Capítulo 3

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Existen sonidos hermosos, llenos de paz, y de sentimientos sublimes. Sonidos que hacen que los días malos se llenen de luz, sonidos que salvan... Y existen otros que solo producen estrés, acompañados de ansiedad, y odio incluso. Lo único que quieres hacer es callarlos y tirar lo más lejos posible la cosa que los esté produciendo. Como yo, en este momento con mi celular en la mano y la maldita alarma sonando. Sin embargo, no permito que el instinto me gane y me pongo a solucionar la muy complicada ecuación que me bloquea el botón que para el asqueroso sonido.

Sí, me forcé a mi misma a utilizar una de esas estúpidas aplicaciones que no te dejan quitar la alarma hasta que encuentres x. En el momento pensé que era una buena idea, en parte porque siempre me termino volviendo a dormir al quitar la alarma, y porque pensé que iba a ser una forma de mejorar mis estudios. En estos momentos odio a la versión de mi misma que pensó eso. ¡Ni siquiera es lunes! Me dan ganas de pegarle a la chica de hace unos días una cachetada.

Una vez logro parar el puto ruido, me levanto, me pongo un top deportivo, unos chicles altos y unos viejos tenis, los únicos que tengo en el cuarto que me reservo papá, en el moderno y estupido penhouse que comparte con Brittany. En serio, quién llama a su hija Brittany, suena como alguien parecida a una Barbie, operada sin una sola neurona. Por más que deteste decirlo, esta Brittany si tiene neuronas, aunque la definición de Barbie plástica le queda a la perfección.

Intento canalizar toda la rabia que me provoca recordarla a ella y su relación con mi papá, para tratar de convertirla en la energía suficiente para terminar esta rutina. Creo que de todas las de YouTube, yo encontré la más pesada, sin embargo eso no me impide hacerla mínimo tres días a la semana, los demás hago algo que no me tome tanto tiempo.

Luego de que termino de aniquilar todo mi cuerpo, básicamente, me baño y preparo un desayuno vegano. Al terminar, quedo con un poco de hambre, pero ignoro eso y me meto directamente al tema de química que he aplazado por días.

Ayer, aunque intenté, fue imposible estudiar después de que papá le pidió a su verdadero asistente que me trajera la maleta (se rehusó a dejarme ir). Probablemente sabía que entonces no volvería. Simplemente estaba muy distraída, la información no se quedaba en mi cabeza, era como intentar cargar agua con las manos, se te escurre por los espacios y al poco tiempo no te queda nada, y bueno, te estancas. Estuve mínimo unos cuarenta y cinco minutos en la misma página, y luego me rendí. En el momento le reste importancia (repito, estaba muy despistada), pero hoy todo lo que no me preocupo ayer se multiplicó y ahora, todo mi cuerpo está analizando los ácidos, con el estómago lleno de ácido.

Ver a Brittany salir del cuarto principal sin pantalones y con la camisa de Polo que sé muy bien ayer tenía papá, solo aumenta la desagradable sensación. Ella al ver mi presencia vuelve inmediatamente a la recámara y llega con una sudadera rosada. Me saluda entre risas que soy incapaz de devolver y entra en la cocina que justo queda en frente de la sala por lo que empieza a ocupar todo mi campo de visión. No me importa si se da cuenta que me cambié al otro lado de la mesa.

Después de un rato llega mi papá, no me saluda y yo tampoco. Por fin, la normalidad decide aparecerse este fin de semana.

Prende el televisor. Solía leer el periódico, cuando yo no vivía de casa en casa, cuando él compartía la cama con alguien mucho mejor. Ahora, apoya a la empresa en la que trabaja la rubia que cocina.

-Los fines de semana las noticias son malas, ya...

-Que no estoy yo en ellas, lo sé-, lo completa ella dulcemente.

Ni que la reportera afectara el noticiero.

-Le pueden bajar-, agregó yo intentando no distraerme.

Lo que pasa delpués del concierto - RuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora