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La niebla cubría el oscuro océano. Las inmensas olas azules bailaban con la brisa mañanera. Los delfines brincaban y saltaban disfrutando un día más de aquella preciosa e inmensa agua salada, y un barco a lo lejos empezaba a hacerse notar. Un barco grande y hermoso disfrutaba navegando junto con los delfines y dentro del gran barco una joven muchacha era la protagonista de la escena.

- Hoy está estupendo el océano, ¿verdad Grimmy?-dijo la muchacha

- Si princesa, está estupendo- contestó su más cercana súbdita después de haber estado cuatro minutos vomitando por la borda del barco?

- Si el océano está contento significa que la reina Sirina también lo está- Dijo una de las trabajadoras del barco.

-¿La reina Sirina?- preguntó la muchacha.

- Sii. La reina Sirina controla los océanos y los mares. Y gobierna sobre sirenas y tritones.

La muchacha sonrío fascinada mientras miraba hacia el horizonte, hasta que la voz de Grimmy la sacó de las nubes.

-Princesa Érica por favor, no se crea esas historias. Son solo cuentos de niños.

-Yo creo que es posible Grimmy, el océano es inmenso. No sabemos que puede haber ahí abajo - contestó la princesa Érica, y tras ella nadie más volvió a hablar.

Los peces que habían estado jugueteando alrededor del barco empezaron a nadar hacia las profundidades de los océanos. Bajaron y bajaron, enredándose entre los juncos y las algas. Todos tenían el mismo destino en mente, el palacio de la reina Sirina. Empezaron a juntarse con más peces hasta que llegó un punto en que parecía un desfile, todos marchando al mismo lugar. Junto a este desfile de peces empezaron a incorporarse tritones y sirenas. Tan hermosos y únicos como el mismísimo océano.  Y después de un rato todos aquellos peces, tritones y sirenas que habían estado nadando juntos se encontraron de frente con el dorado y espléndido palacio de la reina Sirina. 

Las puertas se abrieron dejando pasar a toda criatura marina. Los pasillos eran inmensos y la decoración algo cargada. Todo relucía y brillaba, pero lo más bonito del palacio todavía estaba por llegar. Unos hermosos tritones esperaban ansiosos debajo de un gran escenario. Los aplausos y las voces de los demás tritones y sirenas estaban poniendo nerviosos a aquellos jóvenes. Aquél día no era  un día cualquiera. Aquel día, en el palacio de la reina iba a haber una representación, pero no una representación cualquiera. Aquel era el día en el que Aron, el hijo menor de la reina cumplía dieciséis años y por lo tanto haría su primera aparición pública. Se presentaría oficialmente ante todo el reino como el príncipe Aron, hijo de la reina Sirina. 

Sus hermanos mayores no podían estar más orgullosos de él. Su pequeño hermanito por fin cumplía sus dieciséis con todo lo que eso conllevaba. Así que contentos y nerviosos por empezar su presentación musical, se metieron cada uno en su concha marina y esperaron a que comenzara la representación. 

Ya con todos los invitados dentro, la reina Sirina hizo su aparición. Salió por una de las puertas principales. Tenía una increíble cola azul turquesa que brillaba con los reflejos del agua. Una gran corona dorada del mismo color que su tridente, le adornaba la blanca cabellera. Conducía un carruaje tirado por preciosos delfines que le llevaron hasta su asiento, a un lado del auditorio. Detrás suyo, y tirado por peces dorados iba la mano derecha de la reina, la cual también era la directora de orquesta de la representación. Sebastiana, que así se llamaba, era una cangreja roja algo estricta pero con marcha en el corazón.  Llegó a su puesto, bajó del carruaje, colocó la partitura y comenzó a guiar la representación.

Una vez comenzó la música las siete conchas marinas aparecieron en el escenario y se empezaron a abrir, haciendo que de su interior salieran los hijos mayores de la reina que empezaron a cantar uno por uno y en conjunto mostrando a todo el reino su potencial como cantantes. La reina observaba contenta como sus bellos hijos cantaban y nadaban por todo el escenario, y sonreía cada vez que pensaba en su hijo más joven. La concha marina en la que Aron estaba empezó a elevarse, y la reina cada vez sonreía más. Los hermanos de Aron cantaron al unísono e invitaron y su hermano a salir de su concha y cantar. Fue entonces cuando la concha marina de Aron empezó a abrirse lentamente. Y mientras el reino entero estaba aplaudiendo y deseando ver a su príncipe, la concha en la que Aron debía encontrarse se abrió completamente, pero él no estaba.

EL PEQUEÑO TRITÓN                           [Disney genderbend storie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora