I: Seis

4 0 0
                                    

A los seis años acababa de recibir mi primera pelota, era inflable para poder usarla en todos lado sin destruir nada. 

Tenía ansias de usarla en la calle, quería jugar en un lugar más amplio. 

Hace una semana me la regalaron en mi cumpleaños y aún no he podido salir a jugar.

Pasadas las tres de la tarde llegaron mis tíos con mi primo Dylan, cada vez que viene a casa salimos a jugar a la calle. Al fin jugaré con alguien más. Necesito un hermanito ¡Ya!

- ¡Vamos Charlotte, pégale con todas tus fuerzas! – Gritó Dylan desde el otro lado de la calle.

Corrí a la pelota y la pateé.

Mientras la pelota tomaba velocidad hasta mi primo, yo torpemente hacía el recorrido contrario al suelo.

Mi pie había dado contra una de las partes más desinfladas, provocando que pisara el material y me fuese de bruces contra el pavimento. Finalmente me levanté riendo y sacudiendo mi ropa.

- ¡Ahora tú! – Grité para que me escuche.

Pateó la pelota haciendo que salga volando por sobre mi cabeza y cayera una calle más allá. Fui por ella para no perderla, no sería nada gracioso que mis padres pensaran que no los quería y había desechado la pelota.

Mientras corría hacia ella, un niño de la otra cuadra se acerca peligrosamente a ella haciéndome correr más rápido para alcanzarla.

- ¡Es mía! – Grité los más fuerte que puedo - ¡Es mía! – volví a gritar.

El niño de la otra calle me observó y justo en ese momento... di por perdida mi pelota.

- Toma – Sonrió el desconocido mientras extendía la pelota en sus manos.

- Gracias, creí que no me la devolverías – La recibí mientras trataba de respirar mejor.

- ¿Por qué no lo haría?

- Porque los niños son malos.

- Y las niñas no juegan con pelotas, pero tú tienes una – Sonrió nuevamente – por cierto me llamo Thomas con H.

- Eso no es verdad, cualquier persona puede tener una pelota – Fruncí el ceño – mi nombre es Charlotte con doble T ¿Quieres venir a jugar?

- ¡Claro!

Caminé junto a  Thomas a un para que ir a jugar mientras, llevaba la pelota entre mis manos jugueteando de lado a lado.

- Dylan, Thomas con H, me devolvió mi pelota – Sonreí mostrándola – Thomas con H, él es mi primo Dylan. Thomas jugará con nosotros.

Pasadas las semanas ya no me aburría tanto como antes, ahora todos los días jugaba con Thomas, tiene 7 años, es más alto que yo y tiene el cabello negro aunque siempre le digo que es azulado. Ayer sus padres conocieron a los míos y se hicieron amigos, ahora Thomas puedes venir a mi casa y yo ir a la suya. Vive a una cuadra y nos gusta jugar con mi pelota morada.

Sostén Mi ManoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora