Capítulo 2: 06 de Abril del 2013.

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06 de Abril del 2013.

Esta mañana le he contado mi idea a la Señora Jevons, pero no le agrado mucho. Dijo que el sentido de que yo escribiera un diario era para desahogar mis problemas, y para que ella pudiese conocerme mejor. Le respondí lo mismo que a Darcy, pero a juzgar por la cara que hizo, no le gusto mucho mi respuesta. Aún así no me regaño, simplemente me sonrió, porque eso es lo que deben hacer los terapeutas.

—¿Y porque crees que la vida de tu amigo es más interesante? —preguntó.

Entonces me quede callada, sin saber qué responder.

No porque no supiera la respuesta, sino más bien porque no estaba segura de querer contarlo. Como cuando tenía diez años y mis padres me regalaron una muñeca Barbie, yo no quería compartirla con nadie, ni con mis primos, ni con mis amigos y tampoco con mis padres; esa muñeca era sólo mía, me pertenecía. Jacob era como mi muñeca Barbie. No quería compartirlo con nadie. Yo lo había encontrado, por lo tanto, me pertenecía. No como si lo hubiese encontrado a mitad de la calle como a un cachorro, a Jacob lo encontré en mi escuela.

Al principio pensé que sólo era un chico tímido, al igual que Sarah, otra compañera de clase. Jacob no hablaba con absolutamente nadie, siempre andaba solo, o con algún libro de compañero. Pasaba las horas libres sentado en una maceta apartado de todo. Si no estaba ahí, podías encontrarlo también en la biblioteca, o encerrado en los baños. En clases, parecía nunca prestar atención a lo que el profesor decía, pero, sorprendentemente, siempre respondía de manera correcta cuando algo se le cuestionaba. Incluso, en algunas ocasiones, corregía a los profesores. Parecía ser un genio, cosa que a Raymond, el listillo de mi clase, no le agradaba. Pero, a pesar de que es muy bueno en la escuela y que siempre saca notables, es pésimo haciendo amigos, aunque jamás lo he visto intentar hacerlos. El día que llegó, el profesor dijo que podía presentarse, pero él no quiso hacerlo, para lo único que habló fue para preguntar cual era su lugar. Entonces, dos semanas después de su llegada, decidí ser la primera en intentar entablar conversación con él, ya que nadie más parecía interesado en hacerlo.

—¿De verdad vas hablar con él? —Preguntó Kristen— No creo que sea una muy buena idea.

—Si, yo tampoco creo que sea buena idea —Secundo Tonya—. He oído rumores.

—¿Qué clase de rumores, Tonya? —Pregunte cansinamente. Odio cuando Tonya intenta hacerse la interesante, diciendo algo importante, pero sin explicar el por qué. Es decir, me cae bien, es una de mis mejores amigas, pero podría caerme mejor— Yo lo veo inofensivo.

Lo supe por Gabrielle, la amiga de Donna, ¿La recuerdan? ¿La chica de cabello rizado que parece estropajo? Como sea. Ella estudia en la escuela de la que el nuevo fue expulsado, y apuesto a que no adivinan por qué.

Entonces quise decirle que no me importaba, pero no se supone que era eso lo que debía decir. Para encajar en este loco mundo, debe decirse y hacerse lo que se espera que uno haga, de lo contrario te puedes quedar sin amigos. Yo no quería quedarme sin amigos. Por eso respondí lo mismo que Kristen. Tonya nos miró con esa mirada suya que sólo significa una cosa: chismes. A ella, más que a nadie, le encantaba chismorrear. Si querías saber algo, relacionado con la vida de alguien, Tonya era la indicada para resolver esas dudas. Ya había estado en más de una pelea por ir diciendo cosas que no debía, pero aún así no aprende la lección. Kristen y yo fingimos interés, porque es lo que se supone que debíamos hacer.

Golpeó a la chica que se sentaba a su lado. Tuvieron que llamar a la ambulancia y todo, le causó una conmoción.

—¿Qué? ¡No te creo! —Repuso Kristen.

Y comenzaron a discutir sobre la veracidad de Tonya. Pero yo no podía poner atención a la conversación. Miraba a Jacob, que se encontraba sentado en su maceta, con la nariz metida en un libro, como siempre solía estar, al menos desde que llegó a la escuela. ¿Ese chico golpeando a otro ser humano? Era algo increíble, inimaginable. Jacob se miraba tan inofensivo, tan incapaz de hacer algo tan cruel. ¿Golpear a una chica? ¿En serio? No podía creerlo, simplemente no podía.

Así que me puse de pie, y con decisión, me encamine a la maceta que nadie más que ese chico raro frecuentaba. Él no parecía ser muy amigable, pero tampoco parecía ser un ermitaño. Seguía pensando que era tímido, sobre todo porque era el nuevo a mitad de año. Además, nadie había hecho el intento de conversar con él, simplemente lo esquivaban, como si fuese invisible. Yo no quería ser como el resto de mi clase. Atravesé el patio donde estaban jugando futbol, cuidando que el balón no me golpeara. Algunos chicos comenzaron a gritarme, pero los ignore. Y cuando estuve a unos metros, a escasos segundos de él, fue cuando comencé a sentirme nerviosa, y sentí la necesidad de dar la vuelta y correr de regreso con mis amigas. Fui valiente y me aguante. Me senté a su lado, pero él ni se inmuto, seguía entretenido con su libro de pasta dura en el que se podían ver unas letras doradas. Me removí un poco, pero no funcionó. «Debe estar nervioso» pensé. Porque yo lo estaba, y no es que fuese una chica tímida, porque yo me llevaba muy bien con todos, excepto con Kit, pero esa ya es otra historia.

Hola —Salude con la mejor de mis sonrisas.

No contestó. Entonces pensé que tal vez hable muy bajito.

Hola —Repetí un poco más fuerte.

Entonces sí pareció escucharme. Más no respondió. Suspiró sonoramente y empuño su mano, arrastrandola desde el muslo a la rodilla. Y tuve miedo, porque pensé que iba a golpearme como a la chica de su antigua escuela. También pensé en lo tonta que había sido al no hacerle caso a Tonya, ¡Ella jamás se equivoca! Todo lo que decía era verdad, siempre de los siempres. Quise salir corriendo, y lo hubiera hecho si mis piernas hubieran respondido.

¡Iba a golpearme, y la ambulancia tendría que venir, y todo el mundo se enteraría!

Hola —Respondió él.

No, no se escuchaba como si fuese a golpearme. Lo analicé con los ojos entrecerrados, queriendo encontrar una señal o algo que me indicara peligro. No había nada. Había dejado el libro de lado, miraba la punta de sus converse azorado, y seguía repitiendo ese movimiento con el puño, deslizandolo del muslo a la rodilla, una y otra vez. Parecía que en cualquier momento iba atravesar la pierna. Inspiré profundo, para agarrar valor.

Soy Bettina Lewis, vamos juntos a clases —Estiré mi mano para que la estrechara, pero no lo hizo. Simplemente la miró, como si tuviera la lepra o algo de ese estilo. Avergonzada, guarde mi mano entre mis piernas.

—Jacob Kennedy.


Y esa, para bien o mal, fue nuestra primera conversación.

JACOB (Jake Bugg Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora