Diecisiete senderos de ultratumba
labrados con el sol de mediodía
siete razones en los abrazos inéditos
nudos en las palabras prematuras
de los difuntos labios sin dueño
Sangra la tarde al compás del aguacero que llega con octubre, trasciende la noche a través de las miradas clavadas en el espejo, sonrisas abnegadas disparando gritos al cielo, transmutando el día en penumbra que ciega los ojos que no piden permiso cuando convierten en polvo las estrellas del inmenso cielo de madera, guardo los secretos de este día en los ladrillos que muestran la desnudez de las paredes que me rodean