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Y aquí estoy en otra aburrida cena para celebrar una buena inversión y un nuevo socio, James cuenta la misma jodida anécdota de siempre sobre la maldita vez que fuimos a la playa y el imbecil casi se ahogo y yo volví a creer en Dios durante dos minutos en los que pasó bajo el agua ; claro que en su versión de la historia salvó a un niño de ahogarse y estuvo apuntó de morir en el intento mientras que yo, su amada esposa lloraba y suplicaba desesperada para que el estuviera bien. Como e gustaría que en este momento ocurriera un terremoto para poder salir de este lugar, ya que ahora mismo lo único que hago es ver mi copa con champán como si fuera la octava maravilla del mundo mientras que empiezo a escuchar como todos ríen, hasta que siento un apretón en mi muslo dándome a entender que debo hacer lo mismo; pero lo único que alcanzo a hacer es dar una sonrisa falsa, ya que escucho una risa totalmente fuerte e irritante.

Decido ver a la dueña de tal barbaridad mientras pongo una cara de desagrado, la cual supongo que ella vió ya que se calló al instante. Observo a la mujer que ahora me mira con molestia y un poco de enojo, es rubia, tiene ojos azules y un maquillaje que la hace parecer una prostituta, y tal vez eso quería lograr ya que ese vestido es digno de estar en la esquina de un bar de mala muerte o tal vez un callejón, y apuesto a que tiene nombre de callejera, no sé tal vez Trixie o Ashley, tal vez si se esforzaban encontraban una mejorcita pero ya que, no me juzguen estoy aburrida y lo único que puedo hacer es criticar a la gente.

Sin darme cuenta ya es hora de irnos lo cual significa libertad condicional para mí.
James me hace entrelazar su brazo con el mío para así parecer la pareja perfecta mientras nos acercamos a mí objeto de distracción de esta noche.

—Gracias por invitarnos, fue una hermosa velada— dijo ella con una voz demasiado chillona, mientras acariciaba el brazo de James, por lo menos podría ser más discreta.

—Bueno gracias a ustedes por venir, Henry recuerda que debemos hablar sobre la empresa mañana temprano.

El hombre que al parecer se llama Henry, se limitó a asentir para luego irse con la mujer a su lado la cual lo seguía a rastras. James y yo nos dirigimos al auto mientras él se quejaba por mi actitud de esta noche; pero deje de prestarle atención en cuanto escuche a dos personas discutir.

Narrador omnisciente

— Maldita sea Ashley eres mi jodida esposa, no puedes coquetear con cualquier cosa que se mueva-Dijo el ojiverde con una notoria molestia.

— De que hablas cariño yo no hice nada, y ya me estás cansando con tus celos.

— Sabes que, vete al carajo me largo- dijo él caminando hacia un auto.

—¿A dónde vas?- la blonda empezó a caminar detrás de él- Henry dime a dónde vas.

— Lo que este más lejos de ti será perfecto- se subió al auto cerrando de un portazo.

— ¿Y cómo diablos se supone que iré a casa?

Henry solo le lanzó unos billetes por la ventana, y mientras avanzaba sacó su cabeza por la ventana y le gritó- Ve y consigue un taxi "cariño"- remarcando la última palabra se fue a toda velocidad.

Narra Lorraine

— ¿Me estás escuchando?- deje de ver lo que parecía el episodio de una telenovela cuando James me tomó del brazo haciendo que deje de caminar para ponerle atención.

— Si te escuche; pero créeme que tengo cosas más importantes que las que ocuparme, en vez de escuchar tus malditos regaños.

— A mí me vas a respetar, no permitiré que me hables así, soy tu esposo y merezco respeto ENTENDISTE- James enserio estaba enojado ya que cada vez apretaba más mi brazo, por lo cual solo asentí- no te escuché- apretó más su agarre.

—Si entendí... amor.

Dicho eso nos encaminamos al auto para ir de regreso a casa.

IncredibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora