•°:* 𝐂𝐡𝐞𝐞𝐫𝐥𝐞𝐚𝐝𝐞𝐫 •°:*

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Sebastian, el capitán del equipo de Rugby, a punto de cumplir los dieciocho, guapo, atlético, carismático, podía conseguir la chica que quisiera... entonces ¿cuál es el problema?

Qué él no quería una chica, él quería al pequeño mocoso que cada tarde ensayaba hasta tarde al equipo de animadoras.

Ese chico era Ciel, Ciel tenía unos ojos azules que te hacían perderte en su profundidad, unos labios que siempre brillaban por el labial, una cintura pequeña y un redondo y hermoso trasero que la maldita falda no alcanzaba a cubrir y Sebastian sentía una dolorosa palpitación en su erección cada vez que el chico meneaba ese trasero como si quisiera que Sebastian le bajara la ropa inferior y lo follara fuerte en mitad del partido.

En fin, había pasado semanas enteras teniendo sueños húmedos con ese pequeño bastardo y hoy finalmente se lo iba a follar, tenía planeado todo.

Se apoyó en la puerta del gimnasio escuchando como el chico aún no terminaba su rutina, y él lo sabía, los viernes era el día en que el instituto quedaba vacío antes de las dieciséis horas pero el gimnasio no, Ciel se quedaba cada viernes ensayando mientras todos se iban y Sebastian no se podía sentir más dichoso de eso.

Llegó hasta los vestidores fingiendo acabar su entreno y miró el reloj de pared, en quince minutos entraría a cambiarse... y así fue.

Ciel entró después de quedar exhausto y miró sorprendido como Sebastian aún estaba ahí. Quería entrar a las duchas pero...

ㅡ Phantomhive.ㅡ Llamó Sebastian desde el banco y el aludido solamente levantó la mano como un saludo.

ㅡ Michaelis... sigues aquí.ㅡ dijo lo obvio mientras comenzaba a sacar su ropa para acelerar el proceso de vestirse, pues se sentía ansioso repentinamente ya que nadie se quedaba, en especial él que era el típico rompecorazones.

ㅡ Qué bueno que te veo, te estaba buscando.

Ciel se asombró cuando lo vió acercándose demasiado hacia él e instintivamente retrocedió chocando con la pared y empujando de los hombros a Sebastian cuando esté siguió avanzando, invadiendo su espacio personal.

ㅡ Aléjate Michaelis, no estoy de humor para bromas.ㅡ Demandó molesto el chiquillo mientras volteaba su rostro.

ㅡ Oh, pues yo tampoco y llevo ya varias semanas masturbándome con tus rutinas.ㅡ dijo divertido el mayor.

Ciel abrió grandemente sus ojos cuando sintió la mano de Sebastian comenzar a subir por sus muslos hasta llegar a sus glúteos y soltó un gemido.

ㅡ No... déjame ir.ㅡ Imploró removiendose.

ㅡ Oh, no, no, no. Crees que puedes ir por todas partes con esa pequeña falda meneando el culo sin tener consecuencias, sé lo mucho que te encanta provocar pequeña zorra. ㅡSebastian de un rápido movimiento lo pegó a la pared.

Alcanzó su bolsón con el pie y con una mano sostuvo firme las muñecas en el abdomen de Ciel, luego bajó su otra mano y sacó una cinta americana, envolvió las manos hasta que el pequeño no las pudiera separar y tomó una de sus piernas alzandola.

ㅡ No sabes lo mucho que me encantaría contorsionarte en mi cama, aunque quizás en otra ocasión.ㅡ Dijo con una voz tan gruesa que a Ciel le causó un escalofrío, tembló al ver como el mayor comenzaba a lamer su rodilla sobre las medias altas y seguía hasta la cara interna de su muslo donde dejaba una mordida.

ㅡ Ah... ya basta ¡Déjame ir! Por favor.ㅡ Se removió incómodo y agitó sus manos en vano cuando vió a Sebastian llegar hasta su miembro sobre la tela de la falda short y pasar la lengua por ahí.

ㅡ Mira nada más, te pusiste duro, te gusta que sean rudos contigo ¿no, puta?ㅡ Vió cómo Sebastian se levantaba y tomaba su mano obligandolo a abrir su palma y comenzando a frotarla contra su erección.ㅡ Ah... me encantaría ver esa boquita devorando mi polla.

ㅡ ¡Me das asco! Déjame ir.ㅡ Gimoteo mientras se volteaba y comenzaba a querer huir pero simplemente recibió una fuerte cachetada.

ㅡ Cállate y quédate quieto.ㅡ Demandó con voz firme Sebastian mientras desabrochaba su pantalón y sacaba su erección comenzando a frotarla en la nívea piel del chico, embistiendo contra sus muslos.

Ciel intentaba resistirse mientras apartaba su rostro soltando una especie de ruidito de sorpresa cuando sintió los labios del pelinegro sobre su cuello succionando su pulso.

ㅡ Ah, tu piel es tan dulce, justo como lo imaginé ¿qué pasa? Deja de victimizarte, te encanta que los chicos te traten como la perra que eres ¿no es así? Te encanta hacer que las pollas estén palpitando por tu apretado culo, pero adivina qué, te metiste con el equivocado, muñequita.

Ciel ahogó un grito cuando sintió como el short era rasgado y su ropa interior bajada dejando expuesta su entrada, vió a Sebastian rebuscar en su maletín hasta sacar un lubricante, el malnacido había preparado todo...

Un jadeo se hizo presente cuando sintió como dos dedos empapados en el líquido frotaban su entrada metiendo un dedo a penas y embistiendo, eso duró a penas unos minutos hasta que sintió como dos dedos se abrían paso.

ㅡ A-ah... Sebastian, no sigas.ㅡ Murmuro el niño mientras las embestidas en él no cesaban haciendo que sus piernas temblaran.

Sebastian por su parte logró meter un tercer dedo arremetiendo con odio hasta que sintió cómo la carne se abría lo suficiente para él, ya sin aguantar más tiempo y sintiendo su erección palpitar por atención, la tomó de la base y la frotó contra la entrada del menor.

ㅡ Aa... ah, Sebastian es tan grande, no va a entrar.ㅡ Gimió el niño al sentir cómo Sebastian embestia y de una sola estocada lograba entrar por completo.

ㅡ Mierda ¿Tienes idea de lo apretado que estás?... maldición, eres fantástico.

Las embestidas comenzaron con fuerza haciendo que el pequeño se retorciera, sintió cómo Sebastian tiraba de sus muslos para hacer que enredara las piernas en su cadera, sus brazos al rededor del cuello del mayor, la cinta en sus muñecas le evitaba soltarse de esa posición mientras que este atacaba su hombro a mordidas, su espalda contra la pared chocando con cada estocada y sus pieles produciendo un sonido chocante.

El sudor bajaba por su frente mientras descansaba su mejilla en el pecho de Sebastian quién perdido en su placer simplemente lo aferraba de las caderas estampandose y gruñendo.

Ciel sintió sus ojos llenarse de lágrimas cuando Sebastian tocó un punto en su interior que lo hizo retorcerse de placer, ahora estaba gimiendo alto mientras buscaba los labios de Sebastian y sentía la mano de él amasar la tierna piel de sus glúteos.

ㅡ Ah, si... gime como la perra necesitada que eres, grita lo mucho que te encanta mi polla.

ㅡ ¡Ah, Sebastian, Sebastian así más! Maldita sea, eres fantástico, más... ah, ah, ah mierda...

A penas un par de embestidas más hicieron falta para que ambos se corrieran, Ciel entre la chaqueta deportiva de Sebastian y su abdomen y Sebastian en las entrañas del niño.

ㅡ Amor ¿te lastimé?ㅡ Preguntó el pelinegro una vez que ambos habían recuperado la respiración, quitó las cintas de las manos del chico y besó sus labios.

ㅡ ¡Bromeas! Estuviste asombroso, deberías entrar al taller de actuación.ㅡ respondió el menor sintiendo sus piernas temblar levemente.ㅡ Me debes otro uniforme.ㅡ Rió y se apoyó en el mayor.ㅡ Gracias por cumplir mi fantasía.

Pues Ciel le había casi rogado que hicieran eso, quería que Sebastian fingiera abusar de él, Ciel no iba a saber cuándo ni dónde, solamente iba a resistirse y vaya que fue mejor de lo esperado, como era de esperarse de su novio había planeado minuciosamente cada detalle para que saliera perfecto.

ㅡ En serio temía lastimarte... pero sabes que no hay nada que no haría por ti.ㅡ dijo el mayor contra sus labios comenzando a llenar de besos el pequeño rostro de su pequeño y perfecto novio.

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