El otro diá te felicité por tu cumpleaños no sabía si qué me dirías ni siquera si me contestarìas,
sentí unos nervios inexplicables, temblaba con el simple hecho de pensar que escucharia tu voz.
Y ahí entendí que hay sentimientos que nunca desaparecen, hay nervios que siempre recorrerán tu cuerpo,
y hay personas que siempre seran tu debilidad, que te marcan
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