Prólogo

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        –¡Ey, chicas! –exclamó Miki entrando en la habitación.

        La chica tenía una cabellera rojiza recogida en una cola al lado derecho de la cabeza y unos chispeantes y enormes ojos verdes que parecían alumbrar la habitación de Rose. Esta última se incorporó, con el ceño fruncido, y señaló extrañada el DVD que Miki sostenía en las manos.

        –¿Qué es eso? –preguntó cruzando los brazos.

        –El DVD de Sekaiichi Hatsukoi.

        –Estarás de broma. Pensé que habías dejado de lado esa serie cuando tu padre te pilló leyendo el manga...

       –¡Oh, venga ya! –protestó Miki lanzándose en la cama, al lado de Lyra –Tú si me apoyas, ¿verdad, Ly?

        –Es muy vergonzoso...

        –No tiene censura –canturreó Miki poniendo el disco en el reproductor DVD.

        Rose suspiró pesadamente y cerró la puerta, a pesar de que ellas tres eran las únicas almas vivientes en la enorme mansión donde vivía.

        Micaela, también llamada Miki, Rosalinda, también llamada Rose, y Lyra, también llamada Ly, eran tres chicas en tercero de la ESO, las tres mejores amigas desde guardería y otakus. 

        Miki era la chica animada del grupo y siempre se ponía al frente, proponiendo cosas divertidas; Rose era intelectual y más madura y cuidaba de las otras dos, asumiendo su faceta de hermana mayor, y Ly era tímida, torpe y tenía gafas, como muchos personajes femeninos dentro de algún anime. Esta última era la que se encargaba de que le dejaran entrar en discotecas, de que le rebajaran productos, de que le subieran la nota.... utilizando sus encantos femeninos, siempre presionada por Miki.

        Las tres chicas se acomodaron en la cama de Rose y cogieron un cuenco de palomitas, listas para comenzar a disfrutar de la sesión de "cine". Miki tenía unos shorts y una camiseta de tirantes como pijama, con estampado de conejitos, Lyra un camisón hasta la rodilla liso y de color blanco y Rose un pijama de manga y pantalón largo verde.

        –¡Definitivamente no puedo evitarlo! ¡Necesito mantener mis manos ocupadas o comenzaré a darle golpes a la televisión! –protestó Miki cuando Onodera negó su amor hacia Takano por quinta vez.

        –Si quieres me puedes hacer una trenza, Miki-chan –intervino tranquilamente Lyra.

        Miki se lanzó hacia Lyra y comenzó a peinar su larga y ondulada cabellera rubia. Tenía mechas californianas y le llegaba hasta la cadera; la pelirroja siempre había querido tener un cabello así, pero le era imposible. Además, como Ly tenía unos hermosos ojos aqua marina, podía hacerse pasar facilmente por alguna princesa nórdica. Rose tenía el pelo liso y a la altura de los hombros de color negro y unos ojos castaños sagaces que lo observaban todo con atención. En aquel momento comparaba la escena del manga con la del anime, con el ceño de nuevo fruncido.

        Las tres chicas estaban absortas en su propio mundo cuando escucharon una suave voz semi electrónica, femenina, que provenía de dentro del armario de Rose.

        –Si arrugas tanto el entrecejo terminarás teniendo un rostro desagradable, Rose-san.

        La chica dejó caer el tomo manga con sorpresa y se dió la vuelta rapidamente. Lyra y Miki habían hecho lo mismo.

        El armario se abrió lentamente y de él salió... nada más y nada menos que la grandísima, incomparable...

        –¡¡¡HATSUNE MIKU!!! –chilló emocionada Miki lanzándose a sus brazos, pero atravesó su cuerpo y cayó a un lado.

        –Ahora mismo mi cuerpo material no está aquí, Miki-chan –explicó esta agachándose para ayudarla a levantarse– ¿Te encuentras bien?

        Ella no dijo nada. Se limitó a mirarla con los ojos bien abiertos.

        Tiene que ser en verdad esa vocaloid si ha hecho callar a Miki pensó Rose sorprendida.

        –Disculpa el atrevimiento, Hatsune-sempai, pero, ¿qué haces aquí? –preguntó nerviosamente Lyra jugueteando con la trenza que Miki le había hecho.

        –He recibido órdenes específicas de mis superiores de concederos un deseo, chicas –explicó ella– pensad algo entre las tres y pedírmelo.

        Era díficil. Rose quería una mucho dinero, para poder hacer lo que quisiera sin depender de nadie. Lyra un novio y una vida feliz junto a sus amigas. Y Miki quería...

        –¡¡¡DESEAMOS QUE LAS HISTORIAS DE FICCIÓN QUE NOS GUSTAN SE HAGAN REALIDAD, Y QUE NOSOTRAS PODAMOS VISITARLAS!!!

        –Sea.

        –¡No! -exclamaron Lyra y Rose a la vez, pero ya era demasiado tarde...

        

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