Prólogo

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Juan Pedro Lanzani

De los dos siempre fuiste vos el de las palabras, parte de tu esencia.

Para cada momento tenías las oraciones correctas y yo las transformaba en chistes, todo para sacarte una sonrisa.

Tu risa ocasionada por mis palabras fue el mejor regalo que me dio la vida, fueron escasas pero verdaderas.

Éramos el complemento imperfecto y a la vez perfecto, eso era lo nos hacía únicos. Con tu mirada verde transmitías seriedad y tranquilidad, dos emociones diferentes que en vos eran tan para cual y que en mi generaban el amor más grande. Enamorarme de vos fue tan fácil con decirte que basto una mirada para que perfores mi alma.

Tus labios me dieron calma y tu cuerpo placer.

Tu corazón me dio paz y tu alma miedo.

Fueron segundos para tenerme a tus pies y segundos para destruirme, pero jamás lamentare haberte amado, jamás lamentare haberte elegido porque lo haría en esta vida y en las siguientes.

Nací para ser tuya Juan Pedro.

Te pertenecí desde el primer segundo de mi existencia y te perteneceré hasta el fin de los tiempos.

Quizás no tuve el placer de conocer todos tus lados de los que siempre me hablaste, pero conocí al mejor. Conocí el lado que me amo más que a su propia vida.

Nuestro amor me dio lo que siempre buscaba pero no lo sabía. Un para siempre.

Me hizo mejor persona y la mujer más feliz de la tierra.

Me dio esperanza y lo más valioso que tengo.

Te perteneceré hasta la eternidad amor mío.

Tuya

Con amor Lali Esposito. 

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