Chronicles of a Lover - escrito de invierno

De ti, de mí ... solamente estoy protegiendo mi alma, debes pensar que soy nuevo en esto.

No prometo nada, ni que esta será la última vez que te ame, ni la última vez que me hieras, mucho menos que te busque. Cada vez prometo menos, y duele que me haya abierto porque pensé valías. Y estas canciones que te expreso, tirado en el suelo, las pongo en tus manos, nuevamente podría ser mi último canto.

A medida que las personas crecen se cubren por una manta que oculta toda su espontaneidad e ilusión. Esa manta se vuelve más pesada y cubre hasta las puntas de los cabellos si se rodean de seres que desconocen su interior.

En medio de una generación consumista, donde las personas corren a llenar sus vacíos emocionales con elementos externos que le adormecen momentáneamente. Con estas máscaras camuflan el vacío que poseen, agranda aún más el dolor e inevitablemente herimos aún más nuestro interior. Llegamos a un punto donde no podemos estar solos, soportando el ruido en nuestra cabeza y lo tratamos de silenciar con otra persona y que grave error puede ser éste.

Un día ella llegó, sutil a través de un comentario. Algo captó mi atención. Compartíamos pedacitos nuestros diariamente, mientras lentamente se tejía un espejo en el que me veía en ella. Vi que sus debilidades eran las mismas que yo tuve hace una vez, las mismas preguntas que ella se hacía, yo ya me las hacía de niño...

¿Alguna vez te has visto en alguien, como si te pararas al borde de un lago en calma y a pesar de su profundidad, te reflejas claramente en él? Yo lo hice.

Cada semana, cada mes que pasábamos juntos, mi cuerpo y mente experimentaba lo que siempre anhelé: el poder desvelarse juntos, el tener canciones favoritas en común, en saber escucharlas. Ella se convirtió en mi vida. Cada verso que le dirigía a ella iba cargado con el peso de un amor puro y tierno como el abrazo de una madre que envuelve a su bebé en brazos. De ese mismo modo yo la envolvía en mis brazos.

Vi las carencias afectivas que había sufrido, le dejaron hondas heridas. Yo con todo el amor que cargaba hacia ella vi, ingenuamente, esas cicatrices como oportunidad para sanarlas.
Y justamente luego de internalizarla en mi corazón, de tejerla en mi alma, ella sólo se... destruyendo de forma abrupta los lazos que nos unían. Ella quemó los restos con el fuego del silencio, que sólo sirve para torturar a quien ama y no comprende qué ocurre, mientras lo ahoga con el humo asfixiante que produce el silencio. 

¿Dónde guardo las cosas que me importaron? ¿Cómo entiendo que algo que había atado a mi ya no está más?

Poco a poco el pesar emocional se volvió físico. Mi corazón se desgarraba. Me sangraba el corazón. Sangraba, y la sangre se deslizaba por mi pecho.

La fe llega a ser tan frágil cuando la atas a construcciones que no sólo dependen de ti.  así como colapsa la fe, colapsas tú porque ella te arrastra consigo, y me arrastró. La verdad se adhiere a una hoja seca al borde un precipicio, y allí también estás tú.

Pasaron los meses, entre sentirme mejor y caer, entre conciertos y recuerdos, cae tan dentro del lugar donde su pieza faltante debería ir, que recuerdo el porqué cargaba con el tipo de pensamiento y conceptos que me llevaron hasta ahí.
A pesar de que la herida en mi pecho cicatrice, no seré el mismo. Una parte de mí se quemó y evaporó volando a algún lugar del que no quiero saber el nombre. Aprendí la regla más importante del desamor: "Dejar ir". No a ella, sino las emociones densas, las preguntas y esas espinas que abrazan mi corazón cada vez que intentaba sentirme mejor.

Hay mucha gente rota que se divierte rompiendo a otros, ¿para qué? Quizás para sentirse menos jodidamente solos, menos jodidamente miserables, y sentir que no sólo ellos están vacíos. Afortunadamente hay personas como yo, que al romperme sólo tienen más agujeros para dejar salir la luz. Si hago memoria probablemente en sus ojos yo vi la oscuridad pero dulcemente la ignoré y la quise amar.

...

(redactado por Rosbelisa Berroa de una conversación con Hiram Rios)