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Su hermano con aires de amor, eso incluso debía de celebrarse, había aparecido una valiente

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Su hermano con aires de amor, eso incluso debía de celebrarse, había aparecido una valiente. . . O «un»

Con mucha más curiosidad en su ser le siguió con más dedicación, iba tras de sí con rapidez y agilidad al esconderse.

Un rato transcurrió, y el azabache paró en la entrada de un parque grande, se notaba muy cuidado.

Justo ahí, el de lentes reprimió toda su risa, transformándola en una expresión seria, reflejando incluso la arrogancia, más sin embargo, no tardó mucho para volver a reír, abrazó fuertemente el regalo e intentó de nuevo mostrar desinterés, respiró hondo para lograr esto.

Avanzó y buscaba con indiferencia algo, posando su especial interés en las bancas.

Caminó por el sendero bañado de hojas que cubrían desde amarillos hasta cafés durante unos cuantos metros, cubría su rostro con su bufanda, hacía un aire leve, hasta que, paró en seco, su rostro, que dejaba ver la más pura desatención, se transformó en una expresión parecida a la sorpresa, combinado con aquella fascinación y euforia.

En un asiento estaba otra caja decorada con tonos algo opacos de colores brillantes, y se lograba distinguir a alguien apoyado levemente en éste cubo, apenas y se podía ver un pequeño copete color negro, y en las orillas de la banca, unas finas manos enguantadas.

Dib sonrió sublime, como si hubiese visto por primera vez creaciones divinas y artísticas, inspirado y fascinado, con un suspiro que no sobrepasa los pensamientos pero se refleja en aquel destello que adorna en los ojos de pocos.

Le llevó varios segundos tranquilizar su felicidad, mordía su labio incapaz de reprimir sus risillas, apretaba su regalo para no abrazar a quien fuese el encargado de tal vehemencia, y retiraba su mirada, puesto que sí no lo hacía, se acercaría para verlo de cercas.

Finalmente volvió a contraer sus labios y reprimir a su corazón que se encontraba volcado y saltando.

Tomó con fuerza el obsequio, cómo abrazas a tus apuntes antes de un examen. Colocó el dádiva a lado del de su acompañante, y se recargó en el propio con aquella aura de desinterés, pero de una potente necesidad.

Gaz se escondió en un arbusto, llegaba a ser más acogedor que su abrigo, se posicionó justamente atrás de ellos dos, se puso lo más cómoda posible y sacó su consola, solamente faltaba escuchar qué pasaba.

— Hola. . . — Emitió su hermano después de un exigente silencio, con un tono difícil de describir, era como amigable pero arrogante, amargo pero con una sensación suave de seda.

— Humano-Dib — Llamó en modo de saludo, y Gaz incluso pausó su partida, aún con un telar de por medio reconocía esa voz, no podía ser. . . O bueno en realidad tenía mucho sentido.

Asomó su cabeza un poco, y efectivamente, el responsable de aquella voz cáscara resonante con un eco inminente y rasposa vibración era Zim, el alienígena del cual su hermano había estado obsesionado durante varios meses.

Se estaban intercambiando regalos.

Cᴜʀɪᴏsɪᴅᴀᴅ  ☾︎ZᵃDʳ☽︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora