Orígen

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Siempre me pregunto que me hace falta, pero jamás hallo la respuesta, doy demasiadas vueltas al tema, ninguna mujer me atrae, en la escuela me caracterizo por destacar, no permito que me llamen nerd, tengo un carácter fuerte para que nadie trate de pisotearme, soy un joven de buena cuna, pero a pesar de que piense en todo eso recuerdo ese sentimiento de perdida cuando llega la noche y de repente me siento totalmente vacío.
No sé que deseó, no se que desea mi mente o mi corazón, solo me siento miserable, tengo el deber de olvidar lo que siento para lograr concentrarme en mis estudios pero a pesar de mi esfuerzo en cuanto nace la noche no puedo evitar sentirme triste, como si hubiese perdido algo.

Todos los días voy a la escuela, curso sexto grado de secundaria, pronto acabaré la escuela, deseo ir a la famosa universidad nacional estudiar derecho y continuar la carrera, en fin, hoy tengo examen de Español, mi clase favorita, estudié muy bien se que me irá bastante bien.
Ingresé al salón dando los buenos días sabiendo que la única que respondería sería la maestra y una joven molesta llamada Melissa, todos los hombres del grado exceptuandome se ven muy atraídos por su físico o lo que yo llamo la belleza bruta, la considero una joven con poco cerebro a quien rara vez le dirijo la palabra.
Inició la evaluación, lógicamente me pareció sencilla por el hecho de haber estudiado, salí del salón dirigiendome a la cafetería, pedí un emparedado, noté que Melissa se dirigía hacía mí, la ví con intenciones de hablarme y me dirigí a la biblioteca para eludirla, al ingresar le deseé los buenos días a la señorita Ximena la bibliotecaria, quién me dijo buenos días Faver, tomé un libro "Satanás" de Mario Mendoza y me dirigí a una banca, noté que Melissa pasaba frente a la biblioteca, podía salir, pero preferí la paz del lugar para leer aquel libro, estuve un tiempo leyendo hasta que terminó el receso, me dirigí a la siguiente clase.
El día fue muy aburrido, acabaron las clases, iba de camino a casa, y de repente escucho la irritante voz de Melissa llamándome, no le dí importancia y seguí caminando, en tan solo unos segundos percibo pasos acercándose a velocidad, era Melissa quien me toma del brazo y me pedía que esperará , estaba muy agitada.
-¿Puedo ayudarte en algo Melissa?
-Me preguntaba si te gustaría salir conmigo hoy, más o menos a las 3 de la tarde.
-Lo siento, no puedo, tengo demasiados deberes en mi hogar.
-¿Me estás evadiendo?
-No para nada, solo que estaré muy ocupado.
-Noté que en el receso cuando trataba de acercarme a ti entraste a la biblioteca como tratando de eludirme.
-Debia entregar un libro, lo siento.
-Lo entiendo.
- Debo irme cuídate.
Seguí mi camino como si ella no estuviese ahí, llegué a casa, por lo general estoy solo, mis padres suelen trabajar hasta tarde y me dejan dinero sobre un escritorio para pedir pizza o algo, aunque prefiero comprar ingredientes para preparar algo casero, sé cocinar muy bien, me gusta hacerlo, preparo comida ligera pero muy deliciosa, despues del almuerzo estudio lo que considero necesario, usualmente término a las 4 de la tarde.
Vivo en un lugar frío, los días suelen ser desolados a causa de las nubes, a las 4 de la tarde voy a Chat, un pequeño local, muy sencillo en el qué está el café más delicioso que he probado, suele ser un ambiente muy calmado, duro por lo menos 2 horas en las que leo, en esta ocasión es él libro de Mario Mendoza.
Faltaba poco tiempo para las 6, estaba a punto de irme cuándo una joven desconocida se acercó, sé sentó a mi lado hubo un momento de silencio, pero no era un silencio molesto, fue de algún modo acogedor, cómo sí aquél silencio me diera confianza, de repente me dijo:
- Hola
Sentí un nudo en la garganta, no sabia que hacer, así que hice lo más obvio y la saludé.
- Hola
Con una ligera sonrisa ella me dice:
- Es un lindo lugar.
Esa sonrisa hizo que algo en mi confiara en ella y me hizo sentir seguro por lo que le respondí libremente:
- Así es, es mi lugar favorito y tienen un muy buen café.
- Es la primera vez que visito un lugar así, soy nueva en esta ciudad, me pareció atractivo el aspecto de aquí.
- ¿De dónde eres?
- Soy de muy lejos, dudo que conozcas el lugar, mucho gusto mi nombre es Aliénor.

Esa noche llegue a casa un poco mas tarde de lo habitual con una sonrisa en mi rostro, estaba con el rostro de un niño estúpido.
Cautivado por su belleza no dejaba de pensar en ella, esos lindos ojos, esos lindos labios, con un delicioso aroma musk.
¿Aliénor?, ¿Qué tipo de nombre es?, un hermoso nombre y esa hermosa chica me hacia pensar en como dejar de ser infeliz, esa forma de hablar me hacia sentir seguro, como alguien que conozco de toda la vida, su dulce voz me hizo caer en un profundo sueño del que no quería despertar jamás, me sentía inseguro de lo perfecto que parecía, pues nunca me habia pasado algo igual, en fin, ya era un poco tarde, pero eso no impedía que pensara en ella, por lo que decidí volverá chat el siguiente dia después de clases con esperanzas de verla. Pero nunca logré ver un rastro de ella, sentía una pequeña presencia, como si estuviera a mi lado pero no era así.
Con el paso de los dias seguía sin aparecer, hasta que una noche fría y solitaria, eran las nueve según tengo entendido, fuí a una parada de autobuses, fumaba un cigarrillo pensando en lo infeliz que era, a pesar de mis avances, en ese momento logré verla, mi sonrisa salió de repente, sentí un poco de timidez, pero aun así creo que persivió cada pequeño sentimiento de euforia y tristeza en ese instante.
-¿Cómo estás faver?
Respondí de forma positiva pero no muy alentadora.
- Bien gracias...
-¿Estas seguro? No me mientas.
- Realmente lo siento, estos días no han sido muy alentadores.
-En ese caso haré que pases tus días un poco mejor.
- ¿A que te refieres?
-¿Quieres ir conmigo a Chat?

-Me encantaría
Esa pregunta me hizo muy feliz, aunque me sorprendió un poco.
Pensé en decirle que posiblemente no estaría abierto, ya que es un poco tarde, pero me reservé el comentario para así no desanimarla, aunque al llegar estaba abierto y sentí que sería una linda noche acompañada de una dulce chica.
Al finalizar la noche le propuse acompañarla a casa, pero se negó a la idea, me dijo que un taxi la esperaba afuera, antes de acompañarla fuí a lavarme las manos, pero cuando volví ella no estaba allí, pagué la cuenta, al parecer ya había pagado, porque solo tuve que pagar el café que pedí, me despedí de cris, el joven que atendía el bar, era alguien que bestia elegante a quien le tenía confianza por el tiempo que llevaba de conocerlo.
Fuí a casa, era un poco tarde pero es un lugar muy tranquilo, así que caminé, en el transcurso a casa pensé en lo bella que se veía aquella chica, un vestido púrpura con flores oscuras, le quedaba a la perfección, resaltaba el hermoso tono de su piel; clara, suave, esa noche solo pude pensar en ella y en lo mucho que deseaba compartir más lindos momentos a su lado.

Mi Hermosa Muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora