capítulo XII - light my fire

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Keith se dejó caer sobre la cama, rendido. Por algún motivo Mick había estado hiperactivo desde que entraron al refugio. Los dos disfrutaron estando allí, aunque era extraño ver a dos oficiantes estando en un lugar como un refugio para animales, lo era incluso más verlos comportándose de manera tan informal y despreocupada. Tampoco le importaba. Estar con Mick allí había sido lo más divertido que hizo en años y adoró ver aquella faceta tierna y adorable del castaño. Ahora esperaba a que Mick llamase a la puerta porque casi hizo un puchero para poder dormir junto a él.

—Ey, ¿qué tal?— murmuró mientras cerraba la puerta tras él, agarrando suavemente la nuca de Keith para acercarlo a él. Ambos se dieron un beso fugaz, sacándole una sonrisa a Keith. —¿Te importa que me cambie aquí?— preguntó. Keith negó con la cabeza. Mick se puso el pijama rápidamente y se lanzó a la cama junto a Keith. —Hoy ha sido increíble— murmuró una vez estuvieron acurrucados bajo el edredón.

—Sí— susurró, sintiendo sus ojos pesados. Mick apagó la luz de la lamparilla al notar que Keith estaba algo adormilado, —ha sido divertido— dijo mientras arrastraba las palabras.

—Keith—

—¿Mm?—

—Hasta mañana— el otro soltó una suave carcajada, enredando las piernas con las de Mick.

—Buenas noches—




Los brazos de Mick todavía rodeaban su cintura, y la respiración pausada y constante del castaño sobre su nuca le tentaron a dormirse de nuevo, pero probablemente era tarde. Tampoco tenía demasiado que hacer. Cerró los ojos de nuevo, disfrutando de la sensación de la pierna de Mick entre las suyas, pero entonces, al bajar la mirada, sintió algo extraño. Casi se asqueó al ver el bulto en sus pantalones, justo sobre el muslo de Mick. El roce debió haber provocado aquella reacción.

—¿Estás despierto?— murmuró con la voz ronca. Keith giró levemente el rostro.

—Sí— dijo, apurado. Mick notó la angustia en Keith y rápidamente alzó la cabeza.

—¿Estás bien? ¿Te estoy asfixiado?— Quiso saber. Su brazo estaba sobre el costillar de Keith después de todo. —Oh...— murmuró al bajar la mirada. Quiso jugar y movió levemente la pierna, sintiendo cómo Keith se endurecía incluso más.

—M-Michael—

—¿Mm? ¿Te gusta?— Keith no respondió, —Habías tenido una erección antes, ¿no?— el otro no habló inmediatamente.

—... No lo recuerdo, puede...— dijo en un tono bajo.

—¿Nunca has tenido un sueño húmedo, Keith?— preguntó, ronroneando al lado del oído del otro. —¿No has soñado que te tocaban?— dijo en un tono pícaro y coqueto, deslizando la mano sobre el costado de Keith hacia abajo.

—... No— murmuró. ¿Cómo iba a hacerlo si no encontraba nada de erótico en el sexo? Siempre pensó y le enseñaron que la utilidad del sexo era única y específicamente reproductiva, nunca le dijeron que había algo placentero en ello. Pero al notar cómo su entrepierna comenzaba a sentirse extraña y cosquillas por su vientre, comenzó a cuestionarse aquello que le enseñaron.

—¿Puedo tocarte?— Keith no respondió. No creía saber a qué se refería Mick. —Si no me dejas, no sabrás lo que se siente— lógica aplastante.

—Está bien— susurró. Mick sonrió y no se lo pensó dos veces antes de presionar la yema de sus dedos por el vientre de Keith, deslizándolos hacia la pelvis.

—Oh, joder— dijo al palpar la erección del otro. Keith tembló, ahogando un gemido. Nunca, jamás en su vida le habían tocado su intimidad de aquella manera, ni siquiera él lo hizo, pero se sentía bien, y aquel tintineante placer recorría todo su cuerpo a medida que Mick le sostenía con más intensidad. —¿Keith?—

God knows I'm Good | The Glimmer TwinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora