Qian Kun era el típico chico guapo universitario que todo el mundo conocía y adoraba, estudiaba producción musical (una carrera por el estilo, lo siento pero soy de ciencias).
Sabía de su existencia por mi amiga Jian, que estaba totalmente coladita por el amigo de Kun, otro músico que vestía muy chic y pensaba que la universidad era su pasarela, su fashion week particular.
Todas las tardes íbamos a estudiar a la cafetería en la que Kun y Ten (el amigo músico fashionista) trabajaban. Al menos yo aprovechaba el tiempo para terminar trabajos, mientras Jia intentaba conseguir que Ten le hablase de algo más que del café.
En favor de mi amiga diré que el ser de ciencias y tímida no ayuda mucho para tratar con alguien tan diferente a ella.
Ten es del tipo de personas que es muy atractiva y lo sabe y lo usa, pues solía mostrar una sonrisa de medio lado cada vez que un alguien le pedía el número de teléfono.
Lo peor de todo es que además de ser guapo, era extrovertido y le gustaba mirar a los ojos de la gente mientras hablaba, lo que volvía a Jia loca, pues era incapaz de articular palabra cuando esos ojos negros ladinos se fijaban en ella.
Yo sufría por ella y su crush no tan secreto en Ten, pues aunque le ponía empeño en intentar hablar con él, ambas sabíamos que eso no tenía ningún futuro pues eran de planetas totalmente distintos. "Pero soñar no hace daño a nadie" me decía cada vez que me molestaba por este tema. No, soñar esta bien, sino no habríamos volado a la Luna.
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De modo, que me propuse acabar con el crush de mi amiga (entre otras cosas, mi bolsillo no soportaría otro mes de merendar todos los días en la linda cafetería y a lo mejor Jia moría por tanta cafeína) y tenía un plan.
El plan consistía en obtener el número de Ten, y si me sentía ambiciosa, conseguirle una cita con el tipo, así mi amiga podría tener un novio (si todo salía bien) o un dolor terrible, si era rechazada. Pero confiaba en los atractivos de Jia, pues aunque de primeras era tímida, una vez que cogía confianza era una chica muy divertida y charlatana.
Con esa idea en mente me presenté en la cafetería a la hora que suponía que estaría trabajando (correcto, me sé sus horarios de trabajo, para nada roza lo psicótico), pero no lo vi, solo estaba su amigo Kun y me dirigí decidida hacia él, no sin antes contar hasta diez para calmar los nervios.
"Buenos días" me dijo con una sonrisa. "¿Te pongo lo de siempre?"
Correcto, íbamos tantas veces que el muchacho se sabía lo que pedíamos.
"No, la verdad es que venía a hablar con tu compañero" contesté tímida. Hablar con desconocidos nunca se me había dado bien (igual que llamar por teléfono, que estrés).
"¿Ten?" me preguntó sin esa sonrisa tan bonita que tenía.
Asentí mordiéndome el labio.
"Es que es... importante." contesté en un susurro, esperando que no me preguntase por el motivo porque no sabría responderle bien.
"¿Y eso? Puedo ayudarte yo en su lugar?" Negué con la cabeza, rezando para que no indagase en el tema. "Hoy no va a venir"
"¿Y eso?" pregunté ansiosa.
Kun se encogió de hombros. "Si tu no me dices para qué lo necesitas, no te voy a contar nada más"
La conversación se estaba volviendo cada vez más incómoda y yo quería salir de allí corriendo.
"¿Mañana vendrá?"
"No"
"¿Sabes cuando volverá a trabajar?"
"No"
Resople molesta.
"¿Sabes hablar con frases enteras o solo monosílabos?" en este punto ambos estábamos molestos con el otro, no hacía falta ser muy inteligente para saber que Kun no me diría nada de su amigo y yo no le contaría el secreto de mi amiga.
El aludido se encogió de hombros.
"¿No sabes nada o no me lo quieres decir?"
Kun me miró levantando una ceja. "¿Qué crees tú? Tienes cara de ser lista, averígualo."
Pensé en marcharme, pero me acordé que estaba haciendo esto por un bien mayor, por la felicidad de mi amiga y por nuestra salud (este sitio tenía unas tartas riquísimas y por su culpa me estaban saliendo michelines).
(aquí tenemos una prueba fotográfica de porqué me estoy poniendo redonda)
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Pues por eso decidí que no me iba sin el número de teléfono o cualquier dato que me pueda llevar hasta Ten, mi amiga necesitaba conseguir esa cita Y YO SE LA IBA A DAR.
"Perdona que haya sido tan pesada" dije sinceramente, "¿podrías darle mi número de teléfono y decirle que me llame cuando pueda?"
Kun me miró con cara agria y yo le sostuve la mirada.
Pasamos unos intensos segundos viendo quién sería el primero en apartar la mirada y yo no sé de donde saqué tanto valor para aguantar todo ese tiempo (JIA ME DEBES LA VIDA A ESTE RITMO).
"¿Quieres su número? Entonces sal conmigo, una cita" me soltó todavía con los ojos clavados en mi.
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