Uno

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Abro los ojos lentamente intentando acostumbrarme a la luz del sol mañanero. La persiana se encuentra subida por lo que los rayos consiguen colarse entre los espacios abiertos iluminando la habitación.

Me dedico unos segundos a observar el techo e intentar ordenar mis pensamientos y entonces escucho un leve gruñido y un brazo abrazar mi cintura. Giro el rostro para encontrarme con el de él. Suspiro viendo como su rostro refleja una absoluta serenidad y como su pecho sube y baja levemente.

—Tae... —digo suavemente acariciando su mejilla— Vamos, despierta. Tienes que irte.

La primera llamada no sirve por lo que me veo obligada a sacudirlo un poco hasta que abre los ojos y me observa un poco confundido. Me incorporo apartando su brazo y deshaciendo su agarre para ponerme en pie y dirigirme a la puerta.

—Sí, sí... Voy.—responde finalmente él incorporándose también.

Abro levemente la puerta y miro tras el pequeño espacio que deja. Una vez me he cerciorado de que nadie se acerca a la habitación cierro suavemente para evitar cualquier estruendo, y camino por la habitación en busca de mi camiseta. La alcanzo y me la pongo, viendo de reojo como él mismo se coloca la suya.

—Date prisa... —digo para dirigirme de nuevo a la puerta a echar un vistazo.

Veo cómo se levanta y se acerca a mi. Me toma de la cintura acercándome a él para darme un pequeño beso de despedida. Yo le dedico una pequeña sonrisa como respuesta.

—Te veo en el instituto —dice para salir por la puerta velozmente para evitar ser atrapado.

Cierro la puerta y me quedo un minuto observando la pared, dándole vueltas a lo ocurrido. No es la primera vez, está claro, pero aún así... ¿Merece la pena?

Suspiro cansada y me paso las manos por el pelo dirigiéndome hacia el baño y abriendo la llave para dejar que el agua fría se torne cálida.

Una vez estoy lista, después de darme un baño, cepillarme el pelo y los dientes y de vestirme, bajo las escaleras en dirección a la cocina donde me encuentro a mi madre apoyada en el banco de la cocina mientras prepara zumo de naranja.

—Buenos días, tesoro.—saluda girándose para verme el rostro. Me ofrece una sonrisa la que cual yo imito levemente. —¿Quieres unas tostadas o algo?

—No, gracias. Se me hace tarde. —digo cogiendo una manzana del frutero y guardándomela en la mochila. Una vez hecho esto me acomodo la sudadera del uniforme.

—¿Tienes hoy entrenamiento? —pregunta.

—Si, a primera hora. —respondo.

—¿Sabes qué? Me he enterado de que el marido de tu entrenadora, el embajador tiene otro hijo, y se ve que no lo crió él y además...

—Me voy, mamá. —le interrumpo y me acerco a ella para darle un beso en la mejilla como despedida.

Después me dirijo hacia la puerta y salgo en dirección hacia el instituto sintiéndome aliviada por abandonar esa casa.

🌹

Corro por el campo intentando aguantar el ritmo, notando como mis latidos se aceleran y como mi respiración se acompasa con estos. Aunque quiero, no puedo dejar de pensar en él. Y es que sé perfectamente que lo que hacemos no está bien y en algún momento la situación explotará.

Noto como alguien se me une, corriendo en el carril paralelo al mío. Observo a mi mejor amiga y sonrío con una pizca de tristeza. Ella no lo nota y me sonríe ampliamente.

angel » jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora