Capítulo Uno: Tokio

555 44 47
                                    

Un rayo seguido de un relámpago, ilumina una casa hogar maltrecha; sucia. Ahí, iluminado solo por una luz tenue, forzando la mirada de sus ojos; la punta de un lápiz toca el papel. Pero no de manera fina. De manera temblorosa y nerviosa, matando toda esperanza de una buena caligrafía. 

Es momento de hacer las paces. Escribir a casa... Querida mamá. Vieja bruja. ¿Cómo estás? Habla tu hijo favorito. Ya sabes, el de garras peludas. Al que corriste de su casa cuando apenas tenía ocho años. Quizás quieras saber de mí. ¿Cómo sobreviví a esa edad? Bien sabrás que mi factor es inservible si no bebo, o me alimento. La verdad es que descubrí que las ardillas crudas no saben tan mal... Una vez que te acostumbras.  

La luz de la tarde, se abre paso al entrar entre las persianas de una cortina semi abierta; hacia una oficina del todo cerrada y sofocante. Donde un hombre con los brazos sujetos por detrás de su espalda aguarda. 

Los golpeteos a su puerta dan señal de un invitado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los golpeteos a su puerta dan señal de un invitado. Y, mirando con la boca semi abierta hacia la nada, se gira para así caminar hasta su silla por detrás de su escritorio; exclamando al acomodarse:

—¡Pase! 

La mujer que entró era joven, de pelo negro hasta el cuello, y una frente del todo vistosa. La cual venía bien vestida y con una hoja amarilla sujeta en su mano derecha. 

—Muy impresionante, señorita... ¿Hines? —preguntaba el hombre momentos después, con el documento en mano.

—Carol. Hines Carol —corrigió la mujer sentada más al frente. 

—Bien, señorita Carol

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Bien, señorita Carol. Veo que viene de la NASA. Sé que lo dice nuestra solicitud. Pero lo pregunto ahora. ¿Ha estado expuesta a algún tipo de radiación o irradiación en un tiempo cercano a este encuentro? Hace una semana, unos meses incluso.

—No señor —respondió algo nerviosa Hines. 

—¿Se sometería al detector de mentiras para comprobarlo? —preguntó de regreso el hombre alzando un poco ambas cejas. 

—Por supuesto señor —respondió la mujer sin vacilación alguna. Como una especie de robot.  

—Y dígame, señorita Carol, ¿usted ama a su país? 

The Wolverine Berserker [CLASIFICACIÓN R]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora