la cabeza y la vista al cielo—. Siempre tienes el ceño fruncido, incluso después de haber derrotado a Mingo —dijo para después observarlo—. Quería cambiar tu expresión aunque sea un poco.

—Lo siento, pero así es mi cara —dijo suspirando.

—Lo sé.

— ¡Tú...!