Capítulo 7: Dudas trascendentales

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Al día siguiente de la cena con mi mejor amiga, Vanessa fue misteriosamente ascendida, dejando su puesto administrativo del área de investigación y moviéndose a un proyecto concreto como asistente de una de las investigadoras más importantes de la organización. Eso significaba que no la vería tanto, incluso comenzaría a trabajar en otro edificio, cosa que no me agradaba mucho. Aun así, yo estaba tranquilo de saber que ella estaría con alguien que no la dejaría sola y la mantendría entretenida con algo.

«Le hará bien algo de tiempo lejos de mí», pensé mientras leía el aviso que entregaron en el laboratorio informando que las cuestiones administrativas del departamento ya no serían tratadas con Vanessa.

—Qué serio —dijo la princesa de hielo al pararse junto a mí—. ¿Tan mal te sentó la noticia?

—No tengo derecho a sentirme mal o sorprenderme por esto —contesté sabiendo que yo estuve detrás de esa decisión.

—¿Por qué lo dices? —Su confusión era algo lógico.

—No es nada, vamos a trabajar.

—Eres muy raro —Dijo ella mientras se dirigía a su mesa a seguir trabajando.

Los días pasaron sin mucho que contar, si bien el tema del juego con la Princesa de Hielo era algo que tenía presente y que debía tomarme en serio, no encontraba la forma de concentrarme, debo de decir que incluso llegué a ignorar los intentos de ella por acercarse a mí. Mi estado mental no era el adecuado, así que decidí posponer todo y no hacer nada hasta el fin de semana.

Finalmente llegó el viernes y mi ánimo no cambio hasta que llegó la noche.

«Definitivamente no puedo evitar pensar en este tema por mas tiempo», me dije a mi mismo. Ese juego entre la Princesa de Hielo y yo no podía esperar más. Ya no era un estúpido juego, ahora involucraba cosas mas importantes, el orgullo de aquella Princesa, los sentimientos de mi mejor amiga y, sí, quizá también mis sentimientos estaban ahora en la balanza.

—¿Realmente es imposible que yo me enamoré de ella? —me pregunté en voz alta mientras miraba el techo de mi habitación.

La Princesa de Hielo era una mujer realmente atractiva, mi desinterés por ella era motivado más por su personalidad que por su físico, en verdad parecía un verdadero fastidio lidiar con eso, me parecía alguien superficial y monótona. Algo muy diferente a cuando conocí a Vanessa, acercarse a la que ahora era mi mejor amiga era un reto mucho mas grande, pero desde el primer momento estuve dispuesto a tomar el riesgo.

Me di cuenta de que inconscientemente las estaba comparando y que el no encontrar nada que me atrajera de mi compañera de laboratorio se reducía a un "ella no es Vanessa" y eso en cierta forma apoyaba la teoría de mi mejor amiga. Comenzó a rondar en mi cabeza la idea de que el hecho de haber idealizado tanto a mi exnovia teniéndola tan cerca podría hacer que ignorara todo lo demás.

La verdad es que desde que Vanessa y yo termínanos, en realidad nunca nos alejamos, en ningún momento dejamos de hacer cosas juntos. Nuestra ruptura fue algo demasiado cómodo para ambos, sin dramas ni cambios bruscos en nuestra forma de vivir. Lo más drástico que paso es que dejamos de vivir juntos, pero vaya, prácticamente vivíamos uno al lado del otro y seguimos haciendo lo mismo, ahora como amigos, pero al fin de cuentas era lo mismo. A decir verdad, me había costado más asimilar el hecho de que ella trabajara en otro lado, de no verla tan seguido y apostaba a que ella estaba pasando por lo mismo.

«¿Será que nos brincamos esta parte de la ruptura?». Lo nuestro no era normal, todos tienen malos recuerdos cuando se trata de rupturas amorosas, pero no era nuestro caso, todo apuntaba a que no lo habíamos hecho bien.

La princesa de hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora