Mi cabeza dolía.
Mucho.
Me incorporé con cuidado mientras abría los ojos.
ー ¿Q-qué...?
¿Qué hacía yo en una clase de primaria?
Ni siquiera parecía tratarse de una de las de mi colegio, ya que esta estaba totalmente limpia, como si no hubiera sido utilizada nunca.
Me miré a mí misma, descubriendo que llevaba la misma ropa que recordaba haberme puesto la última vez que me vestí.
Pero... ¿Cuánto hacía de eso?
Decidí tratar de levantarme consiguiéndolo, aunque no sin tambalearme un poco al encontrarme totalmente erguida.
Como había supuesto, se trataba de una típica clase de primaria, con sus carteles con el abecedario y diferentes decoraciones en las paredes, solo que con el pequeño cambio de que todo parecía recién sacado de una revista: los carteles estaban perfectamente alineados, como si todo hubiera sido colocado a medida; los pupitres no tenían ni una sola raya marcada sobre sus tableros y la pizarra no parecía haber sido usada jamás.
Tras haber analizado cada detalle de la habitación en la que me encontraba, tomé la decisión de salir al que supuse que sería el pasillo.
Al salir, lo primero que pude apreciar fue que el pasillo se encontraba en las mismas condiciones que el aula que acababa de abandonar: impecable y vacío.
Me giré para observar el cartel en la parte exterior de la puerta.
ー Primero B ーleí en voz alta.
Comencé a recorrer el pasillo sin ningún rumbo fijo, pero me detuve de golpe al escuchar un ruido en la clase contigua.
Estaba asustada, mi mente me ordenaba a gritos que corriera, pero la curiosidad me podía y antes de darme cuenta ya me encontraba girando el pomo.
ー ¿Quién anda ahí?
Giré mi cabeza instintivamente hacia la esquina opuesta de la habitación, buscando al autor de aquellas palabras. Cuál fue mi sorpresa cuando, al encontrarlo, este era un niño pequeño, de no más de cinco años, que se apretujaba todo lo posible contra la pared mientras movía frenéticamente la cabeza hacia todas partes como si tratara de identificar al intruso, o sea yo.
ー Tranquilo, no voy a hacerte nada, yo tampoco sé dónde estamos... ーdije, intentando calmarlo.
ー ¿Quién eres? ーHabló bajito, ahora ya mirando en mi dirección.
Aún parecía asustado.
ー Mi nombre es Leire, ¿y el tuyo?
ー Teo ーsuspiré aliviada al notar que parecía más tranquilo.
ー Bueno Teo, ¿quieres venir conmigo a ver si encontramos a alguien más por aquí? ーLe pregunté, con un tono alegre.
Lo último que necesitaba ahora era que se diera cuenta de mi nerviosismo y volviera a asustarse.
ー Vale... ーsonreí al darme cuenta de que su débil sonrisa.
Esa sonrisa desapareció en cuanto me di cuenta de sus dificultades para ponerse de pie.
ー ¿Te encuentras bien? ¡¿Estás herido?!
Me estaba empezando a poner histérica. En mi cabeza se repetían diferentes situaciones en las que aquel niño podía haberse lesionado. ¿Se habría caído? ¿Le habrían atacado? ¿Le habrían...?
ー No... ーsuspiré, más tranquila.ー Solo soy ciego.
La habitación se sumió en un silencio sepulcral mientras mi cerebro procesaba aquellas palabras.
ー Oh, ¡espera! ーExclamé, saliendo de mi momentáneo estado de shock.ー ¡Te ayudo!
ー N- ーantes de que pudiera acabar la frase, Teo ya se encontraba en mis brazos.
Me aseguré de que estuviera bien sujeto a mi lateral por mi brazo derecho, de forma de que no pudiera caerse.
ー ¡Vamos! ¡En busca de la civilización! ーgrité, dando un saltito que hizo reír al niño en mis brazos.
Antes de salir, le eché un vistazo su aspecto: tenía la piel color café con leche, el pelo estilo afro muy corto y unos ojos casi negros que, a pesar de no ver, se movían en todas direcciones, inquietos. Llevaba puestos unos pantalones vaqueros con una camiseta amarilla que clamaba "I am the boss".
Ya fuera, comencé a recorrer el pasillo de nuevo, solo que esta vez iba revisando todas las aulas junto a las que pasaba.
Iba perdiendo las esperanzas de encontrar a nadie más cuando, tras salir del aula de Cuarto A, descubrí a una niña de mirada azul saliendo de la clase frente a mí.
Debía de tener unos ocho años. Llevaba un vestidito de pana color azul, con unas medias negras por debajo y los pies enfundados en unos botines negros. Su pelo liso y cortado a la altura de la barbilla era negro azabache, y su nariz estaba salpicada de pecas.
Tenía los ojos enrojecidos de llorar pero, en el momento en el que me vio, pude apreciar un brillo de esperanza en ellos.
ー ¡Hola! ¿Cómo te llamas? ーLe pregunté, con una sonrisa.ー Nosotros somos Teo y Leire.
ー Yo me llamo Clara... ーparecía dudar, como si hubiera algo que no se atrevía a decir.ー Por casualidad no habréis visto a otra niña casi igual que yo... ¿Verdad?
Estaba sorprendida.
ー No... ¿Es tu hermana? ーAsintió. Se notaba a la legua que mis palabras la habían desanimado.ー Pero... Si vienes con nosotros te ayudaremos a buscar, estamos intentando descubrir cuántas personas más hay aquí, y por qué.
Pude advertir cómo su expresión se animaba ante la idea.
ー ¡Vale!
ー ¡Sí! ¡En busca de la civilización! ーme eché a reír por el grito entusiasmado de Teo.
ー ¡Sí! ーRespondí, ofreciéndole a Clara mi mano para que la cogiera.
Continuamos nuestro camino a lo largo del pasillo, comprobando todas las puertas como hasta el momento, hasta que, de repente, las puertas dobles del final de este se abrieron, dejando ver una escena que nunca me hubiera esperado ver: mi mejor amiga, con un bebé de unos 18 meses entre sus brazos, acompañada por una pareja de chicos que caminaban con sus manos entrelazadas, hablando animadamente sobre un tema desconocido para mí.
ー ¿Nuria?
Observé confusa como sus ojos se abrían como platos por la sorpresa.
ー ¡¿Leire?!
ー ¿Qué haces aquí? ーpreguntamos ambas a la vez, para acabar riendo mientras nos acercabamos rápidamente con la intención de darnos un abrazo.
Nos abrazamos de una forma extraña, evitando aplastar a los niños que llevábamos en brazos y, en mi caso, sin soltar la mano de Clara.
Me separé de ella, limpiándome como podía las lágrimas que habían comenzado a brotar de mis ojos. La había echado de menos.
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Encerrados
Teen FictionEllos han despertado pero, ¿por qué están allí? ¿Por qué están ENCERRADOS?