Las tardecitas de domingo llegaban y Buenos Aires se hundía en el silencio, como una auténtica ciudad fantasma.
Había sido una de las cosas que más le sorprendieron cuando se instaló en el país para jugar en su selección: el cómo la ciudad entera parecía dormir, incluso en un lugar como el mismo centro. Al principio había sido reacio a la siesta porque en Japón no era una costumbre como en Argentina, pero aunque fue un hábito muy difícil, terminó acostumbrándose de todos modos y ahora lo practicaba religiosamente, así que con los cabellos disparados hacia todos los lados después de una siestecita casi maravillosa y una taza con matecocido bien caliente entre los dedos, Oikawa despliega una reposera en el balcón y aprovecha los últimos rayos del sol.
Era cómodo vivir así. Al principio estaba asustado, demasiado tal vez. Nunca había sido esa clase de persona temerosa, pero Argentina... ¡Argentina se veía tan diferente a Japón! y lo había sido, por supuesto, pero descubrió más temprano que tarde que no tenía por qué sentir temor por el gran corazón de Buenos Aires, así que en un modesto departamento porteño y recostado perezosamente en una reposera con la única compañía de un cactus y una suculenta, Oikawa se lleva a los labios el pan con manteca y dulce de leche que había preparado junto con el matecocido y piensa: ¡Qué aventura que es Argentina!
Desde el jardín japonés, que fue el primer punto turístico que visitó en cuanto la nostalgia por su país lo atacó, hasta el planetario, que había sido casi mágico por tanto espectáculo astronómico (de hecho, Iwa-chan y Hinata habían sufrido las consecuencias de su emoción, porque les había enviado a ambos más de veinte fotos). Aún no había hecho demasiado turismo; la selección Argentina era exigente, pero estaba bien. Ya habría tiempo para eso. Mientras tanto podía disfrutar de las tardecitas de domingo, en donde la ciudad descansaba y él lo hacía junto a ella.
No pasó mucho tiempo para que las nubes se despejaran completamente. Oikawa guardó su reposera, y haciendo malabares con la taza vacía y el platito sucio con los restos de migas y dulce de leche entró al depto bajo la mirada del cielo, que ahora estaba más bien naranja, como los pelos rebeldes de Hinata. Después le mandaría una foto.
Encendiendo la radio porque nunca le había gustado demasiado el silencio y aún reacio a peinarse, Oikawa se puso un delantal y empezó a lavar los platos, sintiendo una felicidad instantánea cuando la voz inconfundible de Ale Sergi llenó el depto, e inevitablemente comenzó a menear sus caderas al ritmo de la música.
Me gustas tanto,
Y me parece que te has ido acostumbrando,
A que te adore 24/7 al mango,
Estoy cansado, es que me gustas tú,
Me gustas tú...
—Me gustas tanto —canturreó, con una pronunciación bastante curiosa. De a poco iba aprendiendo algunas cosas, pero en general estaba más que satisfecho con su manejo del idioma. Parecía que la ayuda de sus compañeros de equipo y las canciones de Miranda lentamente daban frutos, y él estaba orgulloso de ser autodidacta—, Y tu desdén mi corazón me está matando...
Miranda era uno de los primeros grupos musicales que había conocido al llegar al país, junto a Tan Biónica (que a decir verdad sentía una extraña emoción cuando la frase "qué noche mágica ciudad de Buenos Aires" llegaba a su cabeza) y Virus, entre otros. Nunca había sido un verdadero fanático del pop synth, pero admitía con la cabeza en alto que las canciones de Miranda le hacían sentir un poquito mejor, y no le importaba en absoluto que sus compañeros de equipo lo cargosearan a veces, siempre de forma amistosa.
Río por fuera pero adentro estoy llorando,
Se nota tanto que me gustas tú,
Me gustas tú,
Me gustas tanto
Con esponja en mano, Oikawa frota las tazas sucias y canta junto a Ale; la cadera yendo de derecha a izquierda e izquierda a derecha, y la cabeza moviéndose al ritmo de la música. Pensó que las tardecitas de domingo eran increíbles si le daban el tiempo de ser tan doméstico, y cuando la canción terminó y el conductor de radio empezó a hablar de algo que no le interesaba mucho, guardó las tazas limpias y miró el reloj en la pared. Siete y diez, la ciudad de Buenos Aires seguía durmiendo. Bostezando caminó a su pieza, se dijo a sí mismo que él podía seguir haciéndolo junto a ella.
☆ Notas de autora.
Buenas! acá Coco. Este relato cortito lo escribí para la fanzine de Oikawa. Si no se enteraron todavía, esta revista digital fue un proyecto groso conformado por varias artistas y escritoras argentinas para proyectar a Oikawa en distintas situaciones acá en el país. Si quieren ver todos los trabajos, busquen la cuenta del fanzine en twitter: @granreycondor.
La cosa es que elegí este trabajo para empezar esta historia oihina (porque que es mi otp querida). Los capítulos pueden leerse por separado, porque voy a escribir distintas situaciones que no tienen mucho que ver entre sí, pero espero que lo disfruten! de más está decir que si les jode los modismos argentinos, lástima jajaj.
Por cierto, capaz que alguien extranjero no sabe muy bien quién es Ale Sergi (o capaz sí. es un solo, es la guitarra de lolo 🎶 fue un éxito en todas partes. Mi culo fan de Miranda sufre cuando lo cantan como meme nomás), así que por las dudas lo digo. Ale Sergi es el cantante de miranda, junto con juli. No la mencioné porque en "Me gustas tanto" nomás cantó en él.
Tan Biónica y Virus fueron grupos muy famosos acá. Si tienen la oportunidad de escuchar Virus, háganlo porque es precioso. "Tomo lo que encuentro" y "Sin disfraz" son algunas de mis canciones favoritas. Gracias por leer!
Nos vemos en otro capítulo.
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Destino a Buenos Aires ☆ [Oihina]
FanficY decidiendo que no podría extrañarlo más, Hinata aprovecha la temporada de vacaciones y toma un vuelo desde Brasil hasta Argentina.