Capitulo 3

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—Oh, ya está listo.

— ¿A dónde vas con tanta prisa, Mikasa?

—Con Levi, le daré esto para su pierna.

—Aprendiste muy bien a usar las hierbas medicinales —comentó asombrada la mujer­— Estos últimos días se han vuelto más cercanos, ya incluso lo llamas por su nombre de pila.

Sí, su relación había mejorado desde aquel suceso.

***

Tenían momentos buenos.

—Entonces, si llega hasta ciento cincuenta yo haré el té.

— ¿En serio le estás apostando eso a un soldado?­ —enarcó una de sus cejas.

—A un soldado viejo en particular —bromeó.

Tch.

Al final Levi realizó trescientos abdominales; ciento cincuenta por la apuesta y ciento cincuenta por mera venganza.

—Al parecer los años no me han afectado lo suficiente, ¿verdad?

—Supongo que era algo que se veía venir—la joven encogió sus hombros—. Ya vuelvo.

***

Otros molestos para él y graciosos para ella.

—Tome.

Levi observó extrañado el vaso que se le ofrecía.

— ¿Leche?

Mikasa asintió.

—Tómela toda, es buena para los huesos —Levi suspiró— ¿Qué pasa?

—Sé que odias que rechacen la comida, pero la leche no me gusta. Lo siento.

— ¿No le gusta dice? —el mayor asintió— Que mal, supongo que por eso no terminó de crecer.

Levi le dirigió una mirada amenazante, odiaba que se metieran con su estatura. Por otra parte, Mikasa simplemente sonrió traviesa.

***

Molestos para ella pero graciosos para él.

—Oiga, ya le dije que no es gracioso —le recriminó enojada.

Mikasa pensaba asustarlo al notar que se encontraba sentando bajo el frondoso árbol con los ojos cerrados, disfrutando el clima. Después de soltar una pequeña risa maliciosa, se dirigió a pasos suaves hacia donde se encontraba. Pero al llegar a su lado, él la asustó, abriendo sus ojos de manera repentina y emitiendo un "Te atrape", con la voz más gruesa a la habitual.

—No es gracioso cuando las cosas te pasan a ti —soltó en tono burlón.

***

Tristes.

—La vi morir frente a mis ojos.

—Lo siento —musitó.

Se encontraban afuera de la cabaña viendo el atardecer. Entre tema y tema acabaron hablando del pasado del capitán, incluyendo a su fallecida madre.

—No tendrías porqué.

—Por supuesto que lo tengo. Tiempo atrás le dije palabras muy feas — "¿Acaso sus padres no le enseñaron modales?" —... Que grosera fui.

—E impulsiva —añadió él— Lo que te dije la otra vez era para que pensaras, no para ofenderte. Por hablar de más, una amiga pagó caro.

𝑊ℎ𝑎𝑡 𝐼𝑓...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora