«02»

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La luz brillante cegó sus pupilas apenas sus ojos se entreabrieron

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La luz brillante cegó sus pupilas apenas sus ojos se entreabrieron. Tan blanca y fulgurante, tan cálida entrando por la ventana. Las ligeras cortinas se ondeaban suavemente con el aire, soplando como una discreta y refrescante brisa. Sus ojos tardaron un poco en acostumbrarse al resplandor del día. Su brazo se deslizó por la cama sintiéndola vacía del lado derecho. Las sábanas estaban algo frías, sin duda hacía un buen rato durmiendo solo. Su vista buscó entonces el despertador sobre el buró junto a la cama. Apenas eran las nueve de la mañana de un sábado más del verano.

Su oídos más afinados y despiertos escucharon de inmediato las tenues voces en la lejanía. En alguna parte de la casa, muy probablemente la cocina, su familia tomaba el desayuno. Podía incluso escuchar aquel programa infantil matutino que sus pequeños solían amar, sin perderse un capítulo cabía aclarar. Lanzando un flojo bostezo el pálido se levantó de la cama, sentándose en la orilla mientras estiraba sus extremidades para calentarlas.

Después de despertar por completo y asearse bajaría las escaleras en dirección a las voces que cada vez se escuchaban más cercanas. El azabache se detendría tras la pared que dividía la estancia. Su sonrisa apareció al oír las risas de sus pequeños y la voz de su esposo murmurandoles algo.

— Vayan y despierten a papá. Es hora de desayunar. —escuchó decir.

Nuevamente las risas traviesas de los pequeños se escucharían y él saldría asustándoles con aquel juego  en el que terminaba llenando la cocina de cosquillas y gritos felices.

YoonGi salió de su escondite para atrapar a los pequeños en su camino pero lo que vio, no fue para nada feliz...

Los cuerpos de sus pequeños hijos yacían en el suelo de la cocina, junto al cuerpo del omega bañados de sangre. Sus ojos horrorizados se cristalizaron con el corazón cayendo abatido en sus pies y una sensación amargamente dolorosa, cual vidrio lastimó su garganta al gritar y correr, tirándose al suelo para levantarlos y moverlos, pero éstos, con sus ojos abiertos y pieles frías no respondían. Sus manos llenas de sangre vería mientras todo a su alrededor se volvía negro, rompiéndose en pedazos y cayendo a un vacío obscuro mientras arriba, la luz desaparecía.

Su cuerpo cayó sobre el duro pavimento, temblando, con lágrimas en los ojos pero totalmente solo. A su alrededor no había nada más que una larga carretera y oscuridad.

— ¿Jimin? —balbuceó buscándolo.

Mirando a cada lado sin hallar nada. YoonGi secó su rostro, deteniéndose en mirar sus manos que ya no estaban manchadas de sangre. Su respiración era pesada cuando se levantó y caminó varios pasos en la oscuridad, siendo su única guía aquellas marcas amarillas en la carretera una tras de la otra.

— ¡Jimin! —gritó al vacío. Respirando cada vez más dificultoso. YoonGi escuchó entonces una voz.

— ¡YoonGi!

Desapego | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora