capítulo II - the first garden

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—Y... ya no hay nada más que mostrarte...— suspiró. Mick mantenía la sonrisa que tenía en su rostro desde que salió del comedor. Parecía realmente encantado de caminar con Keith por algún motivo. Keith no comentaba demasiado, únicamente le explicaba muy resumidamente la función de los pocos edificios del recinto, sin embargo Mick parecía feliz, entretenido.

—Es un lugar muy bonito— dijo, —hay muchos árboles—

—... Sí— ambos se quedaron en silencio unos segundos, sentados en uno de los bancos que había por el jardín -voy a... dormir un rato, si no te importa— murmuró. Mick lo miró mientras se levantaba.

—No hay problema, me quedaré aquí un poco más—

—Bien— Mick miró a Keith caminar de manera tímida hacia el edificio de los dormitorios. Tenía pensado ir y escuchar algo de música después de que Keith le mostrase el recinto, pero no le importaba esperar un poco para darle algo de tiempo a Keith. No le gustaba escuchar la música a un volumen bajo.

—Hola Mick— saludó Charlie, —¿y Keith?—

—Acaba de irse a descansar—

—Ahh... pues... ahora tenemos que ir a una meditación, así que voy a por él, tú ve yendo hacia el oratorio—

—Bien, os esperaré allí"—




El castaño se mantuvo sentado, observando la espalda de Keith, quien estaba arrodillado. Poco a poco fue bajando la mirada, admirando las zonas donde la sotana se ajustaba y pegaba levemente al cuerpo de Keith. Se mordió el labio levemente, humedeciéndolo con la lengua. ¿Cómo aquel chico estaba allí encerrado? Movió una de sus piernas, sacando a Mick de su ensoñación para dirigir de nuevo toda su atención hacia Keith. El moreno apoyó la cabeza sobre su mano, inclinándola levemente. Mick sonrió al notar que se estaba durmiendo. Se incorporó lentamente, arrodillándose junto a él. Keith no reaccionó, por lo que supo que definitivamente estaba dormido.

—Ey— murmuró. El otro dio un pequeño respingo, —¿Quieres que vayamos a algún lado?— Keith no se atrevía a mirarlo y Mick lo notó. Las meditaciones no eran obligatorias, así que Keith pensó que no había problema en salir a tomar el aire. Mick se levantó y salió del oratorio sigilosamente. Segundos más tarde Keith fue tras él, saliendo finalmente de la claustrofóbica sala. Mick estiró su espalda, gimiendo al notar sus músculos destensarse. —Me estaba durmiendo ahí dentro— comentó Mick con un tono risueño. Keith asintió, entrelazando sus dedos. —¿Las meditaciones son diarias?—

—... No. Cuatro veces a la semana— murmuró, girándose para comprobar que la fuente no estaba demasiado lejos. Caminó hacia ella, Mick tras él. Bebió tan solo un sorbo de agua, no queriendo acapararla; probablemente Mick también querría beber. En efecto, el castaño se inclinó y bebió. Keith apreció el agua escurrir por la comisura de Mick, deslizándose casi hasta el cuello. Apartó la mirada rápidamente al notar que Mick dirigía su atención hacia él.

—¿No vas a beber más?— preguntó, —hace calor esta tarde— Keith negó con la cabeza, mirando al lado opuesto donde Mick estaba. —Al final no pudiste descansar después de enseñarme el recinto— comentó.

—Mm...—

—¿Vas a dormir ahora?—

—No... Supongo que voy a recoger las mandarinas que ya estén maduras— dijo. Mick sonrió.

—¿Puedo acompañarte?— Keith pareció dudar unos instantes. —No tengo nada que hacer después de todo—

—Bueno... ¿Tienes ropa que puedas ensuciar?— preguntó.

God knows I'm Good | The Glimmer TwinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora