Parte 1

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Era la una de la mañana, el olor a tabaco inundaba la habitación del insomne detective Viktor Volkov. Las pastillas para el sueño ya no hacían efecto, lo único que lograba adormecer su mente era el más intenso vodka que podía encontrar en la isla de Los Santos. Apagó lo que quedaba de cigarrillo en el cenicero ubicado en la mesa de noche junto a su cama, este no parecía ser limpiado con frecuencia. Antes de que el detective pudiera encender el siguiente cigarro, su teléfono celular se iluminó, haciendo vibrar la mesa sobre la cual se situaba.

- Aquí Volkov - dijo luego de deslizar el dedo por la pantalla.

Una voz rasposa y cansada se escuchó a través del parlante, el detective escuchó atentamente la información que le era entregada, y sin decir nada por unos minutos colgó, dando por terminado el monólogo del emisor. Sentado a la orilla de la cama, restregó su rostro con ambas manos, respiró profundamente, y se puso de pié. Guardó su móvil en el bolsillo de la camisa, y la cajetilla de cigarrillos en el bolsillo interno del abrigo que vestía, junto al mechero zippo plateado que siempre llevaba consigo.

Saliendo del edificio se montó en su vehículo, y se encaminó hacia la dirección que la voz en el teléfono le había indicado. El auto avanzaba suavemente por las oscuras calles, lo único que iluminaba su rostro eran las intermitentes farolas enclavadas en la acera, y el único ruido que se escuchaba era el dócil ronroneo del motor. Llegando a su destino, bajó del vehículo acomodándose la chaqueta sobre los hombros y cerró el auto con el mando a distancia sin mirar atrás. Caminó por un oscuro y húmedo callejón, unos metros más adelante se veía la presencia de gente iluminada por grandes focos que no habían estado ahí hace unas horas. La superficie donde trabajaban, estaba acordonada por una brillante cinta amarilla y la zona era custodiada por hombres uniformados vestidos de azul, que al ver al detective aproximarse hacia ellos, levantaron la cinta para facilitar su ingreso a la escena del crimen.

En el suelo yacía un hombre, cuyo torso se hallaba cubierto casi completamente de sangre, sus ropas no habían sido removidas, pero en la zona del abdomen, un cuchillo pareció haber atravesado toda la extensión desde el xifoides, hasta unos centímetros más abajo del ombligo, atravesando la ropa en el camino. El cuerpo había sido parcialmente eviscerado, el único órgano ausente era el hígado. Volkov se agachó junto al cuerpo, este parecía haber permanecido en el suelo, sin vida, por algunas horas. Comenzando por la cabeza, buscó alguna pista que lo ayudara a identificar a que se estaba enfrentando. Protrusión de los globos oculares, lesiones en el cuello,

- ¿Método del asesnato? - solicitó mientras investigaba

- La víctima presenta señales de asfixia por ahorcamiento - respondió un perito confirmando sus sospechas.

- ¿Huellas? -

- Ninguna, probablemente utilizó guantes -

Avanzó en su investigación visual, nada parecía fuera de lugar bajando por los brazos hasta llegar a las manos, habían extraído una por una las uñas de sus dedos.

- No se arriesgó a dejar rastros - murmuró el detective.

Pero este paso extra en el crimen, ¿era mera precaución? ¿O la víctima había tenido éxito al intentar defenderse, y el asesino quiso deshacerse de cualquier tipo de evidencia?

Ese no era el único detalle importante, en el dorso de su mano, tallada cuidadosamente sobre su piel, yacía la imagen de lo que parecía ser una mariposa. El asesino había dejado una marca, había firmado el crimen, como si de una obra de arte se tratara. Volkov bufó expulsando aire por la nariz, el asesino quería jugar, y él se uniría con gusto al juego.

***

Llegando a su departamento, retiró de sus manos los guantes de piel, y los lanzó al lavabo del baño. Se quitó el bolso que llevaba colgado en los hombros, dejándolo en el mesón de la cocina. Abrió el cierre, y del interior tomó un cuchillo carnicero sucio, dejándolo cuidadosamente sobre el fregadero.

Caníbal - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora